Voy a defender a unos invertebrados poco simpáticos: las medusas. No es que me guste bañarme en un mar de ellas o sufrir una picadura -cosa que por ahora no ha ocurrido-, pero durante los últimos años he aprendido que son unos pulmones para los océanos. Nos quejamos de que el Mediterráneo está hecho un asco, de porquería y de medusas, pero si no fuera por estas últimas, os aseguro que estaría peor. Yo conozco muy bien el Mar Menor y su evolución, de pequeña recuerdo que de vez en cuando veía medusas, con unos diámetros de 6 o 7 centímetros como mucho, de color transparente y con cuatro circulitos que solían ser morados.
Hasta finales de los 80 hubo un equilibrio que se ha perdido: aquellas medusas tenían en unas tortugas marinas a unos depredadores naturales. Los pescadores terminaron con las tortugas para que éstas no se comieran tampoco a los peces. No estaban acabando con los peces, pero los pescadores querían aumentar la pesca. Además a finales de dicha década, La Manga del Mar Menor comenzó una época en la que se intensificó la construcción de viviendas y el Puerto de Tomás Maestre. Todo el dragado que hubo aumentó el canal de agua por el que se comunican ambos mares. Las aguas del Mar Menor, precisamente por ser un mar casi cerrado, siempre han sido más cálidas y ricas en sales que las del Mar Mayor -así llamamos al Mediterráneo-. Todo esto hizo que especies que apenas se encontraban en nuestra laguna de agua salada aparecieran o incrementaran su población a través de estos canales naturales de comunicación que se habían agrandado más de la cuenta. Yo dejé de ver las medusas transparentes y en su lugar aparecieron unas más grandes y bonitas, de color marrón y con unos tentáculos más grandes. Las transparentes no se podían tocar, al menos las marrones sí: salvo que se tenga una piel hiper sensible, no pasa nada si se agarran por la cabeza.
En los 90 también la agricultura se intensificó, y las ramblas naturales del Campo de Cartagena que desembocan en el Mar Menor arrastraban -y siguen arrastrando- residuos de dicha agricultura que no se trataban adecuadamente. Hay depuradoras, pero lo que llega por ejemplo desde la Rambla del Albujón… Sin comentarios. Ante todas estas agresiones medioambientales, la laguna siempre tuvo respuestas para ir manteniendo su equilibrio de forma natural. Pero la subida de temperatura del agua fue tal, que la población de medusas se incrementó de forma exponencial e hizo que el baño fuera una odisea. Ya que no había depredadores naturales para las medusas, se decidió en época estival colocar unas redes en las costas para impedir que llegaran a la zona de baño, y barcos pesqueros mar adentro se encargaban de recoger kilos y kilos de estos invertebrados.
Porque los turistas se quejaban y hablaban mal de las playas porque veían muchas medusas. Pero la temperatura del agua seguía subiendo, influida también por el cambio climático, los vertidos no disminuían y el trasvase de aguas entre ambos mares también era mayor: había que permitir que barcos más grandes pudieran pasar al Mar Menor. Estos barcos tiran mucho de motor, y no hablemos de la proliferación de motos acuáticas: yo personalmente las prohibiría ahora mismo en toda la laguna. Por lo tanto, incremento de vertidos de carburante también. Pero llegaba el invierno, los turistas se iban, las motos acuáticas no se oían y los barcos dejaban de recoger medusas. Las que quedaban podían seguir con su función depurativa, limpiando el agua.
Pero este verano apenas he visto medusas, su población ha disminuido muchísimo. Y eso se ha notado en la calidad del agua. No son pocos los biólogos que han alertado de lo que supone esto, de la desaparición del mejor mecanismo natural de depuración para el Mar Menor. Y por supuesto de que las agresiones medioambientales no disminuyen, y en el Mediterráneo tampoco. Como siempre la naturaleza tiende al equilibrio. Hace 30 años había muy pocas medusas y no era especialmente necesaria su presencia. Luego se incrementaron, pero así lo requería la laguna frente a las agresiones que estaba sufriendo. Ya que las autoridades competentes no son capaces de devolver la salud al Mar Menor de forma artificial, que dejen a los expertos trabajar: a las medusas…
¿Qué pensáis cuando véis una medusa mientras os bañáis? ¿Os da miedo, asco? Os alejáis, sí, hay que alejarse de la mayoría, por testimonios ajenos sé que la picadura es bastante desagradable. Pero el próximo verano, aunque os alejéis, espero que os entren ganas de seguir viéndolas. Yo este verano me he quedado como alguien se queda cuando espera ver a un amigo que solamente vemos en las vacaciones de verano, y finalmente no es así. Y te preguntas qué ha sido de él y si estará bien. Espero que durante estos meses las medusas vuelvan lentamente a proliferar, que el verano que viene el Mar Menor esté lleno y que tampoco desaparezcan del Mar Mayor. Espero encontrarme con nuestras redes en las zonas costeras, para permitir el baño de forma segura y cómoda, pero sin una campaña de caza y captura tan salvaje como en los últimos años.
Dice la canción que algo se muere en el alma cuando un amigo se va. Reflexionad sobre todo lo que se está yendo y se puede ir de nuestros dos mares más próximos, si estas amigas nos abandonaran definitivamente…