La distancia que separa Valencia de Bilbao son 613 Km, según Vía Michelín. ¿Una distancia grande, moderada o pequeña? Para una reducida expedición de Piratas de la Ciencia recorrer esos kilómetros representaba abordar un reencuentro. Un reencuentro con la arquitectura, con los amigos, con el arte y con la industria, bajo el marco del congreso Arte, Ciencia y Ciudad que tuvo cita en Bilbao entre los días 12 y 13 de Diciembre del pasado año.
La ciudad nos recibió plena y reluciente, al sol de la tarde. Después de una parada técnica para comer pintxos en Pamplona, Bilbao se presentó como un auténtico parque de atracciones para un arquitecto. Imposible detener la mirada en un edificio en particular. Formas y formas por todas partes. Formas que evocan pensamiento e industria, mientras recorríamos en coche el camino hacia nuestro alojamiento, en las empinadas cuestas del barrio de Uribarri. Esa misma noche, al dejar las maletas, nos acercamos al magnífico Bizkaia Aretoa, del emblemático Álvaro Siza, para recoger la documentación y saludar a muchos de los amigos que estaban allí. Roger Malina, dolido de jet-lag, asaltado por María José Martínez de Pisón y por mí mismo, nos daba un caluroso apretón de manos. Coincidíamos físicamente por primera vez con Michele Emmer y con Christa Sommerer, con los que habíamos colaborado anteriormente. Todo esto mientras se apagaban las luces de una sala de exposición, para dejar aparecer sabores y vinos, perfumando el aire con palabras, sonrisas y ojos escrutadores. La penumbra es el mejor ambiente para alojar ese objetivo de los encuentros: romper los hielos.
Una vez re-encontrados, situados y contextualizados, al día siguiente, con la luz de la mañana y las aceras bien limpias, el congreso empezó. El objetivo de este congreso fue situar a la ciudad como espacio de confluencia del conocimiento. El espacio donde el arte y la ciencia tejen proyectos innovadores y creativos. Donde sucede la cultura, que a su vez transforma la sociedad. Las ponencias provenían desde distintas disciplinas: arquitectura, filosofía, activismo social, arte de los nuevos medios, ciencia, … Nos encantó descubrir el proyecto Berreibar, una investigación desarrollada por M-Etxea (Escuela de Ingeniería Técnica Superior de Arquitectura de Donostia), que proponen la reutilización proactiva de edificios industriales. O el magnífico texto de Igor Ahedo Gurrutzaga (Universidad del País Vasco) “la ciudad límbica: más allá de los reptiles y los neocórtex”, que recorría un paseo ciudadano y social entre la relación del poder en la ciudad, dándonos a conocer a los que veníamos de fuera ejemplos como el derribo del centro Kukutza. Fue muy interesante la unión entre música, arquitectura y filosofía que expuso María Teresa García Sánchez, de la Universidad Politécnica de Madrid. Con su voz susurrante, cada una de sus palabras poetizaban sobre los conciertos de campanas en las ciudades del diseñador sonoro Llorenç Barber. Reinterpretábamos a la ciudad casi como un único instrumento musical, con plena capacidad creativa. Nos encantó encontrar entre todas estas propuestas sugerentes, alguna que venía desde nuestra tierra. Daniel Tomás Marquina, de la Universidad Politécnica de Valencia, expuso su trabajo sobre la redefinición de los espacios tradicionales por medio de las propuestas culturales actuales, para generar un imaginario colectivo interdisciplinar y plural. Christa Sommerer y Roger Malina nos iluminaron con sus proyectos y sus ideas. Sommerer dirige el máster Interface Culture en Linz (Austria), y nos presentó una muestra de algunos de sus trabajos y el de los estudiantes que han pasado por este estupendo máster sobre arte de los nuevos medios y la cultura transdisicplinar, como el divertidísimo juego interactivo de los estudiantes del curso de 2009 Tiago Martins, Ricardo Nascimento y Andreas Zingerle “Headband Hero”. Malina, cerrando el congreso con su conferencia plenaria, cálidamente nos resumió las claves del trabajo transdiciplinar en el campo Arte y Ciencia, la importancia y el papel actual de los datos en ambos campos, y nos presentó uno de sus nuevos proyectos, el centro ArtSciLab, en la universidad de Texas.
Bajo todo este paraguas extremadamente sugerente, sin embargo, la comunicación es determinante, y claramente muy difícil. Quizá en los congresos, digamos, más convencionales, todos nos movemos bajo un suelo común, que establece un punto de partida general, un vocabulario compartido. Sin embargo, en este ambiente multidisciplinar cada uno trae consigo su propio suelo, su propio vocabulario. Existen problemas de comunicación, precisamente por esta multiplicidad y diversidad. Por eso mismo me parece tan importante lo que nos comentaba Cristina Miranda de Almeida (Universidad del Pais Vasco, y miembro del equipo de autores de los libros blancos SEAD), mientras cenábamos una vez ya acabado el congreso: la necesidad de reforzar la empatía en este tipo de colaboraciones. Al unir campos tan dispares, y a la vez tan ultra especializados, es muy fácil caer en el desconocimiento, o, simplemente en la multiplicidad de lecturas, visiones o interpretaciones. Es la empatía la característica que permite reflexionar y ponerte en el lugar del experto de enfrente para compartir visiones.
Esta dificultad para tejer diálogos quedó explicitada en las dinámicas de las mesas redondas. Un mismo problema (el reto globalmente cultural en las ciudades) se puede interpretar desde cada una de las posiciones sociales y políticas. Como puntualizó Roger Malina, él está acostumbrado a ver unas posiciones más pesimistas cuando está trabajando en Francia, mientras que cuando vuelve a EEUU se encuentra con posiciones puramente optimistas. Quizá se necesiten de ambas, para ser consciente de los problemas y dificultades, pero a la vez desarrollar proyectos y seguir construyendo. También se señaló en la necesidad de que cada proyecto fuese digno heredero de la historia. Hoy en día estamos asistiendo a un reflorecimiento de los movimientos activistas y ciudadanos, pero, precisamente por esa misma necesidad de mantener una dualidad pesimista vs. optimista para progresar adecuadamente, debemos aprender de los éxitos y los fracasos de los movimientos anteriores, que no son pocos. Parece que es un consejo básico, pero el hecho de que se hiciese explícito indica que es un consejo necesario.
Esta multiplicidad de visiones no solo queda representada en el contenido de los discursos. En un congreso como este, donde la ciudad y la arquitectura generan los espacios ciudadanos, llegas a reforzar tu conocimiento de que las formas son determinantes en el proceso de conocer, si no la misma piel del propio conocimiento. ¿Los lenguajes son el vehículo del conocimiento, o el conocimiento en sí mismo? No sé responder a esta pregunta, pero en el congreso cada una de las intervenciones, tanto en las charlas como en las mesas redondas, quedaban vestidas con distintas estrategias comunicativas. Un filosofo leía un texto. Un artista mostraba vídeos. Un científico explicaba esquemas. Un arquitecto recorría un plano. Imágenes y sonidos, ayudados de memoria o improvisación. Por ejemplo, en un congreso de ciencia leer un texto se consideraría una aberración. Sin embargo, cuando las palabras son las herramientas precisas para construir tu mensaje, cuando una palabra seguida de otra, y no ninguna otra secuencia de palabras tejen tu mensaje ¿es posible el no leer un texto? No, resulta imposible. En ese caso, el tono, la musicalidad de la voz puede ayudar a establecer ese nexo con el espectador. Otro caso, ¿podemos esperar que todas las charlas deban durar 5 minutos? Quizá en un ambiente altamente politizado, los discursos no se deban extender más de este tiempo para que no exista un dominio de la palabra abusivo. Sin embargo, nadie piensa que puedan, o deban, existir las clases de grado de 5 minutos. El caso actual de las charlas TEDx nos debe hacer reflexionar también sobre el contenido que fomenta este tipo de comunicación.
Las formas condicionan, moldean y tejen los contenidos. Durante todas estas jornadas todos los criterios preconcebidos de lo que se supone que era un uso correcto de la comunicación los empezamos a cuestionar. Precisamente porque la comunicación se ejecutaba en un marco multidisciplinar, pero a la vez ultra especializado. Recurrir a la poesía para establecer una comunicación más potente, puede ser un medio para incidir más y mejor en nuestra atención, al hacernos soñar y vincularnos emocionalmente con lo dicho, resonando con el ritmo y la respiración de la voz, contactando con la tecnología más misteriosa que conocemos: el cerebro dirigido por nuestra alma. Independientemente de la forma elegida en cada charla, las que más funcionaron fueron aquellas que supieron llegar a ese espacio poético. Sea cual sea la forma de hacerlo o de conectarnos con él. En algunos casos, la claridad del mensaje. En otros las formas y las dinámicas visuales. O la tensión de voz, y la intensidad de las palabras. Incluso el humor.
A nivel personal, las formas de la ciudad de Bilbao fueron las generadoras de esa poesía propia. Una calidez humana y conceptual con forma de espacios y estructuras. Poesía encontrada al deambular por la Alhóndiga, y, al mirar hacia arriba, toparse con los bañadores bolsosos de jubilados nadando en la piscina del piso superior, entendiendo que en todo discurso el juego y lo cómico tienen espacio; o al entrar en el mirador del monte Artxanda después de comer una gran carne de buey, para encontrarte con una escultura como huella de identidad de un espacio, que no es ni más ni menos que la vista que contemplas: la ciudad; o darte cuenta que tu intención de escribir un artículo sobre el nanoespacio no va a conseguir el impulso necesario mientras navegas por las elipses de Richard Serra, en el Guggenheim, porque en ese espacio curvo estás más preocupado por perderte, que por encontrarte.
La distancia que separa Valencia de Bilbao son 613 Km, según Vía Michelín. Sigo sin saber si es una distancia corta, moderada o grande. Supongo que depende de para qué. En cualquier caso, esos días en congreso, re-encontrando colaboradores, amigos e influencias, generando nuevas posibles conexiones y disfrutando de sus múltiples espacios, me acercan a esa ciudad y su cultura.
Hurrengo arte!!
Fotografía: Pilar Rodrigo.
Música: Almoraima, Paco de Lucia. Mediterranean Soundance, Paco de Lucia & Al Di Meola. Bulerias, Paco de Lucia & Camarón de la Isla.
2 comentarios
Guillermo Muñoz Matutano dice:
14 mar 2014
Las contribuciones al congreso Arte, Ciencia y Ciudad se publicaron en el primer número de la revista Ausart:
http://www.ehu.es/ojs/index.php/ausart
Nuestra comunicación se titulaba «Divulgando la cultura científica en la ciudad. Asociación cultural “Piratas de la Ciencia”»
Guillermo Muñoz Matutano dice:
29 mar 2014
Un texto absolutamente recomendable sobre las implicaciones del derribo de Kukutza:
http://www.rpublica.org/contenidos/opinion/1105-ramon-zallo-qkafka-en-kukutzaq#