Tardigrade in Moss de Nicole Ottawa y Oliver Meckes (NASA)
“Todos somos iguales, todos somos diferentes” era una frase que nos repetían de pequeños en el colegio para enseñarnos a no discriminar a ninguna persona por raza, sexo u orientación sexual, y para educarnos para valorar aquello que nos hace especiales. Hace poco releía la entrada La igualdad de la diferencia de Jorge, donde nos explicaba las diferencias genéticas dentro de una especie. Esa diversidad es la que nos permite seguir vivos como grupo y disponer de un gran catálogo de armas genéticas para defendernos frente al medio en el que vivimos. Esas pequeñas diferencias entre individuos explican la diversidad de comportamiento o apariencia física de cada persona, sin olvidar aquellas que nos hacen ser más o menos sensibles a elementos externos o tener mayor o menor tendencia a padecer una enfermedad.
En investigación nos interesa detectar aquello que nos iguala a todos para entender los procesos comunes, pero también nos fascina lo rarito, aquello que nos hace destacar tanto para bien como para mal. Así que el organismo más pequeño, con más corta vida o menos evolucionado nos importa y mucho. Nos encanta entender qué los hace especiales y nos permite utilizarlos como modelo para entender mecanismos que en otros organismos están enmascarados por el funcionamiento normal del resto de genes. Es por esto que a mi también me gusta todo aquello que se sale de la norma. He pasado muchos años haciendo estudios sobre datos provenientes de humanos, unas veces han sido análisis sobre individuos sanos, otras sobre grupos de personas enfermas. Pero, ¿podríamos aprender cosas de un animal que no genera cáncer? O ¿de un animal que es capaz de salir airoso de los ambientes más extremos?
El otro día Heterocephalus glaber y Filum Tardigrada se me mezclaron en un mismo hilo discursivo. Raritos como son ellos, el ratopín rasurado y el oso de agua me aparecieron en un mismo pensamiento. ¡Qué interesante que es la rareza extrema! pensé. Este par de animales me vinieron a la cabeza por lo extraordinario de sus diferencias respecto al resto de organismos que conocemos. ¿Que no conocéis el ratopín rasurado? ¿Ni al oso de agua? Pues debo admitir que hasta hace unos meses yo tampoco tenía el gusto. Al ratopín lo conocí por las noticias que saltaron a los medios sobre los nuevos estudios a los que se les estaba sometiendo, mientras que al oso de agua lo conocí cuando tuve que preparar una exposición sobre biomimética y me encargué de buscar copias humanas de invenciones de organismos adaptados a ambientes extremos.
El ratopín rasurado no genera cáncer, no acumula grasas, es capaz de mover sus cuatro dientes independientemente y vive en estructuras sociales de castas similares a las de los insectos… ¿Quién no querría a un ratopín como yerno? Dicho así parece encantador, y de hecho a mi me lo parece, aunque es verdad que quizás al mirarlo algunos de vosotros lo podáis encontrar un tanto repugnante. De todas maneras creo que deberíais darle una oportunidad, podéis seguir el Gran Hermano de los ratopines con la cámara que tienen conectada en el Pacific Science Center, pero más cerquita podéis visitarlos en la sabana subterránea que les han preparado en el Bioparc de Valencia. Definitivamente los amaréis cuando sepáis que todas las bondades que os he explicado son verdad. La rata topo desnuda es un roedor que vive bajo tierra en la sabana africana pero que se lo conoce entre los roedores como el más longevo, llegando a vivir 30 años, casi 10 veces más que un ratón convencional de un tamaño parecido. Entre las muchísimas características del ratopín se ha visto que no siente dolor o irritación en ojos, nariz y piel frente a los ácidos generados en los túneles donde viven. Longevo, no responde a ciertas agresiones externas y además no genera cáncer de forma natural. Por ejemplo, se les ha tratado con fuentes ionizantes o inyectando oncogenes en células y no ha habido manera de generar tumores ni que las células se reprodujeran de manera incontrolada. Parece que el ratopín tiene muchísimas características suficientemente diferentes a nosotros para poder entender los mecanismos subyacentes y quizás en un futuro descubrirnos las claves de su longevidad e inmunidad frente al cáncer.
Sin tener suficiente con el ratopín, va y nos cruzamos con un gladiador, un todo terreno capaz de mover sus ocho patitas y bailar a ritmos insospechados en espacios acuosos. Venga, pensad en las pruebas más duras a las que someteríais a cierto ministro de educación o de economía, ya que no tenemos ninguno de ciencia. Habéis pensado en altas presiones y temperaturas, vacío, radiación o incluso la deshidratación, pues os habéis quedado cortísimos porqué el oso de agua o tardigrado es capaz de resistir eso y más. Mediante la criptobiosis es capaz de resistir a las condiciones ambientales más extremas. Este proceso le permite entrar en un estado metabólico suspendido reversible y así esperar hasta que lleguen mejores tiempos. Uno de los más conocidos es el que le permite prácticamente deshidratarse y generar ciertas proteínas y azúcares, como la trehalosa, que protege a sus células hasta que lleguen mejores condiciones en las que hidratarse de nuevo y revivir, por decirlo de una manera. Así que es como quien pretende hidratar un tomate seco italiano pero en vez de obtener un sabroso tomate hidratado se encuentra con un tomate vivo, le preguntaremos a Walt Disney cómo lo lleva. Del oso de agua hemos aprendido y nos hemos inspirado para crear productos que, por ejemplo, estabilizan la materia biológica a temperatura ambiente, permitiendo ahorrar en refrigeración y aumentar la conservación de esas muestras. Así que de nuevo nos encontramos con otro organismo especial y con muchos secretos aún por desvelar como el hecho que haya sido capaz de soportar el viaje en el exterior de naves espaciales, volver tan pancho a la Tierra y marcarse uno de sus bailoteos.
Quizás el ratopín y el oso de agua no tengan nada más en común que el hecho de ser especiales, pero no me negaréis que se salen de la lista. Posiblemente tengan en común mecanismos que permitan reparar de forma efectiva y muy rápida su ADN, o mutaciones específicas que les hagan más resistentes a cambios externos. Para saber todo esto tendremos que seguir investigándolos y a tantos otros animales curiosos. ¿Tenéis alguna planta o animal raruno favorito? ¿Qué características querríais adoptar de otros organismos? ¿Qué características humanas trasplantaríais a otros organismos?
9 comentarios
Fernandobcn dice:
15 may 2014
A mí encantaría disfrutar de las propiedades de la Elysia Chlorotica, que es una preciosa babosa marina que come algas, de las que captura sus cloroplastos. Después puede realizar la fotosíntesis y permanecer sin comer el resto de su vida, tomando la energía solar como único alimento. Yo, a diferencia de la babosa, todavía no he probado las algas esas, que se denominan Vauncheria Littorea. Cuando le pregunté al dueño chino del bar de mi barrio me dijo que no tenían esas algas en el menú del día, pero que los huevos fritos con chorizo estaban muy buenos ( aunque la mirada que me hizo decía muy claramente que no estaba dispuesto a que sus clientes se alimentaran del sol y le fastidiasen el negocio ¡ el muy ladino ! )
Eva Alloza dice:
15 may 2014
Fernando, pero qué bellezón nos presentas!! Una babosa con faralaes verdes, me pido una también. Si quieres podemos hacer una petición formal al chef de tu restaurante chino, a ver si para la próxima añaden esas algas.
Genial, me has alegrado el día, me encantan tus propuestas 🙂
Fernandobcn dice:
15 may 2014
Me encantaría ! lo que pasa es que ya hablé con el hombre, a ver si un día ponía Vauncheria Littorea en la ensalada de calabacín y fideos chinos, pero luego me empezó a poner excusas y, sin venir a cuento y haciéndose el chino, concluyó que era imposible hacer nada porque no sabía si poner la babosa en la parte del menú de carnes o de verduras !
Eva Alloza dice:
16 may 2014
¡Sencillamente genial!
Sería una opción perfecta para vegetarianos acosados por una sociedad cada vez más carnívora, platos de carne de pega. O también para seducir a los carnívoros para que le hincaran el diente a las delicias ofrecidas en la carta vegetariana.
Fernandobcn dice:
16 may 2014
Jajaja…otro de mis animalillos predilectos es la noctiluca…que cuando se enfada se pone a brillar…harían una buena pareja una noctiluca y una Vauncheria Littorea.
Fernandobcn dice:
16 may 2014
Quería decir que harían una buena pareja una noctiluca y una Elysia Chlorotica , que me confundo con el latín !
Eva Alloza dice:
19 may 2014
Vaya fiesta se pegarían, seguro que se entenderían y Elysia acabaría por deshacer el cabreo de Noctiluca. Seguramente bailarían al ritmo de «Noctiluca» de Jorge Drexler. Al principio de la canción lo explica muy bien y da todo el sentido a su canción 😉
Fernandobcn dice:
22 may 2014
Nuestro amigo Julio Verne ya habla de un encuentro del Nautilius con las noctiluca en 20.000 leguas de viaje submarino:
«I was observing the state of the sea under these conditions, and even the largest fish were nothing more than illdefined shadows, when the Nautilus was suddenly transferred into broad daylight. At first I thought the beacon had gone back on and was casting its electric light into the liquid mass. I was mistaken, and after a hasty examination I discovered my error.
The Nautilus had drifted into the midst of some phosphorescent strata, which, in this darkness, came off as positively dazzling. This effect was caused by myriads of tiny, luminous animals whose brightness increased when they glided over the metal hull of our submersible. In the midst of these luminous sheets of water, I then glimpsed flashes of light, like those seen inside a blazing furnace from streams of molten lead or from masses of metal brought to a white heatflashes so intense that certain areas of the light became shadows by comparison, in a fiery setting from which every shadow should seemingly have been banished. No, this was no longer the calm emission of our usual lighting! This light throbbed with unprecedented vigor and activity! You sensed that it was alive!
In essence, it was a cluster of countless opensea infusoria, of noctiluca an eighth of an inch wide, actual globules of transparent jelly equipped with a threadlike tentacle, up to 25,000 of which have been counted in thirty cubic centimeters of water. And the power of their light was increased by those glimmers unique to medusas, starfish, common jellyfish, angelwing clams, and other phosphorescent zoophytes, which were saturated with grease from organic matter decomposed by the sea, and perhaps with mucus secreted by fish.
For several hours the Nautilus drifted in this brilliant tide, and our wonderment grew when we saw huge marine animals cavorting in it, like the firedwelling salamanders of myth. In the midst of these flames that didn’t burn, I could see swift, elegant porpoises, the tireless pranksters of the seas, and sailfish three meters long, those shrewd heralds of hurricanes, whose fearsome broadswords sometimes banged against the lounge window. Then smaller fish appeared: miscellaneous triggerfish, leather jacks, unicornfish, and a hundred others that left stripes on this luminous atmosphere in their course…»
Eva Alloza dice:
22 may 2014
¡Fascinantes!