Tras volver de mis mini-vacaciones no puedo evitar intentar resistirme, sin éxito, a volver a la rutina. Acabé feliz porque desconecté una semana haciendo el Camino de Santiago, pero confieso que me quedé con ganas de hacer el Camino de los Faros (http://www.caminodosfaros.com). No consigo entender por qué, pero siempre que me he tumbado en la playa, de noche, al lado de un faro, me he quedado embobado durante horas contemplándolo, pensando en qué significó para los antiguos marineros, cuando no podían contar con la ayuda de los GPS (Global Positioning System), cuando adentrarse en alta mar era una aventura al alcance de muy pocos. Y es que en algunos momentos de nuestra vida, ¿quién no se ha sentido alguna vez como si todas las luces se hubiesen apagado y caminásemos a ciegas sin saber donde estamos y hacia donde nos dirigimos? En cualquier caso, tarde o temprano, (casi) siempre aparece en nuestra vida un faro muy potente, brillante y hermoso que ilumina la senda que estamos siguiendo, que nos permite ver claramente a dónde conduce nuestro camino,  y como consecuencia nos ayuda a decidir si esa es realmente la ruta que queremos seguir o, por el contrario, queremos evitar. En algunos casos, dichos faros son personas que pasan de manera fugaz en nuestra historia, pero cuya huella permanece grabada en nuestro corazón para siempre. En otros casos no nos marcan de manera tan breve e intensa, pero tienen una característica muy importante: su luz siempre está allí, son una referencia inamovible en la que nos fijamos cuando nuestra brújula gira sin cesar.

En mi caso, no solo me he sentido así en mi vida personal: me siento continuamente así en mi ámbito profesional. ¿A qué me dedico? Al estudio de los fenómenos más energéticos del universo, los GRBs (Gamma-Ray Bursts o explosiones de rayos gamma), y en cómo éste y otros eventos extremadamente energéticos (como los quásares, QSOs) pueden ser usados para conocer las características del universo a grandísimas distancias o, lo que es lo mismo, cómo era -este universo- muchísimo tiempo atrás, en su infancia.

Imaginemos una bombilla en medio de una habitación enorme. Su luz nos llega y nos ilumina de manera intensa mientras nos encontremos cerca de ella, pero no es capaz de iluminar ella sola una habitación muy grande. El Sol, pese a ser una estrella de masa y brillo modestos, es el responsable del día y la noche debido a su relativa proximidad. Sin embargo, si pudiésemos alejarnos de él suficientemente, veríamos como poco a poco perdería su majestuosidad para convertirse en una estrella más en el firmamento, y si seguimos así hasta haber recorrido la distancia suficiente, acabaría extinguiéndose su luz a nuestros ojos y necesitaríamos telescopios cada vez más potentes para poder seguir observándolo. Con las galaxias nos ocurre lo mismo. La más cercana a nosotros, la famosa Galaxia de Andrómeda, se puede observar a simple vista bajo un cielo lo suficientemente oscuro (de esos en peligro de extinción). No obstante, conforme empezamos a interesarnos en otras más lejanas, necesitamos cada vez telescopios más potentes hasta que, por fin, llegamos al límite en la que nuestra instrumentación es incapaz de detectar objetos con el mínimo de detalle necesario para obtener resultados confiables. A partir de este punto, el universo empieza a “oscurecerse”, ya que solo es posible alcanzar a ver galaxias muy luminosas en las que se producen fenómenos que ponen a prueba o incluso superan nuestro entendimiento de la naturaleza.

Es precisamente en medio de esta oscuridad donde se centra mi trabajo y son, efectivamente, los mencionados QSOs y GRBs los faros que me iluminan esas zonas inaccesibles del Cosmos para estudiar la absorción (y no la emisión) de luz que produce el gas iluminado. Por tanto, estudio las sombras cósmicas producidas en la luz del faro por las galaxias primigenias y el material que hubo entre ellas. Sí, es como estudiar el perrito de la pared (sistema en absorción) que hacemos con las manos (galaxia) delante de una lámpara (GRB o QSO)…

Un GRB es, y con mucha diferencia, el fenómeno más energético y violento que se puede observar en el firmamento, pero durante un breve periodo de tiempo (segundos para la emisión en rayos gamma, meses para la de radio). Su luminosidad puede ser entre mil y diez mil millones de veces superior a la de nuestra propia galaxia. Afortunadamente, son explosiones que tienen lugar en galaxias muy alejadas de nosotros y no tenemos que temerlas. Pueden estar tan alejadas, que en muchas ocasiones somos incapaces de detectarlas directamente con los telescopios más grandes de los que disponemos (como el Gran Telescopio de Canarias de 10.4m en la isla de La Palma) una vez la luz de la explosión se ha extinguido. ¿Cómo es posible liberar en un breve intervalo de tiempo una cantidad de energía astronómicamente mayor que la que nos llega de la galaxia entera? Actualmente, el único fenómeno capaz de explicar la liberación de tan brutales cantidades de energía es un agujero negro, concretamente su formación, que desencadena una serie de fenómenos que produce esa descomunal emisión de luz. Ellos son, por tanto, los faros que pasan de manera fugaz en el tiempo cósmico, pero nos permite obtener información sobre las galaxias que los alberga con un nivel de detalle imposible de conseguir por otros medios.

Un QSO es, como se puede intuir, el faro que siempre (desde nuestra perspectiva) está allí. Esta luz se piensa que la alimenta un agujero negro supermasivo situado en el núcleo de una galaxia. No brillan tanto como un GRB, pero son más accesibles y por tanto el número de objetos conocidos es mucho mayor, al igual que el número de sombras que podemos estudiar gracias a ellos.

He de reconocer que en mis primeros años como investigador me gustaba más ir a la caza de GRBs, que pueden detectarse con la misma probabilidad un lunes por la mañana que un sábado por la noche (¿os imagináis la preferencia de la suerte entre esos dos ejemplos?). Ahora, prefiero la paz que me aporta la detección de luz que únicamente es millones de veces más luminosa que nuestra Galaxia. Aunque nunca está de más un poco de movimiento de vez en cuando…