Introducción: ¿Qué es el Open Access?
La educación científica es una parte destacada de nuestra escolarización. A lo largo de cada etapa formativa vamos abriéndonos camino en el estudio de áreas científicas cada vez más especializadas, en un recorrido que comprende desde la educación primaria, la secundaria, hasta la elección concreta de una disciplina específica en la etapa de la formación superior y los grados de universidad. Sin embargo, resulta sorprendente como uno de los elementos centrales del desarrollo de la ciencia, como es el sistema de publicaciones y la difusión de los resultados por medio de publicación de artículos en revistas científicas, solo se estudia de forma completa y profunda en etapas muy avanzadas de la formación educativa de postgrado. Este desequilibrio formativo se convierte en una mala práctica educativa transversal, ya que son pocas personas las que completan postgrados formativos donde se analiza en detalle la complejidad del sistema de publicaciones y la gran influencia que ejerce sobre la determinación de lo que es correcto en ciencia. Más allá del método científico, el sistema de publicaciones es uno de los elementos centrales del sistema de conocimiento científico. Podríamos decir que no hay ciencia sin comunicación de la ciencia.
El desarrollo de conocimiento científico es una empresa colectiva, donde la observación empírica y la propuesta de interpretaciones adquiere valor al someterse al escrutinio del público especializado. El nacimiento de la Royal Society (la primera sociedad científica moderna) podríamos emparejarla con el propio nacimiento de su revista asociada: Philosophical Transactions of the Royal Society. En su primer artículo publicado, dando la bienvenida a modo de editorial de la época (30 de mayo de 1667), inauguran el sistema de publicación científica en revistas que todos conocemos con las siguientes palabas [1]:
“Whereas there is nothing more necessary for promoting the improvement of Philosophical Matters, than the communicating to such, as apply their studies and endeavours that way, such things as are discovered or put in practise by others; it is therefore thought fit to employ the press as the most proper way to gratifie those, whose engagement in such studies, and delight in the advancement of learning and profitable discoveries doth entitle them to the knowledge of what this Kingdom, or other parts of the World, do, from time to time, afford, as well of the progress of the studies, labours, and attempts of the curious and learned in things of this kind, as of their compleat discoveries and performances”
La aparición de esta revista puede interpretarse como uno de los momentos claves en el desarrollo de la ciencia moderna. Hay un hilo histórico que nace en ese instante y que nos conduce, etapa tras etapa, hasta la situación actual de la investigación en ciencia, que hoy en día queda totalmente configurada y modelada por el proceso de difusión de los resultados de investigación. Sin embargo, la situación actual en el sistema de publicaciones contiene una enorme complejidad. A la primera razón histórica de usar las revistas como “modos de difusión” (interna y/o externa), se han ido sumando nuevos modos de uso y aplicaciones de las revistas, a través de la inseparable relación entre investigación, tecnología y sociedad. El desarrollo de nuevas políticas económicas, como la aparición de nuevas tecnologías de comunicación, como puede ser la revolución de internet, ha venido fomentando el uso de nuevas métricas por empresas de análisis de datos, y la elaboración de rankings cuantitativos. Las revistas han ampliado sus objetivos, transformándose en un sistema de evaluación y cesión de crédito en forma de prestigio, un sistema más de monetización y negocio económico, o, ya en la situación política de la era post-globalización, como uno de los elementos principales que determinan las condiciones de precariedad, estrés e incluso el deterioro de la confianza dentro de la propia comunidad de investigadores.
Una de las ramas en esta evolución del sistema de publicaciones en ciencia viene etiquetada con el nombre Open Access (OA). Usando la definición de Peter Suber en “A very brief introduction to Open Access” [2] podríamos definir estas prácticas de publicación como “literatura digital, online, gratuita y liberada de la mayor parte de licencias restrictivas de copyright, que la hace posible el desarrollo de internet y el consentimiento expreso del autor o el titular de los derechos de copyright”. Sin embargo, actualmente podemos encontrarnos con una enorme variedad de prácticas distintas bajo las mismas siglas de OA.
Una rama importante del movimiento OA podríamos vincularla con el ciberactivismo. Es el caso de, por ejemplo, el tristemente fallecido Aaron Swartz, impulsor de la red Reddit, miembro desarrollador de Creative Commons y redactor del manifiesto Guerrilla Open Access Manifiesto. En su manifiesto Swartz reclamaba [3]:
“Information is power. But like all power, there are those who want to keep it for themselves. The world’s entire scientific and cultural heritage, published over centuries in books and journals, is increasingly being digitized and locked up by a handful of private corporations. Want to read the papers featuring the most famous results of the sciences? You’ll need to send enormous amounts to publishers like Reed Elsevier.”
“Large corporations, of course, are blinded by greed. The laws under which they operate require it —their shareholders would revolt at anything less. And the politicians they have bought off back them, passing laws giving them the exclusive power to decide who can make copies.There is no justice in following unjust laws. It’s time to come into the light and, in the grand tradition of civil disobedience, declare our opposition to this private theft of public culture.”
Bajo este tipo de prácticas podríamos reunir tanto propuestas que han sido incluidas de forma institucional (como es el caso de las publicaciones del tipo Creative Commons), o propuestas ocultas por vacíos legales, etiquetadas por las corporaciones y los entramados jurídicos dominantes como redes piratas (este podría ser el caso de la plataforma Sci-Hub desarrollada por la programadora Alexandra Elbakyan [4]).
Sin embargo, parte del movimiento OA ha sido asimilado muy rápidamente por el propio sistema de revistas científicas. La guerrilla ciberactivista ha sido contestada por el propio sistema de “economía de la ciencia” [5]. La mayor parte de revistas han transformado un negocio basado en la rentabilización por cuotas de suscripción y pago por acceso, a un negocio basado en tasas de publicación y pago por producción. Las editoriales se han reconvertido para adaptar su oferta a la nueva circunstancia tecnológica [internet] y la demanda de publicación en abierto. En este sentido se ha desarrollado un sistema de clasificación de revistas OA por colores (dorado, verde, platino, …) para diferenciar las distintas metodologías de pago y de acceso. El modelo OA, por tanto, se presenta como zona de conflicto donde se disputa la hegemonía de un mercado de ciencia guiado por premisas neoliberales o la aparición de una alternativa de comunicación basada en el intercambio y la creación por las comunidades de usuarios.
Contexto. Extractivismo de la atención. Redes de confianza y visibilidad de la vulnerabilidad en Ciencia.
Los modernos estudios sociales de la ciencia y la tecnología ponen de relieve la estrecha relación entre las circunstancias sociales y el conocimiento científico. Podemos entender que ambas esferas en realidad se explican bajo un paradigma de múltiple influencia, donde dejaríamos de hablar de aspectos técnicos o sociales aislados, como burbujas disciplinares y epistémicas, para hablar de aspectos socio-tecno-científicos relacionales [6]. El caso de la publicación en revistas, y más concretamente el modelo de publicación OA, representa un complejo problema donde las nuevas circunstancias tecnológicas [internet] han influido notablemente sobre los modelos político-económicos [el negocio del sistema de publicaciones guiado por las políticas extractivistas de mercado desregulado], junto al desarrollo del conocimiento experto [la necesidad por comunicar los nuevos resultados científicos, como, por otra parte, avanzar en la propia carrera de investigación personal]. Para situar el contexto socio-tecno-científico del conflicto en el modelo de publicación OA es interesante esbozar la tendencia histórico-económica paralela y su influencia en la ciencia y el sistema de publicación de artículos. Por ese motivo, en esta sección voy a revisar algunos de los puntos esenciales de este contexto socio-económico, complementados con observaciones personales.
La década de los años 70 supone el inicio del fenómeno económico y social del neoliberalismo. Un sistema de mercado que abandona (aparentemente) la política como método de resolución de los conflictos económico-sociales, para abrazar la automatización y la autoregulación de los sistemas [7]. Es una propuesta económica que se apropia del desarrollo tecnológico, principalmente liderado por los avances de computación, para diseñar una parametrización de los conflictos sociales. Esta parametrización permite incluir una serie de métricas e índices con los que regular de forma automática el mercado, elaborando una serie de rankings de posiciones. En el corazón más íntimo del sistema reside la fe en la competición como guía de progreso: la creación de un mercado totalmente abierto donde las mejores acciones y las mejores propuestas son las que automáticamente se posicionan en lo más alto de los rankings. Es un sistema automatizado, autosostenido, donde los conflictos políticos se han sustituido por modelos computacionales. De esta forma, la historia, y con ella el tiempo, desaparecen. El parámetro dominante es la competitividad, guiada por la capitalización. El mismo futuro deja de entenderse como el espacio de nuestra libertad (aquello a lo que aspiramos, como posibilidad colectiva), para pasar a convertirse en otro de los espacios del extractivismo neoliberal. Nace la financiarización de la economía, i.e. la explotación de los recursos del futuro en pos de la acumulación de capital en el presente. El sistema se vuelve global, con la consecuencia inmediata de instaurar un slogan decrépito: no hay alternativa. Sin embargo, los años dorados del fin de la historia en occidente caen como un castillo de naipes el 11 de septiembre de 2001. La historia, y con ella el conflicto político y la geopolítica, que no es más que la terrestretización de nuestras tensiones compartidas, asimilando nuestras raíces culturales como propias raíces materiales, explota brutalmente en las calles de Nueva York de ese septiembre negro. No mucho más tarde se extiende sobre las propias de Madrid, Paris, Londres o Barcelona. Nace el estado de alarma occidental, una versión pesimista de la misma financiarización de la economía. Ese estado de alarma usa el mismo mecanismo de competitividad para elaborar rankings, pero esta vez para generar una autoregulación de la supervivencia. El futuro neoliberal ya no existe, ni siquiera para extraerle valor, como muestran los datos sobre el cambio climático. Hemos saturado la extracción de posibles, y ahora debemos resignarnos y conformarnos con volver a un pasado que ahora imaginamos que fue mejor (pero que en realidad nunca existió, puesto que en este mundo que da la espalda a la historia el pasado es un escenario ficcionado, usado para manipular o construir estrategias), o simplemente con intentar quedarnos algo ligeramente peor de como estábamos.
Resulta muy interesante analizar cómo el sistema de publicaciones científicas ha seguido un camino paralelo al que acabo de describir. No resulta sorprendente que George Franck defina la ciencia moderna como un sistema muy avanzado de economía de mercado [8]. El Science Citation Index nace en 1955, un sistema que parametrizaba el sistema de producción científica. En palabras del propio Eugene Garfield, presidente emérito de Thomson Scientific [9], cuando presenta la aparición del sistema de métricas en el complejo, pero floreciente mundo de la publicación científica:
“… an up-to-date tool to facilitate the dissemination and retrieval of scientific literature. Its practical realization was possible thanks to the already-existing information service, Current Contents. The early computer had made it feasible for Current Contents to appear each week together with its title word indexes and author address directory. In those days, conventional indexes were anywhere from six months to three years behind the literature. Nevertheless, the SCI’s success did not stem from its primary function as a search engine, but from its use as an instrument for measuring scientific productivity, made possible by the advent of its by-product, the SCI Journal Citation Reports (JCR) and its Impact Factor rankings.”
En 1975 nace oficialmente el Annual SCI Journal Citation Reports, incluyendo parámetros como el Factor de Impacto. En este sistema de mercado desregulado, guiado igualmente por rankings evaluables de forma automatizada (negando por tanto cualquier espacio a la política explícita dentro del entramado científico), el impacto, o su vertiente suavizada, la atención, guían la competición. De la misma forma que sucedía en la financiarización de la economía global, la ciencia en su conjunto podía regularse a través de la competición individual y la automatización de la atención, elaborando rankings de productibilidad, impacto y visibilidad, que por otro lado quedaban a su vez insertados dentro del propio sistema económico desregulado. En última instancia el impacto y la atención también quedaban monetizados en el mercado bursátil global.
Estas primeras etapas de la reconversión cuantitativa de la atención mediática y el impacto de la publicación de trabajos científicos, pudo cohabitar con los anteriores mecanismos y procesos de autorregulación productiva, basados en la colaboración a través de redes de confianza, quizá iniciados en esos albores de las revistas científicas del siglo XVII. Estas redes se sostienen mediante un sistema de revisión por pares de cada trabajo a publicar (Peer Review), mantenido por un sistema de acceso a las revistas pagado principalmente por las instituciones públicas, como universidades o consejos nacionales de investigación. Sin embargo, la digitalización y el advenimiento de internet potenció las capacidades productivistas y amplió la accesibilidad, cuestionando el sistema de acceso al conocimiento mediante suscripción de pago. Es el momento donde aparece el movimiento OA más intensamente, primero como un revulsivo contra el antiguo sistema de acceso cerrado, intentando ofrecer una democratización del conocimiento, pero no mucho más tarde también como una gran oportunidad de negocio dentro del propio contexto de la financiarizacion de la ciencia. La apertura del conocimiento a través de la red virtual podía significar una ruptura con el sistema de negocio anterior, basado en el acceso por suscripción económica, para abrir el conocimiento a la ciudadanía y robustecer la conciencia científica, o, paradójicamente, intensificar el mercado de la ciencia ampliando su influencia financiera y su monetización.
Hoy en día el conflicto sigue abierto. Si bien es cierto que los repositorios gratuitos se han consolidado como una práctica científica estándar (como por ejemplo con el uso de repositorios de pre-rpints como arXiv o bioRxiv), o el uso de herramientas digitales de código abierto (como por ejemplo el lenguaje de programación Phyton), durante las últimas décadas ha sido especialmente relevante la multiplicación exponencial del valor de las métricas (término que hoy en día ha sido superado con la propuesta de las métricas alternativas “Altimetrics”, basadas en el impacto ampliado hacia redes sociales y distintos repositorios de noticias [10]). El nuevo sistema de publicación basado en OA, guiado por la digitalización de la comunicación científica, ha desarrollado una serie de importantes problemas que tienen como principal consecuencia la destrucción de la red de confianza entre los investigadores. El sistema de publicación actual se alimenta por una cantidad mayor y mayor de contribuciones, consecuencia de la mayor competitividad en la producción de métricas más favorables. La necesidad de obtener un reconocimiento individual basado en el número citas, factor de impacto, número de artículos, …, alimenta a su vez la competición por unos recursos muy limitados. Este sistema ha dado lugar a fenómenos tan nocivos como el Publish or Perish (o la supervivencia basada en la multiplicación de la productividad) o incluso el Pay to Publish (o la relocalización de la rentabilidad de las editoriales desde el acceso hacia la producción). Bajo esta no tan nueva cultura de la competitividad, pero si nuevo paradigma de desregulación y re-valorización de métricas, el objetivo de la publicación se desplaza. En muchos casos empieza a re-orbitar el rol central de la actividad científica hacia el propio hecho de publicar. Por otra parte, el trabajo no monetizado de la revisión de artículos entorpece el camino por la hiper-competitividad y la sobre-producción. Aparecen fenómenos como las revistas depredadoras (revistas donde la calidad científica queda comprometida por la productividad y la rentabilidad económica), el aumento de falta de reproductibilidad de los experimentos, o incluso el aumento de fraude científico [11].
El efecto principal de todas estas prácticas extractivistas de valor en ciencia se materializa como una visibilización de las múltiples vulnerabilidades de las redes de confianza que sostienen el desarrollo de la ciencia. Podríamos decir qué si en el sistema mundo la extracción productiva desregulada y guiada automáticamente por métricas competitivas para valorizar capital desde el futuro hacia el presente devolvió la explosión del conflicto histórico-político, que en realidad nunca había dejado de estar presente, transformando un sistema de aplastante optimismo naif hacia un sistema de aplastante decrepitud existencial, el mismo sistema aplicado sobre uno de los pilares fundamentales del crédito interno y externo científico, como es el sistema de publicaciones iniciado en el siglo XVII, puede desencadenar el deterioro de los sistemas de regulación que nos permiten discernir qué es una verdad científica y qué necesita ser analizado con más detalle. Como hemos visto, la hiper-competitividad alentada por métricas de rentabilidad extractivista afecta a los sistemas de productividad científica, pero su impacto no se encierra únicamente sobre los aspectos productivos. Por ejemplo, se han analizado las consecuencias de este modelo hiper-competitivo sobre los aspectos colaborativos en la investigación científica [12]. Si la colaboración se guía por el mismo sistema de rankings que valoran el impacto y modulan la atención, es fácil entender que estaremos diseñando una colaboración igualmente finaciarizada, cuyo último interés será el mismo aumento de posición en el ranking de valores bursátiles-afectivos. Además, cabe destacar que los entornos afectados por la austeridad económica post-2008 añaden nuevas formas de vulnerabilidad científica, como la extensión y normalización de la precariedad en el entorno laboral-científico. Este tipo de nueva vulnerabilidad acentúa otras muchas que históricamente han sido simplemente anuladas o invisibilizadas, como las importantes desigualdades de género que han afectado y siguen afectando al trabajo de las investigadoras y las familias en ciencia.
Caso de estudio. Repositorios abiertos en la crisis COVID-19 y Lancet Gate.
Un caso particular que concentra muchas de las dinámicas expuestas en esta introducción, englobando tanto la aparición y el uso de repositorios abiertos en la publicación de pre-prints científicos, como la relación entre el propio desarrollo del conocimiento científico y los sucesos socio-económicos, como también el aumento de la vulnerabilidad de la investigación científica, o al menos de su mayor visibilidad, ha sido el uso masivo de los repositorios abiertos para publicar datos médicos en la crisis de la COVID-19, como a su vez su vínculo con el escándalo del Lancet Gate [13].
La emergencia disparada en diciembre de 2019 en Wuhan (China), y rápidamente convertida en pandemia global, sometió a un estrés estructural al sistema clásico de publicaciones científicas. Si durante la anterior etapa pre-COVID-19 el sistema quedaba guiado por la revalorización económica del sistema de publicación OA, atacando frontalmente a las bases de las redes de confianza, la emergencia activada durante la crisis de la COVID-19 aniquiló momentáneamente el sistema completo de publicaciones científicas de un solo golpe. Los tiempos necesarios para completar una revisión siguiendo los criterios del Peer Review convencional eran directamente incompatibles con la necesidad de compartir datos de forma rápida, eficaz y directa entre investigadores, para de esta forma poder agilizar la búsqueda de soluciones. El uso de los repositorios de pre-prints, una opción OA que se ha venido usando ampliamente como herramienta de pre-visibilización y pre-posicionamiento alternativa a los canales oficiales de publicación, sí permitía abrir canales de comunicación entre expertos de forma directa e instantánea. El precio a pagar residía en la anulación de un criterio de control de la calidad científica del trabajo publicado. La acción de colgar un artículo en este tipo de repositorio virtual carece de ningún método de criba, debate previo, o discusión científica entre revisores, editores o miembros expertos de la comunidad. El artículo publicado aparece en el repositorio público el mismo día de ser enviado. Las nuevas e importantes necesidades disparadas con la emergencia de la COVID-19 hacían que este tipo de recurso, aunque no fuese del todo perfecto, si presentase una vía de acceso rápido, aunque no exenta de riesgos, que muchos grupos e investigadores decidieron explorar.
El Lancet Gate apareció en las redes sociales y la prensa mundial a principios del mes de junio de 2020. La noticia difundida masivamente informaba de la retractación por parte de los autores de dos estudios publicados en las prestigiosas revistas The Lancet y The New England Journal of Medicine, que relacionaban “el uso de la hidroxicloroquina para tratar a pacientes de COVID-19 con un aumento de las tasas de mortalidad” [13]. Los autores “se plantearon varias preocupaciones con respecto a la veracidad de los datos empleados en su estudio y los análisis realizados por la empresa que obtuvo los datos, cuyo fundador también figuraba como firmante de la investigación” [13]. Al parecer la fiabilidad y la transparencia de los métodos de obtención y de análisis de los datos de ambos trabajos quedaban ocultos y protegidos por los intereses y las cláusulas empresariales de la compañía privada que proporcionó la base de datos de los trabajos. Además, la viabilidad de la obtención de los datos quedaba en entredicho por varios expertos en la materia, donde se encontraron muchas irregularidades y datos contradictorios. Uno de los artículos que citaban los estudios retractados consistía en un pre-print publicado como primera versión en el repositorio SSRN el 6 de Abril. Sin embargo, muy pronto comenzó a elevarse la alarma sobre las conclusiones derivadas en este trabajo y la fiabilidad de la base de datos usada. El caso dista de ser una pequeña anécdota del sistema de control y confianza que dirige la investigación científica, ya que las conclusiones derivadas en los trabajos publicados en ambas revistas se tomaban como válidos por instituciones tan importantes como la propia Organización Mundial de Salud (OMS), que modula y regula tanto la gestión médica de la pandemia, como el control o las recomendaciones farmacológicas globales. Por supuesto, este tipo de repercusión se entrelaza con aspectos paralelos y complementarios a los médicos, como las regulaciones económicas, laborales, de transporte y turismo que, si bien nunca han podido disociarse de las directrices de seguridad y salud, hoy en día permanecen totalmente fundidas entre sí. Por este motivo, el Lancet Gate y su vínculo con la crisis de la legitimidad del sistema de publicaciones científicas, representa un hito que pone de manifiesto la importancia de analizar no sólo los modos de abrir el conocimiento, sino de la necesidad de cohesionar esa apertura con una fuerte red de confianza entre los expertos, comunicadores y los propios ciudadanos, sin dejar de lado el contexto socio-económico en el que se sitúa.
A través de este caso de estudio podríamos preguntarnos las siguientes cuestiones: ¿Qué tipo de alternativa presentan los repositorios abiertos de publicación científica?,¿qué tipo de conocimiento abierto podemos construir si a la vez no tenemos sistemas de control y validación del conocimiento? ¿Qué sistemas de control y validación podemos desarrollar en un mundo directamente vehiculado por el acceso abierto, pero a la vez completamente traspasado por la financiarización y la hiper-competitividad del trabajo científico?
Conclusiones. Ciencia periférica. Cuidados en las redes vulnerables de ciencia.
Como se ha expuesto en la sección sobre el contexto del sistema de publicación OA, la interpretación del sistema de publicación en ciencia como un mercado de valor más, modulado por el impacto o la atención mediática, debilita la confianza en el propio sistema de publicaciones. Sin embargo, las alternativas OA actuales, como son los propios repositorios abiertos, contienen otro tipo de vulnerabilidades, como podrían ser la falta de un sistema de control sólido que garantice el debate experto y la formación de verdades contrastables. No son los únicos signos de vulnerabilidad en ciencia. La propia creatividad científica puede quedar afectada si seguimos apostando por este tipo de competitividad extractivista. Podríamos preguntarnos sobre cuáles han sido las investigaciones de mayor ruptura conceptual en física desde los años 70, cuando se consolida la alternativa neoliberal ¿La síntesis y el descubrimiento del grafeno? ¿el desarrollo de las nuevas tecnologías cuánticas? ¿el desarrollo de los diodos de luz blanca? … En este sentido podríamos preguntarnos cuál es el balance entre impacto científico e impacto socio-económico de las investigaciones potenciadas por el sistema de la ciencia financiera. Con este tipo de sistema dirigido y cuantificado por parámetros y métricas de impacto, ¿qué tipo de creatividad estamos potenciando? ¿podríamos estar constriñendo la productividad en ciencia, para hacerla que circule sobre un carril único que quizá retorne menos ideas, o menos innovadoras? En este tipo de preguntas circula una reflexión común: ¿qué importancia tiene la diversidad en ciencia, y cuál sería el papel de una ciencia periférica?
En el contexto de las sociedades del riesgo, Wiebe E. Bijker propone explicitar y analizar la vulnerabilidad de la cultura, no sólo para señalar las propias debilidades estructurales de los complejos sistemas socio-tecno-científicos, sino también precisamente parar visibilizar las fortalezas que cada sistema cultural contiene [14]. Siguiendo el modelo SCOT (Social Construction of Technology), ha revisado distintos estudios de caso, como la implantación de los protocolos TCP/IP o X25 de la comunicación en internet, o la nueva toxicidad asociada al desarrollo de la nanotecnología. En sus análisis se descarta la competición como criterio de selección de tecnologías, para investigarlas desde el propio corazón socio-cultural de su desarrollo, diseño o inclusión. Podríamos decir que cada tecnología queda entretejida por las culturas que la hacen posible, como por los desafíos, las controversias o las problemáticas que cada contexto propone. En última instancia, su propuesta desvela la implícita red de colaboraciones entre los múltiples agentes sociales que suelen desencadenar el desarrollo tecno-científico, y las importantes derivaciones creativas que cada propuesta contiene. Hay una reflexión transversal y democrática interna en su análisis. ¿Es este tipo de democracia la que nos interesa, la que aparece del combate para ver quién es el más fuerte? [15]. Pero esta reflexión no hay que entenderla sólo como un argumento moral, si no como un llamamiento a la posibilidad real en la construcción de alternativas. Sí existen alternativas, pero estas exigen la cohesión y la colaboración entre los distintos agentes socio-políticos, para, precisamente, establecer redes de confianza que garanticen la gestión más adecuada de nuestras vulnerabilidades. Desde este punto de vista la construcción democrática quedaría caracterizada por valores como: comunidad, justicia, precaución, solidaridad, pluralidad, variabilidad, creatividad, inclusividad global o desarrollo sostenible. En este sentido, la confianza aprecerá como resultado de sistemas de control, regulación, revisión y propuesta de protocolos que garanticen y posibiliten este sistema de valores, construidos en acción por toda la comunidad.
Quizá uno de los puntos débiles de esta propuesta sea menospreciar la posible influencia que aún contenga la división entre clases sociales. Los sistemas de poder regulan los sistemas de control, y estos pueden seguir dirigidos por las clases sociales que ejercen ese poder. Uno de los mayores riesgos vigentes a día de hoy sea precisamente permanecer excluido en una clase marginada, ya sean dentro del contexto marxista estándar (clase trabajadora subyugada), o como representante de los géneros o culturas que han sostenido el desarrollo del capitalismo moderno (como las mujeres o las etnias sometidas al esclavismo histórico). En ese sentido, el feminismo puede proporcionar una de las claves para diseñar esos mecanismos de control que guíen la formación y el mantenimiento de las redes de confianza. Son precisamente los cuidados transversales, y no su opuesto diametral, la competitividad desregulada, las acciones que deben dirigir la productividad y el impacto desde las coordenadas del sostenimiento de comunidades plurales. Poner en el centro el cuidado, un aspecto fundamental en el feminismo materialista moderno, es reconocer el aspecto positivo de la vulnerabilidad para dotar de mecanismos de control que no queden guiados por un poder contra-democrático.
Este sería precisamente el reto que puede plantear el sistema de OA en ciencia, que ya entendido desde la globalidad de la práctica científica se puede renombrar con el término Ciencia Abierta (OS, del inglés Open Science). En el caso concreto del sistema de publicaciones en ciencia, el análisis de las vulnerabilidades debe venir acompañado con el análisis de los cuidados [16], necesarios para mantener las redes de confianza. Necesitamos tanto un acceso abierto al conocimiento, como un sistema de cuidados que garantice el uso correcto y beneficioso tanto de las nuevas tecnologías (ya sea tecnologías de comunicación como de las tecnologías de automatización y desarrollo de Inteligencia artificial [17]), como de la distribución y el acceso al análisis de la verdad por la sociedad en su conjunto. Si no, como señala Timothy Snyder [18], al abrirnos masivamente a las estrategias OA podríamos simplemente sufrir una Twitterización de la comunicación de la verdad científica. Un proceso que tod+s sabemos que es opuesto al debate sopesado, al análisis riguroso y al respecto entre los distintos agentes sociales. Como vuelve a señalar Snyder [18], el acceso al futuro abre el espacio de la libertad. El apoyo y la defensa de libertad de la comunidad, y no solo del individuo, no es una proclama romántica y nostálgica como suelen defender los negacionistas de la alternativa. La libertad, como futuro global, es un camino tejido desde el hilo histórico por el sentido de lo comunitario. La ciencia, como empresa colectiva de búsqueda de conocimiento, queda traspasada por innumerables conflictos sociales. Entre ellos, los distintos modos de acceso y distribución de la investigación pueden poner en jaque al propio significado de la verdad. Una verdad científica que hoy en día cada vez es más débil e influenciable por el propio mercado bursátil. La tensión principal es resultado de dos fuerzas antagónicas, que desplazan nuestra red de confianza: ¿qué pilar vamos a elegir para sostener el enorme edificio de la cultura científica? ¿es el mercado de valores y afectos guiados por la competitividad y su lado oscuro, la precariedad, la entidad última a la que debemos rendir cuentas? ¿o ese pilar debe estar formado por la cohesión de una comunidad diversa, mantenida por una red estrecha de cuidados funcionales? La proclama hipnótica del NO a la alternativa ha caducado. En ciencia también. Es el momento de la política explícita, de las alternativas, la diversidad y de la lucha social.
Guillermo Muñoz Matutano.
(*) Este texto se escribió como ensayo para la asignatura «Retos Tecnocientíficos» del máster Filosofía para los Retos Contemporáneos de la Universitat Oberta de Catalunya.
Referencias:
[1] “An introduction to this tract” Philosophical Transactions of the Royal Society 1, 1 (1667).
[2] Suber, Peter. “A Very Brief Introduction to Open Access”. http://legacy.earlham.edu/~peters/fos/brief.htm
[3] Swartz, Aaron. «Guerilla Open Access Manifesto» (July 2008). https://archive.org/details/GuerillaOpenAccessManifesto
[4] “Nature’s 10 Ten people who mattered this year”. Nature 540, 507 (2016).
[5] R. Madsen, Ralitsa. “Scientific impact and the quest for visibility”. The FEBS Journal 286, 3968 (2019).
[6] Aibar Puentes, Eduard. “El estudio social de la ciencia. De la sociología de la ciencia a la sociología del conocimiento científico”. UOC – PID_00162857.
[7] Curtis, Adam. “All Watched Over by Machines of Loving Grace”. Documentary. BBC (2011).
[8] Franck G. “The wage of fame: how non-epistemic motives have enabled the phenomenal success of modern science”. Gerontology 61,89 (2014).
[9] Garfield, Eugene. «The evolution of the Science Citation Index». International Microbiology 10, 65 (2007).
[10] Heather Piwowar “Value all research products”. Nature 493, 159 (2013).
[11] Webinar “Fighting fake science: Barriers and solutions” AAAS. https://www.sciencemag.org/custom-publishing/webinars/fighting-fake-science-barriers-and-solutions
[12] Bruce Macfarlane “The paradox of collaboration: a moral continuum”. Higher Education Research & Development 36, 472 (2017).
[13] – Agencia EFE Madrid. “The Lancet se retracta por el artículo que relacionaba la hidroxicloroquina con un aumento de las tasas de mortalidad”. Publicado en El Diario (4 de Junio de 2020).
- Ainhoa Iriberri. “Una actriz porno y datos inexistentes: el lío del estudio que ‘enterró’ la hidroxicloroquina”. Publicado en El Español https://www.elespanol.com/ciencia/salud/20200604/actriz-porno-datos-inexistentes-estudio-enterro-hidroxicloroquina/494951969_0.html
[14] Bijker, W. “Vulnerability of technological cultures”. Lecture UOC (2009).
[15] Valedictory lecture by Prof. Wiebe E. Bijker, given on 12 May 2017 in the St. Janskerk, Maastricht.
https://www.youtube.com/watch?v=Frt0UnTjS_A&t=1851s
[16] Maria Puig de la Bellacasa. “Matters of care in technoscience: Assembling neglected things”. Social Studies of Science 41, 85 (2011).
[17] Caroline Sinders. “Rethinking Artificial Intelligence through Feminism”. CCCLab Cultural Research and Innovation. 5 Mayo de 2020.
http://lab.cccb.org/en/rethinking-artificial-intelligence-through-feminism/
[18] Timothy Snyder. “A Defence of Freedom: On the Rise of Authoritarianism Today”. CCCB.
https://www.cccb.org/en/activities/file/lecture-by-timothy-snyder/229695