«Arena», autor: Curiosity Rover
Es pequeño y está en medio de nada. Quizá por eso te ha llamado la atención. Una gran extensión de arena y él en medio, solo, ensimismado. Cogiendo con su pequeña mano un puñado de arena y dejándolo caer entre sus dedos, fascinado, observando cómo fluye, formando una pequeña cascada de partículas que desaparecen al llegar a la superficie de la playa, confundiéndose con millones de partículas iguales que ellas. Repite la operación, esta vez levantando más el brazo, y sonríe mientras ve caer la arena. Su sonrisa se te contagia, y viendo al bebé sentado en la playa no resulta difícil imaginar aquellos momentos en que todo era nuevo, cada paso, cada objeto, cada imagen.
Hace sólo unos días un gesto parecido se ha producido a millones de kilómetros de distancia. Un gesto que aúna esa especie de curiosidad inocente, infantil, de toda la humanidad. El Curiosity Rover, la sonda-robot enviada a Marte por la NASA, ha recogido el primer puñado de arena de la superficie del planeta. Y lo ha sopesado, lo ha estudiado con el interés de aquello que nos resulta nuevo, y tal y como hacíamos nosotros de niños, se ha fijado en algo que destaca, que no es igual que lo que le rodea, como ese trozo de alga que encontrabas en el agujero del foso del castillo de arena. Puede que en este caso no sea más que un trozo de plástico proveniente del propio Curiosity, pero ha desatado todo un protocolo de análisis en la NASA, equivalente, de alguna manera, al ceño fruncido del niño que comprueba la textura viscosa, la temperatura y el olor del fragmento de alga, acumulando más información de la que él mismo podría explicar.
Una de las consecuencias de la vida es la generación de estructuras, organismos o materiales que, de alguna manera, destacan por diferenciarse del medio en que se encuentran. La partícula entre la arena removida por el Curiosity, el propio Curiosity en la superficie de Marte, el ser humano, responsable de esa misión, en el planeta Tierra. Cosas que destacan dentro del medio en que se encuentran. Como el bebé levantando puñados de arena en la playa. Cosas que nos hacen sentir vivos.
3 comentarios
Paloma Vidal Matutano dice:
20 oct 2012
Hola Pablo,
Muy bien post, el símil entre el niño jugando con la arena y la operación de la NASA en Marte con el Curiosity Rover, me parece muy acertada. Lo cotidiano y lo excepcional. Los gestos más humanos comparados con los proyectos más «trascendentales» de la ciencia. Fuera de la noticia en sí, tu post me ha recordado la propia naturaleza humana, esa curiosidad que ha hecho que, desde los primeros humanos, nos hayamos preguntado por las cosas. Aunque muchas veces esas preguntas hayan sido inconscientes, sorprendiéndonos a nosotros mismos, incluso. El Curiosity (creado y dirigido por humanos) cogiendo muestras y observando que, entre las partículas, hay algo que «no es de ahí». Esa pregunta del «qué es esto» y «por qué está aquí». Como tú dices, hasta en otro planeta, el ser humano sigue observando la materia con esa curiosidad de un niño y frunciendo el ceño cuando algo se sale de lo previsto… Muy bueno!!
Pablo dice:
22 oct 2012
Hola Paloma!. Me alegro de que te haya gustado la entrada. Sí, quería, con la excusa del proyecto del Curiosity y su constante envío de información desde Marte (que se puede seguir, además, desde su web (http://mars.jpl.nasa.gov/msl/) y desde su twitter (@MarsCuriosity)) hablar un poco de esa curiosidad, a priori inocente y que como bien dices en ocasiones ha acabado sorprendiéndonos -positiva y negativamente- a nosotros mismos, pero que es algo intrínseco en la naturaleza humana, como se evidencia en nuestra historia y en nuestro comportamiento, aún cuando sólo somos bebés.
Pablo dice:
22 oct 2012
Y muchas gracias por tu comentario, por cierto!!