Esta mañana, mientras me dirigía rutinariamente al trabajo, el locutor de la radio hacía un repaso por el top ten de la música actual. He de reconocer la sorpresa que te produce saber tararear canciones que desconocías haberlas escuchado. El subconsciente, dicen. Por deformación profesional me preguntaba “¿Y cuáles serán los top ten en cuanto a yacimientos arqueológicos en divulgación?”. Esa reflexión me ha llevado a una conclusión: los yacimientos iberos están de moda. Y si esto es así, es decir, si la gente sabe explicar cómo es un yacimiento ibero, es porque las instituciones y profesionales directamente responsables de este Patrimonio las abren al público. Las “rutas de los iberos” hacen cómplices a numerosos yacimientos de la cultura ibera de Cataluña, Aragón, País Valenciano, Castilla-La Mancha, Murcia o Andalucía.
Sin ir más lejos, el pasado fin de semana del 14 y 15 de septiembre, se celebraron las VI Jornadas de Puertas Abiertas de la Bastida de les Alcusses, en Moixent. El éxito de estas jornadas divulgativas del yacimiento, en mi opinión, es la forma en que se busca que el participante se vea inserto en el poblado ibero y consiga trasladarse siglos atrás. Para ello, la ambientación basada en iberas con trajes de lino, guerreros con falcatas e incluso un jinete de la élite social, fueron piezas clave para alcanzar ese objetivo. Pero, además, estaba presente un factor fundamental en la divulgación: el discurso. Maneras de divulgar hay muchas, pero eficaces no tantas. Es decir: divulgación sí, pero con un discurso científico de fondo lo más riguroso posible. En el caso de Moixent, el hilo conductor de la “visita teatralizada” lo protagonizó el hallazgo, durante la campaña de excavación del 2010, de un depósito intencionado de armas, ofrendas de alimentos, vasos cerámicos, madera carbonizada y clavos de hierro. Este conjunto fue interpretado por el equipo de arqueólogos como un ritual realizado en la puerta principal de acceso al poblado de gran valor simbólico para los habitantes del lugar.
Desde la entrada de los visitantes al poblado se producía la interacción entre estos y los personajes iberos, situados en distintos puntos del yacimiento. De esta manera, y con un tono anecdótico y amigable que llenaba de “vida” un poblado ya muerto, se iba construyendo o reconstruyendo una historieta que llevaba al punto final de la visita, marcado por la representación del ritual en la puerta.
En el mundo académico, hay voces a favor y en contra de las actividades divulgativas basadas en una “teatralización”. Personalmente, creo que continuamos demasiado estancados en el discurso científico, técnico y especializado que atañe únicamente a diez más que nos dedicamos a lo mismo. Si nos llenamos la boca diciendo que el patrimonio es público, el esto es de todos, debería perseguirse una mayor socialización del mismo. No sólo desde los profesionales del sector, sino que la misma sociedad debería exigir esa divulgación y expresar cómo digiere mejor esa información. Entre otras cosas, nos evitaríamos varios tópicos instalados en la arqueología (sobre todo los que atañen a la arqueología de urgencia, como bien se retratan en este blog), aparte de enemistades eternas con los arqueólogos por ser los responsables de “parar las obras” o de “descubrir” cosas prohibidas al resto de la sociedad tras esas vallas metálicas. Claro está que, en este punto, los arqueólogos de excavaciones de urgencia se encuentran con plazos, presiones de las Administraciones, sueldos pagados al sexto mes de espera, etc. que dificultan enormemente la tarea divulgativa.
Y en esta cuestión lanzo un apunte final: ¿Qué pasa con las tesis doctorales? ¿Qué pasa con aquellas becas o contratos predoctorales de organismos públicos que sirven de ayuda económica para llevar a cabo un proyecto de investigación? Pues que, la mayoría de las veces, termina siendo un tomo guardado en un armario de puertas de cristal de cualquier Departamento en cualquier Universidad. Pienso que vivimos un momento de cambio en la concepción de fronteras cerradas entre disciplinas. Empezamos a abrir los ojos a la multidisciplinariedad y a saber que un arqueológo necesita la historia, pero también la geología, la geografía, la biología, la estadística o incluso la química. No debería de servirnos como excusa el argumento de “es que yo no me dedico a la investigación sobre las células madre” o esa frase del pasado “las Humanidades no tienen aplicación social”. Si a priori no la tiene, habrá que buscarla, puesto que la sociedad ha destinado parte de dinero público en que se lleve a cabo, así que algo interesante tendrá que decir ese tomo apoyado en un armario. Y la divulgación es un campo tremendamente amplio… teatralizado o no.
Imagen: Personajes íberos en las VI Jornadas de Puertas Abiertas de la Bastida de les Alcusses (Moixent).
2 comentarios
Carlos Fuster García dice:
17 oct 2013
Hola Paloma!
Me gustaría reflexionar contigo sobre dos aspectos tratados en tu entrada. El primero de ellos, es sobre la divulgación del Patrimonio. Hace un par de días que he acabado mi formación como investigador en Didáctica de las Ciencias Sociales, y hay un aspecto que sin duda ha llamado mi atención, y es la falta de relación, al menos teórica, entre dos áreas de conocimiento como son la didáctica y la puesta en valor del patrimonio. He tenido la oportunidad de conocer la organización de otras Universidades, y me da cierta envidia sana las relaciones que se establecen entre ambos sectores; por poner un ejemplo, en la Universitat de Barcelona, los estudios que se equipararían con los realizados en la Universitat de València serían «Didáctica de las Ciencias Sociales y del Patrimonio», donde incluso llegan a ofertar una linea de investigación relacionada con el patrimonio y la museografía. Desde mi punto de vista, creo que deberíamos trabajar, como tu señalas, desde posturas más multidisciplinares o transversales – como nos gusta llamar a los didactas -. Por otra parte, sugerir que a un arqueólogo, además de todas las ciencias auxiliares que has nombrado, también necesita de la didáctica, si quiere hacer entender correctamente lo que se pretende transmitir. En ocasiones tendemos a obviar todas aquellas ciencias no exactas o puras, pero que se hacen necesarias cuando lo que pretendemos es tratar de transmitir un conocimiento.
En segundo lugar, y en relación a tu apunte final sobre la divulgación social de las investigaciones; no me detendré a analizar la falta de conexión total entre los cambios en materia educativa y lo que los didactas opinamos de ella, puesto que entraríamos en un eterno debate. Pero si destacar, que al menos en el campo de las ciencias sociales, y tomando como referencia en el ámbito nacional a la «Revista Iber. Didáctica de las Ciencias Sociales» se han hecho estudios sobre el impacto en centros educativos e institutos, obteniendo desalentadores resultados. Esta situación pone de manifiesto la poca cultura docente de permanecer actualizando al menos en cuanto a la practica escolar se refiere. Por tanto, como tu señalas, y parece ser un mal de la ciencia en España, son muchas las investigaciones que se quedan en los armarios, perdiendo no solo el dinero destinadas a ellas, sino las potenciales mejoras que se podrían aplicar.
Un saludo.
Paloma Vidal Matutano dice:
20 oct 2013
Gracias por tu comentario, Carlos!
La verdad es que, como dices, queda mucho camino por recorrer. Y el camino es de doble sentido. Por una parte, desde las administraciones encargadas de velar por el Patrimonio y, tanto o más importante, difundirlo. Y por otra parte desde instituciones o centros de investigación demasiado inmersas en las «esferas intelectuales», sin preocuparse apenas por la divulgación y comunicación científica. Igual, se me ocurre, que una «vía» para abrir cierta luz en esto sería obligar, dentro del presupuesto destinado a un Proyecto I+D «x», que parte de ese dinero público financie la divulgación social de los resultados. Y que ese factor divulgativo tuviera peso también en el baremo para la concesión de Proyectos…