Imagen de Tadahiro Uesugi
Ahora podemos tratarnos la ansiedad on-line, así como suena, reducir el estrés a golpe de ratón, evadirnos delante de una pantalla, buscar solución a los nervios entre los iconos. Tecnológicamente hablando, hacía tiempo que nada me llamaba tanto la atención. Aún recuerdo cómo me fascinó ver a Tom Cruise agitar las manos en el aire moviendo los contenidos de sus archivos, y cómo me quedé hace unas semanas cuando ya me estaban presentando esa tecnología para congresos y conferencias.
Así que ya me imaginaba yo a un psiquiatra virtual que se proyectaba en tu sofá, un medidor de taquicardias insertado en una uña, un videojuego que represente tus pesadillas y tú te las cargues con un bazooca. Lo se, tengo mucha imaginación. Pero mi gozo en un pozo, esto es mucho menos aparente. Va de pantallas, programas de seguimiento por internet y correos electrónicos, cosas que ya conocemos.
La idea surgió ante la imposibilidad de atender debidamente a los numerosos pacientes que acuden a las consultas de la seguridad social por problemas de ansiedad. Imagino que como en este tipo de dolencia hay varios grados de gravedad, no es lo mismo tirarse de los pelos porque alguien tose y suelta gérmenes a tu lado en el autobús que ir al baño tres veces antes de un examen, han desarrollado un programa se seguimiento con tutoriales y temas sobre los que ir trabajando. Entre las ventajas, se alivian las colas y pueden usarlos quienes viven alejados de centros especializados.
Seguro que es algo que está muy trabajado, que se habrá probado su eficacia, pero yo en realidad no se que diferencia hay entre eso y comprarte en Amazon los maravillosos libros de algunos de los genios contra las preocupaciones y el estrés como Dale Carnegie o Peurifoy, colgarte en la nevera una simpática lista tipo “10 cosas que puedo hacer en la vida para ser más feliz”, o seguir una clase de yoga en CD como en los famosos vídeos de Jane Fonda.
La informática puede solucionarnos muchas cosas en la vida, pero quizá no esta. Los problemas de ansiedad son muy específicos dependiendo de cada afectado y tratarlos profundamente es la única manera de resolverlos cuando tienen cierta gravedad. ¿No parece que en el siglo XXI todo lo relacionado con los ordenadores nos resulta innovador y útil? ¿No nos rendimos sin pensar ante cualquier cosa que suponga darle a la tecla? Desplazarse a una terapia, sentarse delante de alguien y remover nuestra cabeza hasta dar con lo que nos agobia no es lo mismo que elegir en un test entre a, b o c. ¿Vamos a acabar con aplicaciones informáticas para todo? ¿Serán todas igual de útiles? Yo por si acaso lo tengo claro, cuando algo te agobia y se te va de las manos no hay más que darle a la fórmula mágica: Ctrl+Alt+Supr
2 comentarios
Javier dice:
4 nov 2012
Muy bueno Eva. Esa idea también suena mucho en el ámbito de la educación. ¿Seremos reemplazados por máquinas? Pero quizá es que todavía somos de una generación predigital. De todos modos hay algo que no me acaba de cuadrar. No es la informática. No nos reemplazan por máquinas, sin más. Sino por humanos en diferido. El programa, los recursos, la selección, etc. son elecciones y decisiones humanas. Antes para entrenarte a jugar al ajedrez necesitabas jugar siempre contra otro humano, que pudiera no estar disponible o no ser de tu talla. Ahora `puedes compaginar ambas cosas. Es lo que hacemos con las máquinas. Deberían evaluarse los resultados.
Eva Alloza dice:
5 nov 2012
Me ha recordado a la serie PsicoExpress (Dagoll Dagom, 2001) en el que un gabinete de psicólogos atendía a sus pacientes principalmente de forma electrónica vía chat o videoconferencia.
Quizás la fórmula rígida de un curso anti-ansiedad no sea muy distinguible de un libro de autoayuda, aunque supongo/espero que esta terapia tenga criterios científicos. Tratar la raíz del problema verbalizando es tan solo una parte de la terapia, sólo una ya que cuando uno tiene un ataque de ansiedad es difícil que tenga a su terapeuta al lado. La tecnología pienso que sí que puede aportar a la terapia, por ejemplo, mediante mensajes recordatorios de la terapia o de refuerzo de los hábitos que pueden ayudar a dar confianza al enfermo. Eso sí, nada de fórmulas magistrales o del mismo tratamiento para todos, sino como una terapia individualizada. Mientras sino podemos darnos unos minutos de rélax y calma.