Noche del 19 de marzo en Valencia. En un intervalo de tiempo de unas tres horas, 770 fallas arden por todas las esquinas de la ciudad. Y quienes se acercan a la noche de la “cremà” son testigos, desde hace unos años, de la misma escena: desde las llamas que consumen cada monumento densas columnas de humo negro se elevan como géiseres del averno, uniéndose en su tétrico ascenso a la gran nube que han formado sobre los edificios cada una de las hogueras que tiñen de dorado las calles de la ciudad.
Este apocalíptico escenario, como digo, frecuente en los últimos años en la noche de la “cremà” tiene una explicación bastante mundana. Los monumentos falleros se fabrican, en su mayoría y sobretodo de un tiempo a esta parte con poliestireno. En concreto con poliestireno expandido. El poliestireno es un polímero derivado del petróleo que está formado por unidades (monómeros) estireno enlazadas entre sí formando largas cadenas. Es el plástico que conforma, por ejemplo, los vasos de yogur. Para fabricar la variante “expandida” se introduce un agente expansor, generalmente pentano, a perlas de poliestireno. El agente expansor hace que estas perlas aumenten su volumen durante el proceso de moldeo y plastificación del polímero, generando el aspecto granulado que todos conocemos del corcho blanco, que encuentra aplicaciones en envases o en materiales de construcción por sus propiedades mecánicas, aislantes e higiénicas, al no ser un nutriente para los microorganismos. Y también, por supuesto, en la construcción de las fallas.
Todo esto está muy bien, diréis, pero ¿qué hay de los géiseres del averno?. Pues, sencillamente, las columnas de humo negro se forman porque en la “cremà” no se alcanza la temperatura adecuada para la combustión completa del poliestireno, que necesita de unos 1000 ºC y que generaría simplemente dióxido de carbono y agua, ambos incoloros. Al no alcanzarse esta temperatura parte del carbono no reacciona completamente, quedando como hollín, el sólido negro que vemos subir hacia el cielo empujado por la masa de aire caliente que asciende desde las llamas. Es algo parecido a cuando se os queman las tostadas y rascáis la superficie con un cuchillo, pero a escala municipal y con tostadas de varios cientos de kilos.
En realidad, y por concretar un poco más, esta combustión incompleta genera, además del hollín, algo menos evidente y quizá más problemático: una compleja mezcla de hidrocarbonos policíclicos aromáticos -se han detectado más de 90 compuestos distintos en la combustión del poliestireno-.
Aplicando el sentido común (algo que generalmente escasea en las fiestas populares) podríamos pensar que sería conveniente buscar alguna alternativa a este material para construir las fallas. El efecto del veneno lo determina la dosis, y este es un principio que intento aplicar cuando me pregunto por la toxicidad de alguna sustancia. La “cremà” es una vez al año, estoy de acuerdo. Probablemente la exposición a las potenciales sustancias tóxicas derivadas de la combustión incompleta del poliestireno no sea demasiado alta, sobretodo a pocos metros de altura. Pero pensar en las toneladas de poliestireno que se queman de manera inadecuada en Valencia en esta noche impulsa a preguntarse si no habrá otra manera más razonable de hacer las cosas…
14 comentarios
Juan Antonio dice:
22 mar 2015
Por que no volver a la esencia tradicional de las fallas, a quemar la estoreta velleta, o los sencillos muñecos de cartón, pero se ha convertido en un enorme escaparate del despilfarro y el ruido.
Pablo dice:
23 mar 2015
Efectivamente, Juan Antonio, hay muchas formas de hacer la fiesta más sostenible, teniendo presente sus orígenes. Y nos consta que hay inquietudes en esa dirección. ¡Gracias por tu comentario!
Huiso dice:
22 mar 2015
Soy hijo de artista fallero, de los de antaño, y comparto lo que dices. Algo tiene que cambiar.
Pablo dice:
23 mar 2015
Gracias Huiso, es muy significativa tu aportación, desde el punto de vista de los artistas. Seguro que muchos de ellos también apostarían por alternativas a lo que predomina hoy en día en las fallas. ¿Crees que la Junta Central Fallera podría hacer algo más para incentivar estas iniciativas?
Raquel dice:
14 mar 2017
Increible que desde tu posición defiendas este articulo que ataca directamente a la mala gestión en la que han ido evolucionando estas fiestas. Me sorprende tanto que admiro la nostalgia con la que parece recuerdas el verdadero origen. Gracias a todo aquel valiente que expresa sus inquietudes
Pablo dice:
15 mar 2017
Gracias por tu opinión, Raquel. La intención de este artículo es doble; por un lado divulgar contenido científico describiendo un hecho objetivo y su causa, y por el otro invitar a la reflexión sobre otras opciones (que cada vez se están viendo más) a la hora de construir las fallas, y por qué no, de vivir las fiestas. Creo que en tu comentario te refieres a la opinión de Huiso, que, a mi modo de ver, es especialmente significativa y valiente, como dices. Bienvenida sea toda reflexión hecha desde el respeto y la consideración, tanto hacia las fiestas como hacia las personas que las viven y el entorno en que se desarrollan. Creo que es la mejor manera de avanzar hacia unas fallas cada vez mejores.
assun peris dice:
22 mar 2015
Todo,en la actualidad,es una utentica locura…las gayatas,los carnavales…las fallas…no sé como la gente de toda esta mierda..debe ser que está anestesiada,idiotizada…enferma…que se yo?!
Lo que está claro es que todo esta del reves…y claro que algo tiene que cambiar…claro! yo diria que casi todo…
Pablo dice:
23 mar 2015
Debería aplicarse más el sentido común (entendido como lo que sentimos todos, en común, respecto a algo) para evitar excesos y abusos. Gracias por tu comentario, Assun, esperemos que poco a poco se vaya creando esa conciencia colectiva!
Ernesto Colomer González dice:
23 mar 2015
Que teneis toda la razón del mundo. Habría que hacer una especie de Congreso Fallero, en el que estuvieran todos, incluyendo los químicos, ingenieros, además de los falleros, claro. El medio ambiente lo agradecerá.
Pablo dice:
23 mar 2015
Interesantísimo ese «Congreso Fallero», Ernesto. Juntando a artistas, técnicos, falleros, no-falleros… las posibilidades de estas fiestas son muchísimas, caben muchas alternativas (y no sólo en los monumentos, también en las decoraciones, los actos, acontecimientos paralelos desarrollados aprovechando la llegada de gente, etc.). Sería muy enriquecedor, sin duda. Gracias por tu aportación!
msefa dice:
27 mar 2015
Ciertamente, jamás había visto «huir de la quema» tan pronto, apenas se habían inflado las llamas la gente echaba a correr despavorida al ver el humo tan escandalosamente negro y espeso, sin acabar de verla quemar! Los bomberos también estropean la cosa, por la prisa que tienen para atender todas las fallas. Y desde luego que esto no ha sido siempre así y tiene que cambiar. O es tradición o no lo es y es solo negocio perdiendo calidad.
Pablo dice:
13 abr 2015
A raíz de escribir esta entrada hemos descubierto que hay un movimiento que busca precisamente ese cambio que comentas, hacia algo más razonable (en todos los sentidos, no sólo en la cremà) para las fallas. Estaremos atentos y abiertos a colaborar en lo que podamos. Muchas gracias por tu comentario!
Una reflexió incòmoda sobre les falles | CIÈNCIA I POLÍTICA dice:
11 mar 2016
[…] Les falles són d’un material que, quan es crema, causa compostos altament tòxics, i ho expliquen molt bé els amics de Piratas de la Ciencia ací: “¿Qué es ese humo negro?” […]
Lola dice:
1 jul 2022
!Qué vergüenza, rabia y frustración! Fui con mi marido inglés tan contenta y tristemente descubrimos el fiasco. Ha sido en la fogueres de San Joan en Alacant. El tema de casi todas ellas era salvar el medio ambiente. ¡Qué ironía!