Tot es aigua. Tales de Ferri. Madrid. 2012.

Pensé que esta afirmación era la consecuencia lógica de aquella frase de las clases de bioquímica: “ el cuerpo humano está formado en un 70?% por agua. Resulta que no, me dice un sabio de cabecera (de la mía) que hubo un tal Tales de Mileto que hablaba ya hace tiempo de cosas semejantes…

Pero ha ido pasando el tiempo, el que ha pasado después de aquella clase y el que pasa y vuelve a pasar en la filmoteca de mi memoria, y hay agua por todos lados. No tan solo las aguas que puedan hacer ideas, conceptos, palabras, gestos, pensamientos, acciones, decisiones o dudas cuando se les somete al más mínimo de los análisis críticos con algo de rigor. No, más allá, literalmente hay agua extendiéndose como un big bang hidrofílico e hidrofóbico, con fuerza de origen desconocido, no excesivamente potente pero constante, en perpetuo avance y sin destino conocido.

Nacer en una ciudad con mar marca, dicen. Los signos del zodiaco marcan, dicen. Nosotros los científicos no aceptamos las sandeces, claro, pero en mi nivel de ciencias puras de primero de educación primaria (esto va involucionando progresivamente según avanzan los años de desuso) siempre he pensado que si somos un 70% de agua y la posición de luna y demás astros del firmamento afecta a una masa líquida tan poco despreciable como océanos y demás charquillos orográficos, ¿porque no debería afectar a mis diminutas celulitas nadadoras que apenas cuentan con alguna membranilla para poder declararse en estado de solidez…?

Luego está lo de la poesía y demás manifestaciones «acientíficas»: el mar, el horizonte, los ríos que fluyen, el océano que absorbe, las islas que aíslan, que transportan ecosistemas mágicos… Mucha literatura sobre esto también, yo lo dejaría en dos que tienen que ver con el agua: “Oceano mare” de Alessandro Baricco y “El Dios de la Lluvia Llora sobre Méjico” de Laszlo Passuth (este último más traído por los pelos, sólo un poquito de lluvia en el título para meterlo en el agua, pero mucha lagrima (en el título y alguna al leerlo) que es agua “salá” y en movimiento, es decir, agua viva, más viva que nunca).

Si nos seguimos elevando pues llegamos a aquello de la biología. Esas celulitas que como decíamos son en realidad pura agua, que, mirado con un poquito de detalle, son más mar bravo que embalse industrial, con poritos, corrientes, canales, muchos sustratos y una estructura que se mantiene finalmente por la relación que mantienen sus fóbicos y fílicos, híbridos, componentes con el agua. Mira que es bonita la membrana celular.C3. Agua.

Siempre nos podemos liar mucho más y centrarnos en la importancia del agua en todos los procesos vitales. Podríamos hablar seguro de complejas fuerzas quasi-mágicas y enlaces de esos con una o dos rayitas, de los procesos osmóticos (que es algo que casi me emociona en su sencillez…), del H2O, del O3+, del H-, de sus electrones o protones  o neutrones… Pero esto nos lleva de cabeza al misterioso mundo de la “cuantización” de las cosas. Esto es una cosa que inventaron los físicos para tener algo que hacer con las neuronas y las manos con que acallar la tremenda inquietud que produce sentirse tan pequeños como una gota de lluvia…

Pero bueno, voy a no engañarme, yo pisé el camino de los locos estos de las fórmulas un tiempo y he acabado haciendo cosas de imagen médica. Como algo tienen que decir estos que nombré antes y sus amigos con Q (aka kimikos) de todo lo que pasa, porque son los filósofos de esta realidad paralela de los que no podemos acallar nuestra inquietud ante la inmensidad del agua en acción (también llamada vida), nos acabaron dibujando óleos de ésta agua organizada que llamamos humano a base de hacer dar vueltecitas a los hidrógenos que lo forman (aka ResonanciaMagnéticaNuclear). Hidrógenos acuosos que nos mantienen, si no en pie (que eso es el esqueleto, poca agua ahí), sí en movimiento (metafórica o molecularmente claro). Vamos que la cosa esta del agua es innegable de todo punto. Aparece en la pantalla del ordenador ergo existe.
Hemos dado una vuelta alrededor de la tierra, ¿no?, desde los astros hasta la molécula todo esa agua que somos parece depender de cualquier cosa excepto de nosotros. Aun así, y con la total desfachatez que nos caracteriza como centro del universo que somos, andamos por aquí planteándonos que es la ciencia o el arte, discutiendo sobre la prima de riesgo o consiguiendo un placentero caos hidrogenado cuando nuestro equipo de fútbol gana un partido. Un total absurdo todo, o más bien una consecuencia de nuestra esencialmente impredecible naturaleza, al fin  y al cabo no somos más que agua, ¿no?.

P.D.: alguien se preguntará qué quiero decir con todo esto. Soy muy aficionado a los finales abiertos, sobre todo cuando no los tengo que leer yo, sin embargo en este caso voy a dar la respuesta a esa pregunta: nada. Tan solo un fluir de ideas, un río de sinapsis interneuronales, una cascada de pulsaciones de teclado, una percusión vibratoria semimusical, un dejarse llevar por la corriente de agua, un blanco sobre negro sin principio ni final, una fotografía de un instante, vida…

JC