Lo sé, suena fatal, pero aún os va a sonar peor cuando os complete la frase, tenemos que hablar de dinero. Todo llega alguna vez en la vida. No me imaginaba poniendo el tema sobre la mesa así, de sopetón, pero la idea me asaltó la pasada noche cuando veía, para que me voy a poner selectiva a estas alturas, uno de esos programas que ves sin ganas antes de ir a dormir y que te absorben de lo malos que son. Resumen rápido, unos tíos americanos pujan por trasteros abandonados sin ver lo que hay dentro y luego tratan de sacar beneficios. Con solo tres programas que me he tragado les he visto vender de todo a toda clase de gente, pistolas eléctricas, ollas a presión, carteles de coca-cola, y hasta un equipo completo para disfrazarte de caballero y participar en una justa. Hay gente para todo!
Nada me había llamado la atención hasta que encontraron un sumergible y se lo ofrecieron a un biólogo marino. El chico les dijo que nuevos salían a la venta por más de 60.000 dólares, y que si lo probaban y funcionaba él les podía ofrecer en efectivo 12.000. ¿Qué si me sorprendió el regateo? No! Es que me descubrí a mí misma diciendo en voz alta, “ya, claro, estás que un biólogo marino tiene 12 de los grandes en metálico para comprarse semejante capricho” (lo de doce de los grandes se me pega de ver estos programas). Así, ¡sin más! Había visto gente rarísima pagar grandes cantidades por objetos aún más raros, y lo que me chocaba era que alguien que se dedica a la ciencia tuviera dinero para gastar en un sumergible. Está claro que la mente tiene vida propia.
En mi cabeza los científicos no ganan dinero, o ganan poco. Quizá con el tiempo tienen una vida digna, en el mejor de los casos pagan sus facturas con comodidad, pero todo sin muchos lujos. Evidentemente no es un tema nuevo, se ha hablado de sobra de los sueldos de los científicos, en su blog Pere Estupinyà nos mostraba tablas de sueldos para científicos en USA, tablas que parece que son inexistentes en nuestro país, Materia no hace mucho contaba que nuestros científicos se marchan fuera por un tercio de lo que cobra un concejal en Madrid, incluso nos han llegado a decir que si queremos ser científicos rozaremos la pobreza.
Pero, ¿todo esto debe darnos por vencidos? Depende de cuánto quieras ganar, dice una voz en el fondo. Es que los jóvenes de ahora lo quieren todo al momento y no tienen espíritu de sacrificio, dicen el señor de la primera fila. Ahora los sueldos están equilibrados con la crisis que vivimos y nos toca apretarnos el cinturón, replica la de rojo (creo que es política). Ignoro las voces y os recomiendo un video, el de del corto ¿Bailamos?, en el que un padre trata de convencer a su pequeña de que pase de las clases de baile para ir a las de inglés, con las que seguro segurísimo se labrará un futuro mejor, una profesión mejor y un sueldo mejor. En este caso también hay voces de fondo, y se ríen a cada argumento del infeliz papá, unas voces que en este caso creo que es mejor no ignorar. La pregunta clave de la niña nos deja clavados en la silla, ¿y si hago cosas de provecho estaré más contenta que haciendo lo que me gusta? Os hago un spoiler descarado sin importancia, el padre y la niña acaban bailando rap en el patio de casa. Y justo vi el video porque mi marido me lo mostró cuando nos encontró a mí y a mi hijo bailando en el comedor, porque como madre no le estoy enseñando grandes cosas pero una importante que le he dejado claro es que cuando alguien tiene ganas de bailar lo que tiene que hacer es bailar.
Os diré que creo que en ciencia se gana poco. Me parece que si una portada de Interviú o unas declaraciones en un programa de cotilleo valen 300.000 mortadelos se están riendo de un investigador en la cara. A mi entender alguien que se dedica a la ciencia tiene a su espalda muchos estudios y formación, le echa mucho esfuerzo, tiempo y ganas, tiene entre manos temas de relevancia para todos, ahora o en el futuro, y sin embargo debe luchar cada día por contratos, becas o un espacio adecuado. Supongo que en otras profesiones también se considerarán mal pagados pero escribo esto para dejar muy claro que la ciencia no tiene una repercusión económica en quienes se dedican a ella acorde con su importancia, lo cual deja claro que dicha importancia en este país nos llena la boca en las encuestas pero se ve muy poco reflejada en las nóminas.
Sin embargo, también quiero lanzar una idea que tal vez resulte muy simple, pero tened en cuenta que a veces lo simple triunfa, ¿habéis visto algo más simple que un clip y más útil? La idea es olvidarnos de enumerar a quienes piensan en ser científicos los pros y contras de ganar más o menos dinero tal y como están las cosas. Pasar de la grandilocuencia de que la ciencia es importante, se dedica a cosas importantes, y como consecuencia quizá logremos relevancia con ella. Dejar de hablar de si los científicos están bien valorados en la sociedad, por encima de los corredores de apuestas pero por debajo de los deportistas de élite. ¿Qué tal tratar a la ciencia como una profesión más y empujar a que se dedique a ella a quien le guste? Igual que te puedes dedicar a la cocina, el diseño o la arquitectura. Mientras nuestra profesión nos permita una vida más o menos digna, qué menos que intentar dedicar el tiempo que debemos pasar en el trabajo a algo que nos motive, algo que nos empuje a levantarnos por las mañanas. Que haga ciencia quien se lo pase bien con ella, ¿habéis visto algo más simple? Eso sí, si entre experimento y experimento os entran ganas de bailar, ya sabéis lo que tenéis que hacer.
2 comentarios
María José Herraiz dice:
6 nov 2013
Me encanta trabajar por vocación, así empecé y así espero terminar…
Eva dice:
6 nov 2013
Hola M. José, estoy contigo, para que «te encante» trabajar tienes que tener un vínculo importante con lo que haces, y la vocación lo es todo.
Tienes mucha suerte!