MecheroLove

Amor bajo control

Hubiese sido quizá sorprendente hace unos años unir dos temas aparentemente tan distantes como el efímero amor y la eterna ciencia. Actualmente no es sólo un tópico literario sino que más de una investigación científica  ha emprendido el camino de la búsqueda del sustrato anatómico o molecular de las emociones…

Está bien, es útil, tendrá sin duda positivas repercusiones científicas y se desarrollarán aplicaciones médicas a partir de estas investigaciones. Empieza a ser diferente cuando se sacan conclusiones prácticas, para el aquí y el ahora, aparecen seminarios de inteligencia emocional y libros de autoayuda basados en estos conceptos. Aún así me parece todavía admisible este uso del conocimiento científico: en un caso por tener repercusiones prácticas inmediatas útiles sobre los seminaristas, en el otro porque en gran parte lo que se hace es difusión (que no divulgación) del conocimiento científico a partir de un tema de mayor interés para el público general que la propia ciencia.

Creo que la cosa se empieza a complicar cuando se confunden principios con finales, causas con consecuencias, ciencia con realidad, como pasa siempre. Nos empeñamos con denodado esfuerzo en divulgar ciencia, explicar ciencia, acercar la ciencia al público mayoritario, preocupados por contenidos y formas, olvidando muchas veces los principios más básicos. Uno de esos principios, uno de mis favoritos, el que considero que permite llenarse de ciencia hasta el tuétano sin perder la perspectiva necesaria para ser flexible e innovar en tu propia área de estudio, es que “la ciencia es sólo una forma de interpretar la realidad”.

Es sólo una forma de interpretar la realidad porque es la ciencia del aquí y ahora, era diferente hace unas décadas y será diferente en unos años. Es sólo una forma de interpretar la realidad porque es la ciencia occidental, desde un único punto de vista acerca de lo externo a nosotros, desde una sola perspectiva de nuestra propia realidad individual.

Por tanto, nuestro, raramente descrito como, “amado” conocimiento científico es una realidad dinámica, cambiante, colmada de irregularidades, excepciones, elementos excepcionales y constantes infinitas indescriptibles. Definido por estos descriptores se trata de un elemento del que aparentemente cualquiera se podría enamorar apasionadamente.

Podremos caracterizar el amor con tanto detalle como queramos o podamos, podremos definir su sustrato anatómico, molecular, las vías neurales, endocrinas o celulares que participan en el proceso, pero nunca podremos aprehenderlo. Porque el amor es mucho más y mucho menos que eso. Porque al igual que en la realidad cuántica cuando observas un elemento lo modificas, en el amor cuando introduces la lógica el sentimiento se escabulle. Porque lo importante en el amor no es qué, cómo, o porqué pasa, sino su propio acontecer espontáneo y misterioso.

Por lo tanto, ¿sería o no menos rentable en el corto plazo mostrar la cara dinámica, inesperada e inesperable, amable, querible de la ciencia?, y ¿a largo y medio plazo?, ¿Qué pasa si la ciencia finalmente reconoce que el amor está más allá de sus fronteras y simplemente decide nadar inmersa en él?

To A. (not personally, of course).