Copiar es algo que desde pequeños se nos presenta como malo. Una actitud reprobable, punible, propia de aquellos que no quieren esforzarse y buscan resultados por “el camino fácil” (esta frasecita la oí mucho, sin acabar de entender qué tenía de malo hacer las cosas fáciles. Otra cosa distinta es que en este caso lo fácil no fuera lícito). Broncas, castigos y melodramáticas roturas de exámenes salpicaban la vida de aquellos que eran pillados in fraganti. Y con esa connotación negativa grabada en la parte del cerebro donde se graben esas cosas vas creciendo y avanzando en la vida.
Y poco a poco vas viendo que copiar es algo habitual. Se llega incluso a recomendar como técnica para triunfar en un negocio. Hay hasta atajos de teclado para hacerlo. Y es entonces cuando, puestos a copiar, conviene recordar el consejo que nos daban nuestros padres, resignados ante la evidencia y llevados por el sentido práctico que les había dado su experiencia… “y si copias, al menos que sea del más listo”.
Cuando se trata de ciencia, y en concreto de diseños con funcionalidad o de materiales avanzados, la más lista de la clase es, sin duda, la naturaleza. Leí en una entrada de @jmmulet una inusual descripción de la naturaleza como “una feroz competencia por los recursos”. Millones de años dedicados a evolucionar de forma que los organismos sean más competitivos y aprovechen mejor los recursos hacen que sea mucha la ventaja que nos saca esta especie de “empollona repetidora” que confirma el dicho de que “más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Con todo lo que los humanos hemos conseguido, con todos los avances que la ciencia y la tecnología han desarrollado, todavía hay mucho de la naturaleza que se nos escapa, que no entendemos, y aún hay mucho que nos inspira (o mucho de lo que copiarnos). Y eso es en lo que se basa una de las estrategias de desarrollo de nuevos materiales, la biomimética.
Me he cruzado últimamente con varios ejemplos de avances en este campo. Uno de ellos es un nuevo material adhesivo para suturar “inspirado” en la forma de un gusano que vive en las tripas de los peces. Otro es una especie de “hoja artificial” que, sumergida en agua es capaz de separar el hidrógeno y el oxígeno, que pueden recuperarse para producir energía. Lo mejor de este último desarrollo es que la hoja es capaz de “autocurarse”, librándose del biofilm que generan las bacterias presentes en aguas no aptas para el consumo en su superficie y que disminuye su rendimiento. El tercero puede parecer trivial. Se trata de un estudio que, por fin, revela la estructura de nuestros huesos. Hasta ahora sabíamos que están formados por dos materiales, colágeno (flexible) e hidroxiapatita, un mineral duro y frágil. La forma en la que se combinan ambos es la responsable de la dureza, resistencia y ligera flexibilidad de nuestros huesos; una combinación de propiedades extraordinaria que se logra por la intrincada estructura tridimensional que adoptan los componentes y que por fin, gracias al incremento en la potencia de cálculo de los ordenadores, ha sido desvelada. Estamos ahora más cerca de poder imitar este nanocomposite natural que teníamos tan a mano. ¿A que eso de copiar ya no suena tan mal?
3 comentarios
Javier dice:
31 may 2013
Los productos y resultados de la naturaleza como fuente de inspiración para crear. Mímesis, pero también innovación. Como te comenté, no estaba muy de acuerdo con la visión inicial sobre la copia. El valor atribuido a la copia es tan ambiguo que podemos seleccionar aquellos casos que confirman nuestra visión. Estaba sancionado negativamente el copiar en una examen o en un ejercicio -y lo sigue estando- pero no el aprendizaje mecánico y rutinario, ajeno a cualquier forma de creatividad. Para muchos los diferentes fenómenos de copia digital son el símbolo de libertad. Y podríamos mirar el valor de la copia en el arte, pero eso supone irse del tema del post. Inspirarse en lo que hay; al fin y al cabo, ya lo decía el Eclesiastes, no hay nada nuevo bajo el sol. En todo caso, enhorabuena por contarnos estas cosas.
Pablo dice:
3 jun 2013
Javier, muchas gracias por complementar siempre desde un punto de vista que la mayoría de veces se nos escapa (o al menos a mí). Con la visión inicial de la copia pretendía (de una manera un poco maniquea, es cierto) aumentar el contraste entre esos estudiantes penalizados por copiar y los científicos más destacados, premiados por hacerlo, aunque claro, en este caso no de otro científico (aunque habrá casos) sino de la naturaleza. Buscando un poco una paradoja para reforzar la visión de la biomimética, área que me resulta fascinante a cada nuevo ejemplo que encuentro.
Interesante lo que comentas de la no penalización del aprendizaje mecánico, siendo algo que desincentiva tanto la creatividad…
Guillermo Muñoz Matutano dice:
4 jun 2013
Hola,
Javier, has dado en la diana al mostrar como la copia tiene tantas y tantas aristas. Pablo, no creo que Javier esté marcando la copia como no creativa, de hecho todo lo contrario. La copia, como apunta es la libertad en el contexto de las tecnologias digitales, o significa la culturización en el contexto de la imprenta, o como tu marcas en el post significa el estudio de la naturaleza para generar nuevas soluciones tecnologicas, por ejemplo. O como ha señalado Javier, pero sin desarrollarlo, puede significar un cambio de dirección o la intención en el arte, por su supuesta perdida de valor aurático. Pero desde luego, en todos estos casos hay mucha creatividad asociada a la copia. Porque en esos casos la copia es interpretación del original, o sea, de lo copiado se extrae un algo nuevo.
El aprendizaje mecánico es la copia sin valor, o sea, la copia sin necesidad de creatividad, sin interpretación. Probablemente tendriamos que quitar eso de «aprendizaje», porque dudo que se pueda aprender algo sin el esfuerzo que supone interpretarlo, o sea, interiorizarlo, asimilarlo y comprenderlo. Desgraciadamente, el lugar donde es más fácil encontrar este tipo de copia mecánica es en la educación. Esas dos distinciones de copia, copia con valor añadido, y copia sin valor me parece fundamental, y no el hecho de aportar algo nuevo o no, porque como dice Javier, en el fondo, hacer algo nuevo es dificil, y hay quien dice que imposible. Lo interesante quizá sea ver de otra forma lo que ya hemos visto. Copiar, pero interpretar la copia, o ponerla en otro contexto, o pensarla con otros ojos. O sea, aplicar creatividad a la copia.