Destacan mi mirada dulce, aunque seguramente sea debido a mis pestañas, y esa caída de ojos que tengo cuando me hacen sonrojar. Sonrío con unos labios delgados y suaves coronados por algún lunar que me acerca al mito de Norma Jean, pues mi cuerpo también es escultural. Dos orejas un tanto hirsutas y cuatro patas.

– ¿Cuatro patas?
– Sí, y una cola.
– ¿Cola?
– Sí, a veces juego con ella y sin darme cuenta me hago cosquillitas en los seis pezones.
– ¿Seis pezones? ¡Por eso sí que ya no paso! Hazme el favor de encender la webcam o me voy a empezar a pensar que eres… Por favor, no es que no confíe en lo que me has dicho pero enciéndela para que pueda salir de dudas.

Quería pasar inadvertida pero veo que no puedo, y la verdad es que esconder mis 600 kilos y 30 litros diarios de leche en mis ubres es complicado. Aunque evite usar la cámara del portátil, no sé si es mi voz o qué, pero al final siempre me acaban pidiendo que la conecte.

– Por favor, no me mires con esa cara y no me llames Daisy. No, no, creo que ha habido un error. ¡Que te digo que no soy Daisy!

Antes me daba vergüenza porque al verme solían preguntarme por qué no era lila, pero es que ahora se han empecinado en que soy la neozelandesa Daisy. Ella también es una vaca frisona pero nuestra leche es un tanto diferente. A Daisy la han denominado la vaca hipoalergénica por qué unos investigadores del AgResearch han modificado su genoma para que exprese dos microRNA capaces de inhibir la producción de la ß-lactoglobulina en la leche, un proteína alérgena en el 2% de los españoles menores de un año.

Mi profesor de teatro me dijo que quizás si me vestía de vaca y me metía en el papel podía llegar a entender el porqué se había publicado la noticia de la vaca Daisy y no se había quedado estrictamente en el campo científico. Sí, sé que es una estrategia muy poco común pero me pareció divertida. De todas maneras sigo sin entender nada, y para colmo este disfraz me está dando mucho calor. Me quito el disfraz de vaca y a ver si buscando información sobre Daisy llego a entender algo más. Salto de medio en medio y veo que el avance científico se ha tratado, en general, siguiendo la pauta de la nota de prensa de una agencia de noticias (entre otras 1,2,3), y en un caso generando opinión. Pretendo ir más allá, me fascinan los microRNA, y llego al artículo científico original, la nota de prensa del centro de investigación y un pequeño boletín para resolver dudas sobre Daisy, además de información sobre esta alergia alimentaria.

Me hago la idea que Daisy es tan solo, aunque se hayan invertido 12 años de experimentación, uno de los tantos pasos en el proceso para encontrar una vía alternativa a las ya existentes para alterar la composición de la leche de vacuno y así disminuir alergias. Produce una leche con menos ß-lactoglobulina pero con más caseínas, proteínas también potencialmente alérgenas, aunque éstas sí están presentes en la leche materna. Primero se necesitan pruebas piloto para después pasar a la producción real, y podríamos decir que Daisy es como una vaca piloto a la que aún se le deben ajustar muchas piezas. Ha nacido sin cola, un pequeño daño colateral que aún se debe estudiar por si ha sido efecto del proceso de modificación del genoma u otras causas. La producción de leche ha sido inducida hormonalmente, así que tampoco saben si en una lactación natural la leche mantendría su composición. Me gusta y me interesa el tema, tengo formación en agronomía y actualmente los microRNA son objeto de mi estudio científico, pero en tanto que los resultados aún no son definitivos, sigo preguntándome si Daisy debería ser foco de interés general.

Hace un mes, junto a otros miembros de Piratas, asistimos al Campus Gutenberg, una escuela de verano sobre comunicación y cultura científica. En uno de los talleres se puso el contexto de experimentos realizados en animales modelo como medio entender para enfermedades humanas y posteriormente desarrollar nuevos fármacos. Algunos de los participantes no eran partidarios de informar sobre los avances hasta que no se hubieran trasladado de los animales modelo a humanos. Es decir, que puede haber casos en los que un avance en términos científicos no debe ser noticia en los medios públicos.

Estos días pensaba en el caso del cáncer, que no es una enfermedad sino el conjunto de más de 200 que, aunque tienen características comunes, son enfermedades muy complejas y diferentes entre ellas. Ingentes esfuerzos económicos y humanos se invierten en esta línea de investigación y todas las semanas tenemos alguna noticia del descubrimiento de un gen o un marcador relacionado con cáncer, mejoras en en el desarrollo de tratamientos más específicos, resultados en ciencia básica que permitirán entender mejor el cáncer. Yo misma me sorprendí pensando que en los medios generalistas quizás no deberían decirnos nada hasta que no se encuentre la solución definitiva para una u otra enfermedad.

En unos casos sí y en otros no, tengo dudas y sigo con mi debate interno preguntándome ¿Qué es lo que hace que un paso adelante en una investigación sea noticia? ¿Deben trasladarse a la sociedad los resultados intermedios o solo los finales? ¿Podemos llegar a insensibilizar a la población con la publicación de avances intermedios? ¿Publicar en medios de comunicación es tan solo una estrategia más para conseguir financiación? ¿Quién debe decidir qué avance científico es un hecho noticiable?

Imagen: Devouring the News de BaboMike