Imagen extraída de http://imgfave.com/view/2004464
– Algunas especies del género Xenartra (armadillos, perezosos…) tienen dientes sin esmalte que nunca dejan de crecer, por lo que pinchan cada vez mejor si pinchan, cortan cada vez mejor si cortan, muelen cada vez mejor si muelen.
– En la materia viva, se puede decir que la función no hace el órgano (o las jirafas no tienen el cuello largo de tanto estirarlo).
– En la materia viva, se puede decir que la función hace el órgano (o ciertas especies del género Xenartra tienen dientes que se adaptan al uso que se hace de ellos).
– En la materia viva, incluso los logros lamarckianos se consiguen por vía darwiniana.
Estos cuatro fragmentos son del libro “A más cómo menos por qué”, un conjunto de frases, reflexiones, pensamientos y aforismos relacionados con la ciencia, el mundo y la vida en general, escritos por Jorge Wagensberg, que ha sido director del museo Cosmocaixa de Barcelona, y es un divulgador incansable que está detrás de casi todos los saraos interesantes de divulgación de la ciencia en Cataluña y del resto del país. Su libro son un montón de pequeñas cápsulas de conocimiento pasadas al papel de una forma cuanto menos sorprendente. El título me gusta especialmente, y me recuerda a esas escenas cómicas que viven las madres y los padres cuando sus monstruitos comienzan a desarrollar sus cerebros a velocidad de vértigo y se vuelven curiosos, ávidos de información: Cariño, no te acerques ahí que puedes quemarte. ¿Por qué? Porque he puesto agua en el fuego. ¿Por qué? Porque quiero calentarla. ¿Por qué? Porque voy a hervir un huevo. ¿Por qué? Porque te estoy preparando la cena. ¿Por qué? Grrrrrrr . Así, si cambiamos los personajes de la escena, el mundo sería ese niño preguntón, que nunca se conforma con una contestación, y la ciencia esa madre o padre armados de paciencia que trata de encontrar siempre la siguiente respuesta. Pero la ciencia, como los padres, no siempre tiene respuestas para todo, aunque a veces lo parezca…
Yo he escogido el texto del principio porque me fascina la evolución, aunque reconozco que nunca he terminado El origen de las especies (negaré haber escrito esto ante un tribunal…). Me gusta su sencillez y a la vez su complejidad. Me gusta tener que luchar en cada explicación contra ese lamarckiano que todos tenemos dentro, muy dentro. Pero supongo que os sonará el creacionismo, y sabréis que por desgracia parece que no a todo el mundo le hace tanta gracia esta explicación de cómo hemos llegado a donde estamos y porqué ahora somos quienes somos. Me acordaba de eso cuando hace poco volvió a ser noticia por unas polémicas declaraciones el ídolo adolescente Kirk Cameron (alias “sí, yo también lo llevaba en la carpeta cuando tenía quince años”), que se convirtió primero al cristianismo y después en predicador de una “organización religiosa” al parecer fanática y sectaria, pues ya había causado gran revuelo tiempo atrás atacando a Darwin, relacionando a Hitler con su teoría de la evolución y soltando otras tantas lindezas por el estilo.
Y esto es precisamente lo que me da miedo. Gente inculta, científicamente hablando, que maquina y gesta campañas anti ciencia (no sé si se pueden llamar así) porque algo no les cuadra, o simplemente pone en duda aquello que no se quieren plantear. Y no ya entre la sociedad, presuntamente adulta y armada de argumentos propios, sino en las mismas aulas, mientras siembra alegremente la semilla de la duda razonable contra toda teoría o avance científico en las mentes tiernas de los ciudadanos críticos y racionales del futuro.
A Darwin lo que es de Darwin y a Dios lo que es de Dios. Esta frase, que yo creía haber oído a Eudald Carbonell pero que ahora tengo dudas sobre su origen e incluso sobre el significado con el que nació, me sirve para encarar aquello en lo que me hace pensar todo esto: ¿Podemos desarrollar el área de nuestra personalidad relacionada con la espiritualidad desenvolviéndonos en alguna de las religiones actuales y dejar en paz a la ciencia? Aunque nos parezca imposible, en algunos casos parece que sí. No sé si habéis oído hablar alguna vez a David Jou, un físico catalán que se ha declarado creyente. Sí, como en esas pelis de USA en las que en medio de una multitud, después de que el protagonista confiese algo que le avergüenza mucho, alguien se levanta y dice, PUES YO SOY CREYENTE, y otro, Y YO NO RECICLO, y otro, Y YO ESPÍO ALA VECINA MIENTRAS SE UNTA CREMA HIDRATANTE…. Jou combina sus publicaciones científicas con una reconocida producción poética y además ha profundizado en el diálogo entre la ciencia y la religión.
Os invito a escucharlo hablar en una intervención para analizar la última publicación de Stephen Hawking. Y os invito para que comprobéis que, estando de acuerdo o no con él, se trata de alguien que practica y analiza la ciencia simplemente añadiendo un factor extra que le hace replantearse algunos asuntos, nada más, sin fanatismos y sin mezclar las cosas. En TV3 comentaba lo mismo que en esta ponencia, algo así como que “la ciencia no es el ámbito de estudio de Dios”, tratando de explicar que aún siendo científico, la ciencia no podía cubrir sus necesidades espirituales, las relacionadas con la emotividad, los sentimientos y sobretodo la trascendencia, y por eso recurría a la religión, a la cual trataba con diferentes términos. Como dos parcelas independientes de su vida que es capaz de combinar.
Creo recordar que no profundizó más y no llegó a explicar qué es para él de Darwin y qué es de Dios, pero dejó un discurso crítico y sincero. Por desgracia, estas posturas tolerantes, estudiadas y razonadas no son las que abundan en la mayoría de las religiones, dependiendo en cada caso del “asunto científico” que se trate o se lleve a debate. Se que es polémico hoy en día decir que alguien cree en Dios pero, ¿es posible ser un buen científico y a la vez creyente? ¿Afectarían estas creencias, por ejemplo, a la toma de decisiones en una investigación? ¿O alguien con la cabeza bien amueblada separa bien ambas parcelas? ¿Está más equilibrado, o representa a una mayor parte de la sociedad, un comité de bioética si cuenta con científicos creyentes? Y en definitiva, ¿puede alguien encomendarse a Dios o a Darwin dependiendo del momento del día?
5 comentarios
Guillermo Muñoz Matutano dice:
4 abr 2012
Eva, tu post me ha parecido genial. Enlazas otro tema que me fascina, la relación ciencia y religión. Ayer mismo me encontraba discutiendo con un compañero para decidir si nos encontrábamos más a gusto definiendonos como ateos o como agnósticos. Mi compañero decidió que era mejor definirse como ateo, porque si ibas por ahí diciendo que eras un agnóstico lo mejor que ibas a recibir era una sonora hostia. Me decanté por lo de agnóstico, aun con ese riesgo, aunque empecé pensando que era mejor ateo. El agnóstico piensa que no puede pronunciarse sobre lo que no puede demostrar, mientras que el ateo posee conocimiento, aunque sea a la negativa. Me parece más científica la primera actitud, aunque desde algún punto de vista pueda suponer el dejar una puerta abierta a cosas de “otros” terrenos. Pero luego pensé que me gusta pronunciarme sobre todo, y no callar, incluso sobre las cosas de las que no se puede/o hablar.
Según comentas, en una situación de división supuesta entre ciencia y religión, tenemos a unos “malos” que juntan peras con meninas y a otros más “modernos” que aceptan la existencia de ambos campos, pero disjuntos. A parte de los que únicamente se quedan con su forma de conocimiento, ya sea religiosa o científica. Desde mi punto de vista, un poco toca huevos, a mi me gusta más verlo todo como un continuo mar de posibilidades. Al grano: Me da la impresión de que desde que somos pequeños hemos entendido que ciencia y religión son dos piezas disjuntas y antagónicas. Como ejemplo siempre hemos tenido el caso de Galileo y su juicio con la iglesia católica. Pero, ¿eso no es quedarse un poco corto?. Newton, o Kepler, eran personajes totalmente religiosos. A parte de que Newton trabajase en alquimia, su sentimiento de Dios, según lo que tengo entendido (y perdón si me equivoco) era altísimo. En Cosmos, Carl Sagan nos presenta a un Kepler completamente involucrado en cuestiones metafísicas y trascendentes. De hecho, siempre he pensado que el método de trabajo científico es precisamente muy compatible con el espíritu católico (para ganarse el cielo hay que esforzarse en la tierra ¡¡¡, o: un trabajo científico cierto será aquel que ha combatido a todos los modos de falsacionismo, y para ello tendrás que currar como un descosido ¡¡). Las cosas estas de “la fe en la razón” del siglo XX, también muestran como la razón se puede manifestar como un elemento omnipresente y omnipotente, muy compatible con la idea de un sentir monoteísta. O por otra parte, esta mania de pensar en la ciencia como una estructura que se puede cerrar, con cosas como “la partícula Dios”, o el “modelo estándar”, “o la formula que exprese todo”. Todo eso me suena a religión monoteista. Quizá ciencia y religión si que pudieran ser bastante permeables. En ese sentido de actitud. A ver si me expreso bien. Por ejemplo, la estructura de la biblioteca, o de la estanteria, en si misma no nos dice nada sobre lo que pone en los libros, pero si que condiciona la forma de organizarlos. Quizá la religión pueda influir en la ciencia de una forma parecida. De lo que estoy seguro, y aqui es una cuestión de fe, es que el sentir religioso de Newton influida directamente en su sentir científico. No tengo datos, pero no puedo entender que no quedaran mutuamente influenciados ambos campos, sobre todo en esa época.
Pero quizá lo que entedemos por religiosidad influyente o no en la ciencia, sea una concreta. La religión católica, que es monoteista. Platón, creo que normalmente se toma como origen de este tipo de religiosidad, por esto del mundo de las ideas, la perfección de lo divino, … . Pero también es el origen de cierta forma de razonamiento analítico. No olvidemos que a Sócrates lo conocemos a través de Platón, y con esto platón “mató” a la cultura oral, para generar una cultura escrita, una cultura que tiene otro tiempo y forma para razonar, para analizar, para estudiar, … . Pero antes de Platón o de Sócrates, o de ambos, yo que sé ¡¡, teníamos a los sofistas, esos prematuros postmodernistas, y junto a ellos a esa enmarañada cantidad de dioses (en plural y sin mayúsculas ¡¡), semi-dioses, imperfectos, polígamos, pecadores, con mala hostia, en fín: “humanizados”, y, como alguna vez me han comentado, mucho menos paternalistas. La verdad objetiva y omnisciente, sea religiosa o científica, lo que seguro que és es paternalista, ya que te quita la posibilidad de decidir por ti mismo.
Me gusta pensar que ciencia y religión, inevitablemente, siempre han estado mutuamente influidas, pero han mudado en sus formas. Son esas formas las que controlan los poderes políticos, como la iglesia, o la economía, pero no me puedo imaginar a un científico que no se preguntase de pequeño ¿qué es el infinito?, en sus múltiples vertientes. O ¿qué es la nada?, ¿o si tiene sentido hablar de eso?, y eso no es ni más ni menos que preguntas metafísicas, filosofía trascendental, o meterte en jardines muy densos, lo reconozco, pero son cuestiones que en mayor o menor medida no podemos responder y nos gustaría entender. A mi me gusta hacer compatible lo científico con cierta noción trascendente. En mi caso casi creo que sería un sentir panteísta. No creo en dioses, pero si en fuerzas naturales, a las cuales, en última instancia no puedo comprender. Sí intentar entender sus relaciones, sus reacciones, incluso controlarlas, que más que una actitud de poder, es una actitud de comunicación, pero no su “existencia”. No es objeto de la ciencia preguntarse por esa existencia, pero sé que me dejo cosas en el tintero sino lo hago. Y quizá la ciencia que hagamos pueda ser peor sino lo hacemos. Pero en el sentido de que inevitabelmente es menos humana, o, mejor dicho, más des-humanizada. En esa lista de preguntas concatenadas del niño, parece que siempre lleguemos a un “por qué” que nos deja un poco mudos. Me gusta pensar que el científico actúa más como ese preguntón insaciable, más que una persona que da respuestas. Aunque si pregunta es precisamente para encontrar respuestas, pero todos sabemos que las respuestas siempre acaban por traerte más preguntas. Y finalmente, alguna habrá que sea más o menos trascendente. Quizá lo importante es la decisión de cómo actuamos ante estas preguntas trascendentes: pasamos y las olvidamos, torciendo la cabeza, las veneramos como dioses, … .
Creo que la ciencia no puede dejar fuera a la trascendencia. Otra cosa es que sea su objeto de estudio directo. Estoy casi seguro que podría ser una especie de motor. En el sentido, por ejemplo: “¿qué son esas chispas?, ¿qué es eso que me fascina tanto?, estoy seguro que no muerde ni ataca como un Dios enfadado, y quizá podríamos entenderlo”. Todo esto, obviamente, entendiendo ciencia como ciencias experimentales, ciencias sociales o humanidades. Que aquí cada uno tira para su huerto, pero al fin y al cabo todo es lo mismo. O sea, un conjunto de trascendencias desconocidas, pero con ganas de interactuar con todas ellas. A mí esto me suena, o me gusta oírlo, más parecido a ese Olimpo de dioses muy humanizados que a un tótem único y total. Pero creo que eso es cuestión de gustos o de ideologias.
Como siempre, creo que hay más actitud fanática en actitudes como la del tipo este de las carpetas de las quinceañeras, que una cuestión de confrontación estructural. O sea, confrontación hay, sería estúpido negarlo, pero a mi entender atañe más a cuestiones más prácticas o políticas, o becerras, que a cuestiones estructurales a priori. Al final cada uno sigue lo que cree, eso está claro, pero parece que puede ser más sano no creer en las verdades absolutas, de ninguno de los palos.
Pues eso, que ni ateo ni agnóstico, panteísta, cojones. Quizá un panteismo que sustituya los espiritus por los recuerdos, propios y personales. Algo que sé que existe, pero no entiendo. Algo que, por otra parte, resulta completamente necesario en la ciencia. Pues eso, mejor me quedo en proyecto de científico y a tomar por viento fresco.
Ewa dice:
4 abr 2012
Estáis cumpliendo lo que me dijo Jorge… generáis más preguntas que respuestas… me voy con un desasosiego después de leeros que no me lo quito ni leyéndoos mil veces 😉
Me encuentro en esta tesitura muchas veces pues tengo personas muy cercanas que son devotas y amantes de todo lo pseudocientífico, así que me es difícil entrar en el terreno de la fe y las creencias. Mi religión es la ciencia y a veces me es tan complicado hacer comprensibles cosas que forman parte de mi y que veo tan y tan claras. Llega a un punto en el que pienso que esas personas necesitan creer, y no hay más.
La religión la veo como un código de conducta unido a un oráculo capaz de dar respuesta a los miedos y las dudas más animales del ser humano. Cuando algo no tiene explicación, cuando la ciencia no les da una respuesta clara se lanzan a la religión. La religión es una herramienta humana que permite apaciguar la mente. Así que en cierta manera puedo entender que David Jou para, como decías, «cubrir sus necesidades espirituales, las relacionadas con la emotividad, los sentimientos y sobretodo la trascendencia».
La religión ha aparecido como una solución en todas las culturas, en diferentes formas pero está ahí. Eso me hace pensar que, cómo pasa en ciencia, cuando en diversos puntos se llega a través de la evolución a una misma solución quiere decir que quizás sea necesaria.
¿Si la ciencia lo supiera todo existiría la religión?
Gracias por hacernos reflexionar 😉
Gloria dice:
5 abr 2012
¡que blog mas interesante! me pierdo con tanta reflexion, temas a los que llegamos muchas veces de horas y horas de conversaciones y silencios entremezclados, al final se termina tratando de justificar nuestro pensamiento
Gracias por entretenerme un buen rato
Guillermo Muñoz Matutano dice:
5 abr 2012
La religión católica, desde luego es muy paternalista, y ha basado, sino es que lo sigue haciendo, su control mediante el miedo. No hay más que seguir los pasos de la santa inquisición (en España, oficialmente, desde los reyes católicos hasta el siglo XIX ¡¡¡). Pero, ¿la reforma?, ¿los protestantes?. ¿Podría existir un link con un inicio de la ciencia moderna?. Lo digo sin ninguna base y conocimiento, estaria bien que alguien con conocimiento se pronunciase. Más allá de la simpleza, si los alemanes y los ingleses hacen esa/esta ciencia, no debería estar desconectado de ese giro del siglo XVI, ¿no?.
Guillermo Muñoz Matutano dice:
7 abr 2012
Bueno, esto de la ignorancia, lo reconozco, es muy peligroso, y hablar por hablar es muy fácil. He estado intentando leer un poco, enciclopedias y wikipedia, sobre los científicos de ese momento donde religión católica/protestante y ciencia no estaban tan separadas. Copérnico, Kepler, Newton, son grandes ejemplos de científicos donde su sentido religioso, no es que estuviese presente, sino que era tan alto o importante como sus descubrimientos racionales. Supongo que 1500-1600, era una época en donde no tenía sentido preguntarse o cuestionarse si uno era religioso o no, simplemente uno lo era. Pero Copérnico fue canónigo en la catedral de Fraeunburg, Newton se definía como Arrianista, y Kepler era protestante con una alta formación en teología (por poner unos ejemplos).
Respecto a protestantismo o catolicismo. Parece ser que el protestantismo, por ejemplo, tampoco aceptó el sistema heliocentrista. Quizá porque una de sus bases era la nueva traducción de la biblia, una cierta vuelta a las escrituras, y parece que se podía interpretar en la biblia algo incoherente con el sistema heliocentrista. O sea, que eso de que los protestante podrían ser más sensibles a lo racional, parece que es una soberana gilipoyez, desde mi completa ignorancia en el tema. Sin embargo, parece que en el sistema protestante se repelía todo aquello que era emotivo o pasional. Eso me suena mucho al sistema más científico, que debe eliminar toda pasión de su razonamiento. Por contra, nada mejor que estos días de pascua para darnos cuenta que la doctrina católica precisamente usaba/usa esa pasión para “acercarse a Dios”. Desde mi punto de vista, creo que esa tradición católica asentada en países como España pude ser una ventaja social para juntar sensibilidades. Por ejemplo, una buena ventaja para poder desarrollar iniciativas interesantes en ámbitos arte/ciencia, siempre que el lado racional se desarrolle a la par, que parece que ese es nuestro desafío, y siempre que se eliminase cualquier vestigio de paternalismo. O sea, una buena quimera. Pero bueno, por ejemplo, siempre que se habla de renacimiento el tópico es hablar de Italia y figuras como Miguel Ángel, Leonardo, … . Pero, en wikipedia a Copérnico se le define como:
“Copérnico era matemático, astrónomo, jurista, físico, clérigo católico, gobernador, administrador, líder militar, diplomático y economista.”
En el libro que estoy leyendo de María Zambrano, “Hacia un saber del alma”, creo que , entre muchos otras cosas, habla de esto. La fragmentación entre filosofía, poesía y religiosidad (o transcendencia). En cómo, a través del tiempo, lo que estaba unido entre todas ellas se fue separando, incluso a veces irreconciliablemente. Parece que estas figuras de la historia, Newton, Kepler, Copérnico, entre muchos más, muestran una ciencia más permeable, más capaz de ser parte de un todo, pero a la vez una ciencia que incluso hoy en día la seguimos estudiando. O sea, una ciencia válida. Parece que el científico que todos pensamos cuando pensamos en un científico sea el científico del siglo XIX, pero mucho de lo que estudiamos lo descubireron unos científicos, que como investigadores quizá no los conozcamos tanto. Me da la impresión vaya.
En cualquier caso, y desde un punto de vista más práctico, no sé si comparto esa idea de división entre trabajo científico y sentir religioso en el ámbito privado, tipo lo que comentas de Jou. Quiero decir, lo trascendente creo que puede actuar como motor, como motivación o fuente de inspiración del trabajo científico. No me creo que nadie se acerque a algo (por ejemplo a la ciencia) sin un motivo transcendental, sea cual sea. María Zambrano también habla de otros tipos de trascendencia, como lo que pudo ser la respuesta del romanticismo a los dos siglos de razón desmesurada de la ilustración. O la comunión que existía en el mundo clásico. Por ejemplo, desde el punto de vista romántico, las fuerzas de la naturaleza devuelven algo de nosotros mismos, son un espejo. En esa visión romántica hay una trascendencia. O en la experiencia redentora que sentimos al conectarnos con lo vivo, que supone re-encontranos con los orígenes naturales: con el bosque, con el mar, con los horizontes. Hay algo transcendental, quizá poético, que actúa como fuente e inspiración para acercarnos al mundo natural, y quizá a intentar explicarlo, por conocerlo. Pero en ese caso, no existe división entre ámbito privado de ese sentir trascendente y la decisión de investigar. Es un todo.
Pero seguro que hay otras formas trascendentes. Después del postmodernismo, o después de las sociedades tecnocráticas, la tecnología, o mejor, lo que parece que está detrás de ella en mayor medida, el consumo, puede ser el motivo trascendente/religioso en la ciencia. O sea, el motivo principal, después de la muerte de Dios, de la historia y de la moral, es el dólar y el individuo, y el científico, más que dejar de ser una persona no religiosa, cambia su culto hacia el culto de lo material, o de lo materialmente vendible. Eso, desde mi punto de vista, es otra forma de religiosidad (sumisión a un poder omnipotente, omnipresente e incluso omnisicente). Ojo, y no lo digo solamente como efecto práctico (la investigación necesita dinero para ejecutarse), sino como creencia (solo la investigación que ofrece aplicación o función es investigación seria). Independientemente de que personalmente me parece que la tecnología y la investigación aplicada aporta muchas ventajas y es muy interesante, desde múltiples ángulos y visiones, no solo el instrumental. Pero quizá una visión trascendente más amplia en la ciencia pueda generar, de hecho, desafíos más profundos.