Todas las representaciones del nivel anterior sobre la tabla periódica se pueden entender como diferentes mapas conceptuales. Ficciones artificiales que podrían representar toda la naturaleza desde el punto de vista de la química. Todo lo que la química entiende que es natural. O al menos casi todo. Sin embargo, un físico muy probablemente no estaría muy de acuerdo con la respuesta del químico a esa pregunta de ¿qué es lo natural? Casi con toda seguridad su respuesta podría ser algo así como: – La naturaleza es todo aquello que contiene el modelo estándar y la relatividad general-. Dejando un poco de lado la belleza de las contracciones espacio temporales, la siguiente imagen, el esquema del modelo estándar, podría ser equivalente a esa respuesta:
Como se puede ver, el modelo estándar no queda poblado por una ordenación y una clasificación de átomos, sino más bien de partículas. Y ¿qué son las partículas? Son los elementos indivisibles por los que se compone la materia, incluidos los átomos, y mediante las cuales se transmiten las fuerzas entre las distintas partículas. Tenemos toda una fauna clasificada por bosones y fermiones, quarks y leptones, mesones y bariones, … No es mi objetivo hacer un repaso detallado del modelo estándar. Si os interesa indagar sobre su estructura os remito al magnifico canal “Date un Vlog” del estupendo Javier Santaolalla. Aquí simplemente quería resaltar que el modelo estándar comprende el concepto de naturaleza más allá de la tabla periódica, incluyendo nuevos elementos fundamentales, como pueden ser los neutrinos, los muones, los fotones o las propias antipartículas. Un modelo que, aunque al volver la mirada sobre su esquema visual pueda parecer mucho más sencillo que la tabla periódica, contiene muchísimas más sutilidades y dificultades. Sin embargo, aunque el modelo estándar pueda ser una refinación sobre la propia tabla periódica, pudiendo explicar la casuística sub-atómica e integrar las fuerzas entre las partículas dentro del propio modelo, ofrecerlo como respuesta a la pregunta que vengo trabajando en esta serie de niveles no produce ningún cambio cualitativo. Seguimos diciendo lo mismo sobre la relación entre natural y artificial. Podríamos decir que un físico diría que todo lo que contiene el modelo estándar es naturaleza, y por tanto natural. Excepto, como sucedía en los dos anteriores niveles, su propia representación, que sigue siendo una ficción.
Aprovechando el ambiente veraniego voy a usar una metáfora equivalente como resumen de estos tres anteriores niveles. Equivalente, aunque mucho más refrescante. Imaginemos que nos encontramos con una lata de Coca-Cola en una playa, ¿cómo podríamos decir que la lata es artificial y no la playa? Bueno, no son artificiales los átomos que componen la lata, que son átomos de aluminio, totalmente naturales. Tampoco la propia bebida, que, sea cual sea la fórmula milagrosa del gigante americano, sigue conteniendo átomos. Tanto los átomos de aluminio de la lata como los átomos que forman el líquido de la bebida, como los átomos que nos dan forma a nosotros mismos, alguna vez en ese poético pasado nacimos en las estrellas. Nada de su materialidad es artificial. Lo artificial solo proviene de su diseño. El mapa por el que todos nosotros, al ver la lata, o al tragarnos su burbujeante y lucrativo refresco, la reconocemos de inmediato como una lata de Coca-Cola. Pido disculpas a Pepsi por el trato de favor a su rival.