Giro la esquina y a contraluz veo una silueta que respira de forma pausada. Como si me encontrase frente a una obra de arte hecha con técnica mixta, espontáneamente empiezan a aparecerle post-it pegados por todo el cuerpo. Logro leer algunos:

Me quito las gafas, me froto los ojos. ¿Es un superhéroe? No, no lleva los calzoncillos por encima de los pantalones. ¿Es un superhombre? No, no parece tener brazos biónicos. Me acerco y mientras se gira me doy cuenta que es tan solo un Homo cientificus, mitad hombre mitad científico.

¿Cómo es un científico? Con la silueta no hubiera adivinado qué tipo de persona era, podría haber sido un hombre desaliñado o una mujer con tacones, pero lo que define a un científico no es su apariencia física. Aún recuerdo la impresión que me dió ir a una entrevista en las dependencias de una administración regional y encontrarme con un científico desmelenado enfundado en una camisa amarilla arrugada, apuesto que sacada directamente de la maleta de su último vuelo transoceánico para asistir a algún congreso. Pero también los hay de bota, de bata y sin nada, que no desnudos. Siempre me provoca una sonrisa cuando un periodista pretende que, por ejemplo, un bioinformático o un economista agrario se ponga una bata para hacerle una entrevista. Me gusta Looks like a scientist, una página para desterrar todo estereotipo sobre lo que es o no un científico. Sí, los científicos cantan, bailan, son intrépidos, tienen hijos… ¡¡son seres vivos!! Aunque claro, a veces el cine se ha encargado de mostrar los científicos como seres locos capaces de ponerse del lado del mal, levemente reparado por versiones televisivas mucho más alocadamente cercanas con científicos con el pelo de punta y bata verde durante la hora de la merienda.

Pasando de las apariencias, de la superficie, de los estereotipos físicos, llegamos a la percepción social de los científicos. Según la última encuesta de metroscopia los científicos son los profesionales mejor valorados en cuanto al desempeño de sus funciones, en las antípodas se encuentran los políticos. Parece paradójico, por lo menos a un marciano sí se lo parecería, que los personajes peor valorados sean los que mandan a los mejor valorados, el juego del mundo al revés. Pero, ¿qué es lo que hace que un científico sea mejor valorado que cualquier otro profesional?

Hace un par de meses tuve la oportunidad de participar, junto a Eva Pastor y en nombre de Piratas de la Ciencia, en la actividad Cine@CIPF dentro de la Semana de la Ciencia organizada por el CIPF. En dos sesiones presentamos e introdujimos la película Los últimos días del Edén (Medicine man, 1992) a diversos grupos de estudiantes y adultos. Una película clasificada como aventura ecológica con historia de amor que contiene múltiples ingredientes relacionados con la investigación científica. Después de ver la película diversas veces y tomar apuntes, me quedé pensativa mientras escribía en una espiral aquellas cualidades que veía en Robert Campbell y Rae Crane: observador, sin ideas preconcebidas, sistemático, documentador, empírico, tenaz, curioso, crítico.

Sin pretender sentar cátedra, pensé en dilucidar qué cualidades debía tener un científico para desarrollar su trabajo, qué es lo que hacía que tuviera tal valoración social. Esta semana he hecho una encuesta, nada exhaustiva ni científica, preguntando a científicos que me rodean que describiesen a otros científicos cercanos. No pregunté por las cualidades de un científico tipo porque sino hubieran salido características quizás ideales. Me sorprendió ver que las cualidades que había visto en los personajes de la película coincidían con las de mi pseudoencuesta. Las podéis ver en la imagen y os las pongo aquí:

Curioso, imaginativo, crítico, metódico, creativo, rebelde, observador, riguroso, dedicado, reflexivo, escéptico, apasionado, emigrante, vocacional, paciente, puntilloso, brillante, inteligente, conectado, informado, atareado, capaz, dotado, formado, focalizado, innovador, poeta, sensato, pensador, recolector de ideas, recolector de saberes, irónico, técnico, vital, humanista, surrealista, pegado a las leyes de la naturaleza, pegado a lo social, pegado a la historia, transversal, intensivo, erúdito, magistral, sensible, activo, involucrante, profesional, pragmático, poliédrico, sin límites, inconformista, flexible, inflexible, open-minded, inquisitivo, instruido, apátrida, viajado, amante de los retos, clasificador, mal pagado, sin recursos, presa de la incertidumbre, responsable, multidisciplinar, disperso, entusiasta, especulativo, diligente, perspicaz, tenaz, voluntarioso, perseverante, resolutivo, organizado, trabajo en equipo, saberse vender, trabajador, mucha personalidad, networking, networking social, arriesgado, atrevido.

No es oro todo lo que reluce pues también hay científicos que son un fraude, que son envidiosos, que no trabajan en equipo, que no comunican su saber. Los científicos no somos perfectos, seguro que algún día hemos fallado, incluso podemos estar años persiguiendo una hipótesis que finalmente resultará ser falsa. Pero, ¿podría esta lista de cualidades definir a cualquier otro profesional? ¿Acaso no tendríamos una mejor sociedad si sus individuos fueran críticos, empezando por ellos mismos, rigurosos y metódicos, pero a la vez sin límites, imaginativos y apasionados? A veces pienso que el científico es una persona que no ha dejado de ser niño, que contiene el equilibrio perfecto entre la madurez y la capacidad de sorprenderse, que todo en su saber está preparado para ser refutado.

¿Te atreverías a ser un poco científico?