El 27 de Septiembre Silent Spring, uno de los mejores libros de divulgación científica de todos los tiempos, cumplió 50 años. Este libro, además de estar bien escrito, cambió la forma de entender nuestra relación con la naturaleza. De hecho, su impacto fue tan profundo que los detractores de los movimientos ambientales tienen en su autora, Rachel Carson, muerta en 1964, a una de sus bestias negras: la acusan de ser la responsable de las decenas de millones de muertes por malaria que se han producido en los últimos 40 años. ¿Por qué esa fijación por una persona muerta hace tanto tiempo?

Rachel Carson fue una excelente escritora de divulgación científica. Bióloga de formación, su carrera investigadora se vio truncada por la necesidad de apoyar económicamente a su familia. En 1936 se convirtió en la segunda mujer que entró a ocupar un puesto a tiempo completo en la Bureau of Fisheries del gobierno de los Estados Unidos (que, poco después, cambió su nombre por el de Fish & Wildlife Service). Allí, entre otras funciones, se encargó de escribir artículos de divulgación sobre biología marina. En 1941 publicó el libro Under the Sea Wind, que recibió buenas críticas y, en 1951, The Sea Around Us, que permaneció durante 86 semanas en la lista de libros más vendidos del New York Times y fue galardonado con el National Book Award. Su primer libro fue reeditado, y se convirtió también en un best seller. Ésto le dio la seguridad económica para abandonar en 1952 su trabajo para dedicarse únicamente a escribir. En 1955 publicó The Edge of the Sea, que fue también muy bien recibido.

En otoño de 1957 Carson ya estaba trabajando en el que sería su nuevo libro, Silent Spring. En él documentó las evidencias científicas que indicaban que el uso indiscriminado de plaguicidas estaba provocando un enorme daño ambiental. Los insecticidas, una vez liberados en el medio, no solo mataban a los insectos dañinos, sino que también afectaban a los insectos beneficiosos. Además, la persistencia de algunos de ellos, como el DDT, hacia que entraran en las cadenas alimentarias, afectando a las poblaciones de peces y pájaros. Y también trató de los efectos de la exposición a plaguicidas en humanos.

Se ha dicho que este libro cambió la política estadounidense de plaguicidas, condujo a la prohibición del DDT, fue el origen del movimiento ambiental, e inició un proceso que condujo con la creación de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) en los Estados Unidos. Y, probablemente, tienen razón, aunque, en esa valoración también debe tenerse en cuenta el contexto. En 1959 se había encontrado que buena parte de la cosecha de arándanos rojos contenía restos de un herbicida que causaba cáncer en ratas de laboratorio. Y, pocos meses antes de la publicación del libro había estallado el escándalo de la talidomida, un fármaco recetado, entre otras cosas, para combatir las nauseas matinales de las embarazadas, que provocó graves malformaciones a sus fetos en formación. Aunque la talidomida nunca llegó a ser aprobada en los Estados Unidos, los medios de comunicación informaron del problema.

El impacto del libro fue tremendo y, posiblemente, fue amplificado por la reacción de la industria química. Hubo presiones a la editorial, y ataques personales a Rachel Carson: fue presentada como una histérica catastrofista, se la acusó de ser comunista y de emplear los resultados de la ciencia de forma selectiva. Pero el problema fue considerado seriamente, y el presidente Kennedy encargó un informe sobre los plaguicidas a un organismo consultivo constituido por científicos, el President’s Science Advisory Committee. La conclusión a la que llegaron fue que era necesario actuar para restringir el uso de plaguicidas, dado que las evidencias de daño a la vida salvaje eran claras y preocupantes. En 1970 se creó la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y, en 1972, con el acuerdo de demócratas y republicanos, y durante la presidencia del republicano Richard Nixon, se prohibió el uso del DDT en los Estados Unidos. Mucho antes, en 1964, Carson, enferma de cáncer desde 1960, murió.

Muchos historiadores consideran que ésta es una historia de éxito. Una persona hace que el público se preocupe por un problema serio. El gobierno, con el consejo de expertos, toma decisiones. La prohibición se adopta con el consenso de los dos partidos. Además, la prohibición no impidió la venta de DDT a la Organización Mundial de la Salud ni a otros estados para luchar contra la malaria. Y permitía el uso del DDT en Estados Unidos en caso de emergencia. Sin embargo, las críticas a Carson nunca cesaron, y se han recrudecido a lo largo de la última década. La revista conservadora Human Events calificó Silent Spring como uno de los 10 libros más dañinos de los siglos XIX y XX. En 2009 un grupo de presión ultraconservador, el Competitive Enterprises Institute, creó el portal rachelcarsonwaswrong.org. En él se afirma que millones de personas han sufrido y sufren de malaria, y que millones de personas han muerto, debido a que Carson provocó una falsa alarma. Finalmente, en la sección Books & Arts de la revista Nature se publicó el pasado 31 de Mayo un recordatorio del 50 aniversario de la publicación del libro. En la misma revista, el 28 de junio, se publicó una carta firmada por 11 investigadores respondiendo a ese recordatorio. En ella se afirmaba que, en los 40 años transcurridos desde 1972, momento en el que se prohibió el uso del DDT en los Estados Unidos, habían muerto en todo el mundo entre 60 y 80 millones de personas por la malaria.

Estas críticas, que ya se habían formulado previamente, ya habían sido contestadas. En Estados Unidos, el uso del DDT había alcanzado un máximo en 1959 debido a la aparición de resistencia de los insectos frente a este producto: cada vez eran necesarias dosis mayores para lograr los efectos deseados. Por eso, en muchas zonas, el DDT se fue substituyendo por otros insecticidas. En muchos países se dejó de usar el DDT contra la malaria en los años 80 y 90 precisamente por la misma razón, por la aparición de resistencia en los mosquitos portadores de la enfermedad. Además, Carson nunca abogó por la prohibición del DDT. Ella criticó el uso masivo de plaguicidas en la agricultura, dado que provocaba la aparición de resistencias, y afirmó que, por esa causa, los programas de control de la malaria estaban amenazados. Finalmente, en el Convenio de Estocolmo de 2001 sobre Compuestos Orgánicos Persistentes se incluía una excepción para el DDT en caso de lucha contra la malaria hasta que se encontrara un substituto.

Naomi Oreskes y Erik Conway, en su libro Merchants of Doubt, ha abordado el tema de la demonización de Carson situándolo en un contexto más amplio. En este libro estos historiadores de la ciencia relatan cómo, desde los años 50, se fueron creando alianzas entre distintos individuos, organizaciones, instituciones y compañías. Primero lucharon contra la consideración del tabaco como un problema de salud pública y, después, se fueron oponiendo a la regulación en distintos problemas ambientales y de salud pública: lluvia ácida, agujero de la capa de ozono, calentamiento global, fumadores pasivos… En un momento de este proceso, algunos sectores del partido republicano se incorporaron a estas coaliciones.

Una característica común de estas personas, organismos e instituciones es su ideología ultraliberal: son defensores a ultranza del libre mercado y son incapaces de aceptar que éste tenga fallos. Y todos esos problemas ambientales y de salud pública son, precisamente, fallos del libre mercado: situaciones en las que se producen daños evidentes, externalidades negativas en la jerga de los economistas ecológicos. Así que la estrategia que adoptaron fue atacar al mensajero: atacar a la ciencia. Popularizaron los conceptos de sound science, ciencia fundamentada, y de junk science, ciencia basura, en función de si los resultados servían o no a sus intereses. Y es en este contexto en el que se entiende el porqué del ataque a Carson tanto tiempo después de su muerte. El movimiento ambiental americano cambió de foco en los años 60 desde un ambientalismo estético hasta un ambientalismo regulatorio. Y el libro de Carson jugó un papel importantísimo en esta reorientación. Se trata, entonces, de demostrar a toda costa que Carson estaba equivocada, porque así se demuestra que la prohibición del DDT, una de las primeras intervenciones ambientales del gobierno de los Estados Unidos, fue un error. Y, una vez sembrada la duda sobre esa legislación, entonces se puede poner en duda cualquier regulación sobre cualquier cuestión ambiental o de salud pública. Todo vale si el objetivo es defender un libre mercado en el que cada vez cree menos gente…