“El perquè de tot plegat” es un libro de relatos cortos de Quim Monzó que os recomiendo leer, y no, no va de ciencia, pero os lo recomiendo porque me gusta, sin que venga a cuento y para que entendáis mejor el título de este pequeño post en el que nos vamos a preguntar “para qué”. Algo que está bien preguntarse de vez en cuando, porque vete tú a saber para qué trabajas tantas horas en algo que no te gusta, o para qué guardas las entradas de cine, o para qué tienes tantos contactos en el teléfono que no usas, si respondiésemos quizá nos llevábamos una sorpresa. Aunque ojo, no hay que confundir el para qué con el por qué, se parecen pero no son iguales, y las respuestas pueden ser completamente diferentes.
Ya hace varios meses que en Madrid se organizó Uniciencia 2013, la tercera edición de un foro dedicado a la discusión de los temas relacionados con la ciencia que preocupan o interesan a la sociedad. Los dos primeros foros se dedicaron por un lado a la importancia de la difusión del conocimiento científico, y por otro al futuro de nuestra sociedad en lo que respecta a la economía, la energía o la medicina. Sin embargo, el título que llamó mi atención fue el de la edición de este año, que decía, tal cual: “ciencia, ¿para qué?”
Es un título que casi pide a gritos que des esa respuesta tan cómica de – ¡me alegra que me hagas esa pregunta! Sin embargo, lo tenían bastante claro y dividieron la jornada en cuatro bloques que parecían agrupar todas las opciones de contestaciones posibles: para decidir mejor, competir mejor, pensar mejor y vivir mejor.
Caray, ¡es que a eso no hay quien le tosa! Si coges a un buen publicista monta una campaña a la altura de la del instituto de felicidad de la coca-cola y te vende más imanes de nevera que los que se hubieran hecho en 2020 si Madrid hubiese tenido sus olimpiadas. Jo, visto así la ciencia es la leche, pero lo mejor es que parece que no solo profesores, estudiantes e investigadores lo creen.
Cuando la gente de Uniciencia, que trabaja bajo el lema “la universidad responde”, salieron a la calle para complementar las jornadas con “la sociedad también responde”, se encontraron con respuestas coherentes, sensatas y, sobretodo, provenientes de gente de todas las edades y formaciones. Con ver cuatro segundos de los vídeos que grabaron ya te haces una idea de para qué cree la gente que es la ciencia. Si hacemos listas, que eso gusta mucho, en primer lugar encontraríamos que lo más repetido es para entender mejor cómo funciona el mundo y nosotros mismos, seguido en segundo y tercer lugar por “para investigar” y “para avanzar”. Pero se mencionan muchas más cosas, para ampliar conocimientos, el desarrollo del país, incrementar la actividad económica, que la vida nos sea más fácil, para desarrollarte como persona… Incluso si nos hemos quedado con ganas de hacer más imanes de nevera para regalar en un próximo congreso de comunicación científica (ahí dejo la idea, gratis) encontraremos frases como: “la ciencia y la tecnología son lo único que nos puede salvar junto a la educación” o “la ciencia es el motor de la vida, y como en un coche, si no le echamos gasolina acabará en un desguace”, dichas así, sin más, a pie de calle.
Pero claro, si en la ciencia sus expertos, los generadores de conocimiento, y también sus receptores y usuarios, o sea, todos los actores implicados en el saber científico, todos tienen tan clara la respuesta a la pregunta de “ciencia, ¿para qué?”, ¿por qué cuesta tanto que la carrera de científico tenga una recompensa económica y de reconocimiento?, ¿por qué en las televisiones sigue costando tanto que aparezcan contenidos de ciencia de calidad?, ¿por qué se recorta en investigación y en becas y en dotaciones a universidades?, ¿por qué los padres quieren que sus hijos sean cantantes o toreros antes que científicos?
Mi conclusión es que en Uniciencia fueron optimistas añadiendo el término “mejor” a sus grupos de debate, pues ya Javier Armentia, astrofísico y director del Planetario de Pamplona, apuntó algo como “¿Pensar mejor? ¿O pensar al menos un poco?”. Y es que yo añadiría: más que ciencia para decidir mejor, al menos ciencia para saber qué decidir y tener ganas de hacerlo, más que ciencia para competir mejor, al menos ciencia para estar al nivel adecuado para poder intentar competir, y más que ciencia para vivir mejor, al menos ciencia para vivir la vida con conocimiento de ella.
El post me ha quedado más largo de lo que esperaba. ¿Qué por qué lo he escrito? Porque este martes me tocaba a mí, y disfruto mucho estrujándome el cerebro para sacar algo decente. ¿Qué para qué lo he escrito? Para compartir todas aquellas dudas que, de vez en cuando, me asaltan en la ducha, en el bus o en un martes cualquiera de una semana de vuelta al cole. ¿Veis como la respuesta no es la misma?