¿Alguien se habrá parado a estudiar la historia de la fascinación?, me preguntaba este verano abriendo el puño del acelerador al salir de las curvas en el departamento de Vosgos, Francia. ¿Quién habrá inventado la aventura?, resonaba sordamente en el poco espacio disponible entre la piel de mi cara y las capas de plástico...