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Eva Amaral tocando el theremin en La Mar de Músicas, © Susana

Al igual que las estaciones son cíclicas y siempre se repiten, hay una serie de noticias que también se repiten mucho en la estación estival que acabamos de abandonar: los conciertos. Mil y un festivales por toda la geografía, giras, fiestas patronales, etc… Dependiendo del género -rock, tecno, clásico, folk- nos vamos a encontrar con distintos tipos de instrumentos musicales. En un instrumento musical, centrándonos en lo que es su fabricación y origen, hay mucha artesanía. Se trabaja con materias primas básicas como la madera, nylon, cobre, bronce… Pero a partir del siglo XX y con la llegada de la electrónica, se comienza a añadir esta tecnología a instrumentos ya clásicos, y aparecen por ejemplo los sintetizadores a partir del piano y las guitarras eléctricas, a partir de sus homónimas clásicas. Partimos de un instrumento de toda la vida, y le metemos en las entrañas bobinas, condensadores y circuitos impresos capaces de reproducir un sinfín de sonidos.

En los últimos veinte años, han visto también la luz un par de instrumentos puramente electrónicos bastante interesantes: el Reactable, creado en la Universidad Pompeu Fabra; y el Tenori-on, creado por Yamaha en colaboración con el artista multimedia Toshio Iwai. Éste último es digital y tuve el placer de probarlo hace ya unos años. En cuanto al Reactable, me quedo con las ganas por ahora… Pero hay un instrumento en concreto, que cuando supe de él, me llamó muchísimo más la atención: el Theremin.

Estamos hablando de un instrumento de principios del siglo XX, antes de la era del transistor, donde la electrónica estaba basada en bobinas, condensadores y en válvulas de vacío, que explotaban ante un recalentón. Pero lo que más me llamó la atención de este instrumento es que no busca las vibraciones en una caja de resonancia o en unas cuerdas percutidas. Podemos decir que es un instrumento de radiofrecuencia. Posee unas antenas y a través de una corriente eléctrica se generan ondas electromagnéticas. Moviendo nuestras manos en las proximidades de las antenas -actúan como conductor-, vamos variando la frecuencia de las ondas electromagnéticas, con lo que obtenemos distintos tonos musicales e intensidades (volumen). Posee también unos osciladores, de tal forma que la frecuencia resultante cae dentro del rango audible humano. ¡Está basado en el mismo principio que la radio!

Pero no se le ocurrió a Marconi, sino al músico y físico Lev Serguéievich Termen. Fue el primero en querer tocar directamente sobre algo que no es material: las ondas electromagnéticas. Esto sí que fue el primer instrumento electrónico como tal, y es más, inspiró al ingeniero Robert Moog, creador del primer sintetizador. No partió de un instrumento clásico y lo quiso electrificar. Buscó el sonido a partir de su esencia para interactuar sobre ella: la onda. Qué menos que generar ondas a partir de una antena, y llevarlas al rango audible. Y se le ocurrió a él…

Si creéis que nunca habéis escuchado el sonido de un theremin, estáis muy equivocados. Se ha usado mucho en el cine, para crear efectos especiales. También la música clásica se ha servido de él, y sin pensamos en el pop-rock actual, bandas como Pink Floyd o músicos como Jean Michel Jarre no han dudado en usarlo. En nuestro país, tenemos a bandas como Amaral. Precisamente este verano, tuve la suerte de poder escucharlos por segunda vez en concierto, en el festival La Mar de Músicas de Cartagena.

Según Lev Termen: «Tomé en una mano una vara de metal de tamaño medio y obtuve una chispa de alto voltaje acompañada de un sonido de alta frecuencia, observando que un cambio en la distancia causaba una variación en el tono del sonido.» A los 13 años acababa de descubrir las altas frecuencias y los transformadores Tesla. Me queda la duda de si Maxwell -ya fallecido- y Tesla -éste no- se habrían animado a formar un grupo 😉