Me asalta una duda. ¿Qué es lo que define más específicamente un reencuentro? Podríamos decir que un reencuentro es lo que sucede cuando vuelves a ver algo, o a alguien, que hacía cierto tiempo que no veías. O cuando vuelves a sentir algo que no sentías desde un tiempo atrás. Quizá, para que exista un reencuentro debe haber existido una separación anterior. Una separación temporal, o física, incluso psicológica o anímica. El reencuentro se podría definir casi por medio de la pausa o el silencio que contienen, ¿no? ¿una especie de intermedio? Estamos acostumbrados a pensar que solo lo narrable dice, pero es falso. Los silencios, las pausas, muchas veces dicen más cosas que el bullicio de la conversación. Los músicos lo saben, los silencios en sus partituras se escriben tanto como las notas que suenan. En el reencuentro uno vuelve, pero vuelve mediado por ese silencio. Y ahí, la pausa no es baladí.
No me acuerdo cuando fue la última vez que visité Sot de Chera en mi infancia. Solía pasar los veranos allí, pero uno de ellos en particular fue el último verano en Sot de Chera de mi infancia. Después dejé de aparecer durante mucho tiempo: Instituto, Universidad, Doctorado, … Pero, de repente, volví. Una mañana de sábado cogí el coche, metí la bicicleta dentro, y acabé en Sot de Chera. Todo estaba prácticamente igual, quizá un poco más bonito, seductor y agradable. A las poblaciones también les puede suceder como a las personas, que a algunas los años les sientan bien, y a otras no. Sot de Chera es de las primeras.
Hace muy pocos años que he vuelto a practicar la bicicleta de montaña. Creo que empezaría a hacer deporte en bicicleta cerca de los 12 años, pero no fue hasta los 15 que no comencé a salir por las montañas con la BTT. Por singularidades de la juventud, me separe cada vez más de las montañas, acercándome a las aceras, carriles bici y usando la BTT como una infiltrada en un jardín de asfalto. El reencuentro con las montañas está superando mi experiencia previa. Las aventuras de fin de semana suceden entre sendas y bajadas por pistas forestales, entre pendientes rotas y trialeras infinitas, subidas con curvas en horquilla o tramos rompe piernas y autopistas arcillosas. Sinceramente, despertarse por la mañana a las 6:30 de un sábado para coger el coche y tirarte 5 horas pedaleando, rodeado de monte, es una de esas cosas que hace sentirte fuerte, orgulloso y contento. En un arranque de vanidad, una mañana le dije a una chica: La física no está en los exámenes, se esconde ahí, entre las montañas. Y, ahora, no puedo estar más de acuerdo. No es mi estilo hacer una enumeración pormenorizada de cada uno de los conceptos de física que se pueden aprender al pedalear con una bicicleta. Más que hacer eso, que es demasiado literal, animo a que os grabéis este nombre entre ceja y ceja: Danny MacAskill. Y, sí, para mí lo que hace este señor (señor a modo de caballero. En concreto este mago es bastante jovencito) es física. Porque si la física no emociona como lo que él hace, no vale la pena. Para los escépticos, solo decir que un domino total del centro de masas, de la inercia, del equilibrio, de la fuerza y la potencia, entre muchas otras cosas, puede transformar el ir en bici en una experiencia emocionante. Es más, solo si el motor para enlazar todas estas cosas es la pasión, ir en bici puede interpretarse como una forma de arte. En Brasil, Feynman enseñaba a sus alumnos a mirar a la bahía para entender la polarización de la luz reflejada. Está claro. Para mí la física está entre las montañas.
Solo se me ocurre una forma para condimentar mejor esa experiencia de pedalear entre rocas: añadir música con unos cascos a la vez que pilotamos. Lo normal es que la gente se grabe con estas estupendas cámaras multi-aventura, y que después añada en youtube un video editado con una banda sonora a elección. Así la experiencia se potencia. Hace poco ha salido a la venta la reedición del álbum La leyenda del Tiempo de Camarón, para conmemorar los 35 años que han pasado desde su grabación. Un conjunto de pistas que Camarón & Co nos ofrecieron para potenciar nuestra vida, y que supuso la revolución dentro del flamenco, por acercarlo al pop, al rock, a la fusión. Pero también fue el primer disco en el que no participaba Paco de Lucia. El primer disco de una separación, que culminó en reencuentro en 1981, cuando el mismo Paco de Lucia produjo el también magnífico álbum Como el Agua. La pareja de Paco de Lucia y Camarón me han parecido siempre una unión de contrarios. Paco de Lucia, excelso guitarrista, a mi modo de ver, más racional, más interior, pero fascinado por la voz caudal y precisa de Camarón. Camarón, desbocado cantaor, pasional y explosivo, completamente enamorado por el toque de la guitarra de Paco de Lucia. Casi que me sirve como metáfora del científico y el artista. Como sucedía entre estos dos mitos, ¿no es el artista el sueño frustrado de un científico?, ¿no es el científico el sueño anhelado del artista?
Hace más de dos años que estoy intentando escribir un artículo sobre el nano-espacio. Pero, a día de hoy, no he escrito ni una sola línea. Es una idea que me surgió cuando visité por primera vez el Guggenheim de Bilbao. La obra de Richard Serra, La Materia del Tiempo, me dejo impactado. No debería extrañarme que se pudiese moldear el tiempo a través de la materia. Soy físico. Pero, en este caso, a través del acero el tiempo se revuelve entre nuestras entrañas. En ese viaje a los terrenos del Txakoli y los Pintxos, las enormes espirales de Serra me transportaron al mundo nanoscópico, a través de dos conceptos: la sintaxis y la semántica en el espacio. Creo que el espacio nano posee unas características propias, que se pueden definir como sintácticas (por estructurales) y semánticas (por significantes). Pero el texto, por ahora, sigue vacío. Necesito referencias externas. Motivaciónes. Una llama que encienda la imaginación.
Gaston Bachelard es uno de esos personajes que te impacta al leer las primeras líneas de su espacio en wikipedia. Citando: “fue un filósofo, poeta, físico, profesor de física y crítico literario francés. Autor inclasificable, estuvo interesado por la historia de la ciencia, moderna o contemporánea, y al mismo tiempo por la imaginación literaria, a la que dedicó una atención paralela”. Hace poco que me he vuelto a reencontrar con uno de sus textos: “La poética del espacio”. Más exactamente debería decir que ando reecontrándome, en activo presente. Es un libro que me está ayudando a salir de ese bloqueo por escribir. En él, reencuentro:
“Al nivel de la imagen poética, la dualidad del sujeto y del objeto es irisada, espejante, continuamente activa en sus inversiones. En ese dominio de la creación de la imagen poética por el poeta, la fenomenología es, si así puede decirse, una fenomenología microscópica.”
Al pasear por entre las palabras de Bachelard, uno se tropieza con una palabra particular y destacada: alma. Este filósofo de la primera mitad del siglo XX ya nos advertía del desuso de esta palabra, que hoy en día casi nos da vergüenza pronunciar. Sin embargo, me parece que la experiencia más enriquecedora que una persona puede sentir está motivada por ese movimiento del alma, ya sea por proyección, por ideal o como motor o contacto.
Hoy es el funeral de Nelson Mandela. No he seguido su historia, más allá de lo que todos conocemos. Pero el otro día, gracias a la cobertura mediática que está siguiendo su muerte, leí un texto que me impactó: su declaración frente al tribunal que lo iba a condenar a muerte. Ese texto rezuma alma, comprometida, y también verdad. Sea lo que signifique la verdad, mediada por la ciencia, por el arte o por todos los métodos de conocimiento, al leer este texto uno advierte que contiene precisamente eso, verdad. Uno se imagina que después de leer este texto Mandela fue conducido a prisión, para pasar allí 27 años de su vida, y se te pone la carne de gallina. Un silencio entre rejas que acabó, finalmente, en reencuentro: Mandela como presidente de una Sudáfrica sin apartheid. Aunque la semana pasada Mandela dejase el mundo de las personas en activo, no quiero ser pretencioso al sugerir que todos nosotros tenemos la obligación ética de reencontrarnos con él a través de su obra. ¿Por qué? Por dignidad.
Los canales 9, 10 y 11 de mi casa últimamente han sufrido mucho vaivén. Pasaron de emitir señales peligrosas, a contar deprisa y corriendo una historia en paralelo que todos deseábamos haber escuchado mucho antes, pasando por un fundido a negro y finalmente lucir una colorida carta de ajuste con un título extrañamente naif: se acabó. No creo que mienta si digo que somos muchos los que queremos reencontrarnos con una Televisión Valenciana. Pero no cualquiera. La cultura, aquella que mucha gente como C.P. Snow proclamaba como integrante de la ciencia y la tecnología, en Valencia hoy sufre un silencio clamoroso. Escuchemos ese silencio todos juntos. Será la única forma de reencontrarnos en un futuro con una Televisión Valenciana de calidad y plural.
¿Hasta qué punto esos silencios o pausas pertenecientes a los reencuentros son indispensables?, ¿qué es lo que se esconde en ese silencio?, La ciencia, el arte y las humanidades, a lo largo de la historia han sufrido idas y venidas, acercamientos y separaciones ¿se espera algún reencuentro entre ellas próximamente? ¿Qué ganaremos con ese reencuentro? La acción política es parte de la cultura, ¿hasta que punto todos los representantes de la cultura debemos tomar parte en la acción ciudadana y política?, ¿cómo podemos usar nuestros espacios, nuestras ciudades, pueblos y espacios naturales, para tomar acción cultural y social?
Una pequeña expedición de Piratas de la Ciencia parte próximamente para Bilbao. Tratará de responderse algunas de todas estas preguntas en las jornadas del congreso Arte, Ciencia y Ciudad que tendrá lugar este jueves y viernes en el Bizkaia Aretoa, donde presentaremos las actividades y los objetivos de nuestra asociación. Un reencuentro con personas como Josep Perelló, Roger Malina, Miquele Emmer, Christa Sommerer, y esperamos que un nuevo encuentro con muchas otras tantas. En mi caso particular, también un reencuentro con Bilbao, y, como no podría ser de otra forma, un reencuentro con la obra de Richard Serra. ¿Despejaré allí mi bloqueo del papel en blanco? ¿Cómo me sentiré al volver a mirar hacia el pasado, al pasear por entre esas enormes elipses de oxido del maestro Serra? Dudas, todas, que surgen justo al borde del reencuentro.
Imagen: Manos del artista. ID 13601730 © N.l | Dreamstime.com
Música: The bright, Hexagonos. Florence and The Machine, Dog days are over. Zigmat, Between bullets.
3 comentarios
Eva Alloza dice:
19 dic 2013
Bueno, Pirata, y ¿cómo fue ese reencuentro? 😉
Guillermo Muñoz Matutano dice:
20 dic 2013
Todo bien contado, documentado y ordenado en próximos posts !!
Bilbao, una ciudad para el Arte y la Ciencia | Blog de piratas de la ciencia dice:
11 mar 2014
[…] una pequeña expedición de Piratas de la Ciencia recorrer esos kilómetros representaba abordar un reencuentro. Un reencuentro con la arquitectura, con los amigos, con el arte y con la industria, bajo el marco […]