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– Algunas especies del género Xenartra (armadillos, perezosos…) tienen dientes sin esmalte que nunca dejan de crecer, por lo que pinchan cada vez mejor si pinchan, cortan cada vez mejor si cortan, muelen cada vez mejor si muelen.

– En la materia viva, se puede decir que la función no hace el órgano (o las jirafas no tienen el cuello largo de tanto estirarlo).

– En la materia viva, se puede decir que la función hace el órgano (o ciertas especies del género Xenartra tienen dientes que se adaptan al uso que se hace de ellos).

– En la materia viva, incluso los logros lamarckianos se consiguen por vía darwiniana.

Estos cuatro fragmentos son del libro “A más cómo menos por qué”, un conjunto de frases, reflexiones, pensamientos y aforismos relacionados con la ciencia, el mundo y la vida en general, escritos por Jorge Wagensberg, que ha sido director del museo Cosmocaixa de Barcelona, y es un divulgador incansable que está detrás de casi todos los saraos interesantes de divulgación de la ciencia en Cataluña y del resto del país. Su libro son un montón de pequeñas cápsulas de conocimiento pasadas al papel de una forma cuanto menos sorprendente. El título me gusta especialmente, y me recuerda a esas escenas cómicas que viven las madres y los padres cuando sus monstruitos comienzan a desarrollar sus cerebros a velocidad de vértigo y se vuelven curiosos, ávidos de información: Cariño, no te acerques ahí que puedes quemarte. ¿Por qué? Porque he puesto agua en el fuego. ¿Por qué? Porque quiero calentarla. ¿Por qué? Porque voy a hervir un huevo. ¿Por qué? Porque te estoy preparando la cena. ¿Por qué? Grrrrrrr . Así, si cambiamos los personajes de la escena, el mundo sería ese niño preguntón, que nunca se conforma con una contestación, y la ciencia esa madre o padre armados de paciencia que trata de encontrar siempre la siguiente respuesta. Pero la ciencia, como los padres, no siempre tiene respuestas para todo, aunque a veces lo parezca…

Yo he escogido el texto del principio porque me fascina la evolución, aunque reconozco que nunca he terminado El origen de las especies (negaré haber escrito esto ante un tribunal…). Me gusta su sencillez y a la vez su complejidad. Me gusta tener que luchar en cada explicación contra ese lamarckiano que todos tenemos dentro, muy dentro. Pero supongo que os sonará el creacionismo, y sabréis que por desgracia parece que no a todo el mundo le hace tanta gracia esta explicación de cómo hemos llegado a donde estamos y porqué ahora somos quienes somos. Me acordaba de eso cuando hace poco volvió a ser noticia por unas polémicas declaraciones el ídolo adolescente Kirk Cameron (alias “sí, yo también lo llevaba en la carpeta cuando tenía quince años”), que se convirtió primero al cristianismo y después en predicador de una  “organización religiosa” al parecer fanática y sectaria, pues ya había causado gran revuelo tiempo atrás atacando a Darwin, relacionando a Hitler con su teoría de la evolución y soltando otras tantas lindezas por el estilo.

Y esto es precisamente lo que me da miedo. Gente inculta, científicamente hablando, que maquina y gesta campañas anti ciencia (no sé si se pueden llamar así) porque algo no les cuadra, o simplemente pone en duda aquello que no se quieren plantear. Y no ya entre la sociedad, presuntamente adulta y armada de argumentos propios, sino en las mismas aulas, mientras siembra alegremente la semilla de la duda razonable contra toda teoría o avance científico en las mentes tiernas de los ciudadanos críticos y racionales del futuro.

A Darwin lo que es de Darwin y a Dios lo que es de Dios. Esta frase, que yo creía haber oído a Eudald Carbonell pero que ahora tengo dudas sobre su origen e incluso sobre el significado con el que nació, me sirve para encarar aquello en lo que me hace pensar todo esto: ¿Podemos desarrollar el área de nuestra personalidad relacionada con la espiritualidad desenvolviéndonos en alguna de las religiones actuales y dejar en paz a la ciencia? Aunque nos parezca imposible, en algunos casos parece que sí. No sé si habéis oído hablar alguna vez a David Jou, un físico catalán que se ha declarado creyente. Sí, como en esas pelis de USA en las que en medio de una multitud, después de que el protagonista confiese algo que le avergüenza mucho, alguien se levanta y dice, PUES YO SOY CREYENTE, y otro, Y YO NO RECICLO, y otro, Y YO ESPÍO ALA VECINA MIENTRAS SE UNTA CREMA HIDRATANTE…. Jou combina sus publicaciones científicas con una reconocida producción poética y además ha profundizado en el diálogo entre la ciencia y la religión.

Os invito a escucharlo hablar en una intervención para analizar la última publicación de Stephen Hawking. Y os invito para que comprobéis que, estando de acuerdo o no con él, se trata de alguien que practica y analiza la ciencia simplemente añadiendo un factor extra que le hace replantearse algunos asuntos, nada más, sin fanatismos y sin mezclar las cosas. En TV3 comentaba lo mismo que en esta ponencia, algo así como que “la ciencia no es el ámbito de estudio de Dios”, tratando de explicar que aún siendo científico, la ciencia no podía cubrir sus necesidades espirituales, las relacionadas con la emotividad, los sentimientos y sobretodo la trascendencia, y por eso recurría a la religión, a la cual trataba con diferentes términos. Como dos parcelas independientes de su vida que es capaz de combinar.

Creo recordar que no profundizó más y no llegó a explicar qué es para él de Darwin y qué es de Dios, pero dejó un discurso crítico y sincero. Por desgracia, estas posturas tolerantes, estudiadas y razonadas no son las que abundan en la mayoría de las religiones, dependiendo en cada caso del “asunto  científico” que se trate o se lleve a debate. Se que es polémico hoy en día decir que alguien cree en Dios pero, ¿es posible ser un buen científico y a la vez creyente? ¿Afectarían estas creencias, por ejemplo, a la toma de decisiones en una investigación? ¿O alguien con la cabeza bien amueblada separa bien ambas parcelas? ¿Está más equilibrado, o representa a una mayor parte de la sociedad, un comité de bioética si cuenta con científicos creyentes? Y en definitiva, ¿puede alguien encomendarse a Dios o a Darwin dependiendo del momento del día?