Imágen: proyecto aMAZEme
23 de Abril. Día internacional del libro. ¡¡Brindemos por el libro!! Eso de los días internacionales me suena un poco a pantomima. Pero hay que reconocer que son símbolos. Símbolos que, en nuestro día a día frenético nos pueden ayudar a recordar cosas importantes. Incluso a parar un poco y a celebrarlo con alguna actividad lúdico-festiva. Hoy escribo para, precisamente, celebrar la existencia del libro, que no es más que celebrar el acto de escribir y de leer.
Del libro se puede decir tanto que da miedo decir algo. Desde la Iliada y la Odisea, hasta llegar a internet, pasando por la imprenta y la facilidad de las copias, el libro quizá sea en sí mismo el símbolo de la cultura. Ojo, hablar de cultura a veces parece que sea hablar de algo superior. En mi opinión la cultura se relaciona con la vida. Por eso mismo me gustan los libros, pero también la gente que los lee. Me gustan los libros anotados, los manchados, me gustan los libros pintados, e incluso los inmaculados (la ausencia de señal es una señal también). Un libro probablemente diga muchas cosas de un escritor, pero el objeto en si mismo también dice muchas otras del lector. El libro es un objeto que nos está acompañando a lo largo de la historia de la humanidad. Desde luego, cuando el ser humano desarrolló la escritura se abrió una enorme puerta. No soy ningún experto en este complejo tema, pero se me ocurren unos cuantos cambios que me parecen muy importantes.
Por ejemplo, me sigue sorprendiendo enormemente cómo con sólo símbolos negros de un alfabeto sobre fondo blanco podamos construir tantas y tantas cosas. Las palabras se componen por símbolos relativamente sencillos, pero a través de ellas damos rienda suelta a la imaginación. El libro, sin la imaginación del lector, sería poco o nada. Esto me recuerda a ese tipo de teatro que no usa decorados, pero el actor, con una afilada técnica, describe todos los escenarios posibles con su voz y su narración, activando de esta forma el botón de nuestra imaginación.
También me parece importantísimo el efecto que tiene el libro sobre la memoria. Cuando se escribe un libro hay datos que ya no necesitan ser recordados. Con el libro se abre pues la era de la consulta. Con el libro aparecen las bibliotecas, por ejemplo. Recintos que contienen pensamiento, pero, como he dicho antes, que a la vez estimulan la imaginación. No es de extrañar que en la novela de Umberto Eco “El nombre de la Rosa”, fray Guillermo de Baskerville se jugase la vida al intentar rescatar de las llamas todos los libros que pudo. Esos libros eran voces del pasado. Voces de filósofos, de artistas, de poetas, de arquitectos, de científicos … Esto de consolidar la memoria y la consulta es una herramienta enorme para el análisis.
Digamos que el libro favorece el aprendizaje, pero también la comunicación. Por ejemplo, cuando un escritor que nos gusta fallece sabemos que aún nos quedan sus libros. Si un escritor es bueno, en el libro quedan recogidos sus pensamientos, pero también su alma. Y aquí aparece otra característica importantísima de los libros, que comparte con las buenas películas. Los libros, por las mismas características del lenguaje, se interpretan. Un libro, sobre todo si es bueno, tiene muchas lecturas. También es verdad que la propia lectura que se hace del libro evoluciona con la madurez y con el conocimiento del propio lector.
Pero es que, además de todo esto, los libros se escriben. Escribir es un acto creativo. Ordenar esa pequeña cantidad de símbolos que forman un alfabeto es crear objetos con significado. Nos guste o no nos guste (a mí en concreto me encanta) los lenguajes delimitan o definen nuestro contacto con lo real, signifique lo que signifique eso de “lo real”. El mismo Crátilo de Platón es un libro que precisamente ya habla de esto. Podemos entender que escribir siempre será una ficción. O sea, un relato o una narración de algo, sea un hecho o sea una invención. Pero también podemos pensar que en esa ficción, o en esa narración, hay elementos de toda nuestra realidad. Es un debate enorme y de largo recorrido.
Hablar de las características de los libros me sobrepasa, creo que es un objeto con una potencia desbordante. Desde luego, el libro es uno de los grandes inventos de la humanidad. Estimula la imaginación, abre el espacio de consulta y del análisis, nos ofrece un vínculo con el pasado y la memoria, es una herramienta creativa del lenguaje y de la comunicación entre las personas. Es un objeto muy, muy humano.
Por todas estas cualidades y por muchas más, como he dicho, el libro es un símbolo de la cultura. Pero no creo que aquí cultura tenga que tener adjetivos concretos. ¿Con cultura me refiero a la Historia? Sí. ¿A la Literatura?, claro. Pero también a la Ciencia, a las Ingenierías, a las Matemáticas, … La consulta, el análisis, la comunicación, la creatividad, la interpretación, son todas ellas palabras indispensables del trabajo científico. La Ciencia, como integrante de la cultura, se escribe en libros. Porque hoy, día internacional del libro, también hay que dejar un hueco a la Ciencia como parte halagada y honrante de este objeto hecho de cartón, tinta y papel.
Y ya para acabar quería hablar de ti. El escritor no hace nada más ni nada menos que comunicarse. Tú, que estás leyendo, pones la mitad del proceso. Te emocionas al leer una poesía, razonas al analizar un artículo, devolviendo tus propias ideas o sugerencias, o disfrutas al viajar entre las novelas. Por eso mismo, como aprendiz de bloguero, estas palabras te necesitan. Al fin y al cabo compartir quizá sea una de las llaves para conocer.
1 comentarios
Un libro, ¡¡Eureka!! | Blog de piratas de la ciencia dice:
3 may 2014
[…] vez. Mi turno en el orden de entradas en el blog coincide con el día del libro. Exactamente igual que el año pasado. No puedo hacer otra cosa que volver a intentar honrar a este objeto que, como ya califiqué en […]