¿Cómo es posible que la música nos emocione?. ¿Por qué unas frecuencias de ciertas ondas de presión, elegidas con mucho cuidado, pueden removernos esos sentimientos que tenemos ahí escondidos, en eso que llaman alma?. Pero, sin embargo, otras secuencias, aleatorias, lo que llamamos ruido, simplemente molesta. Sé que existen tendencias modernas de lo que se llama ruidismo, por lo que definir lo que es música o no, o incluso qué sonidos son emocionantes o no, he de entender que es muy subjetivo. Son temas muy tratados y muy estudiados, como demuestra que dentro del contexto arte/ciencia las vertientes que usan música y sonidos son tan amplias y múltiples que existe un número anual de la revista Leonardo dedicada íntegramente a estos aspectos. Pero yo quería hablar de otras cosas.
Últimamente me ha dado por escuchar música clásica. Siempre había pensado que escribir una frase así era algo parecido como autoetiquetarse pedante, por no decir simplemente gilipollas. Pero, espero ahora mismo poder arreglarlo. Me ha dado por escuchar melodías de bandas sonoras de películas, o fragmentos de grandes obras clásicas, pero que reconozco que si las conozco es por haberlas escuchado en anuncios de colonia o de electrodomésticos. A pesar de que mi abuela materna era pianista, mi cultura musical es pobre, o muy ignorante. Pero también tengo que decir que, si me he acercado, es porque me ha emocionado. Algo muy simple. Nada elaborado. ¿Por qué pueden humedecerse los ojos al escuchar música?, ¿Por qué una melodía energética puede darte vitalidad para todo un día de trabajo duro?. Esto de la música es un interfono directo al alma. De hecho, el otro día, me enteré de que existen terapias para niños que están basadas precisamente en escuchar música. Realmente no me extraña. En uno de los anteriores posts, o en alguna contestación, citaba cómo el contacto con la naturaleza nos conecta con lo vivo. Estoy seguro que la música actúa de alguna forma similar, aunque la música de natural tiene poco. Es un lenguaje que no necesita lenguas, a parte del propio lenguaje musical. Es un lenguaje sin conceptos. Un lenguaje que alimenta la imaginación.
Pero, ¿por qué imaginamos cosas al escuchar música?. Me acuerdo mucho que de pequeño escuchaba reincidentemente, como si fuese un disco de Europe, la apertura 1812 de Tchaikovsky, mientras estaba tumbado en el sofá con mi padre. Mi padre me relataba las escenas: que si una batalla, que si una persecución en carro, que si un palacio con una princesa árabe. Y os juro que lo veía. La música lo llevaba encima. Hablaba sin palabras. Y ese tema de Tchaikovsky, que muchos dirán que es un tema muy facilón, a mi me sigue emocionando. El Claro de Luna de Bethoven, no puedo más que dejarme emocionar al recordar cómo se movían las manos de mi abuela, aun en su vejez, tocando el piano con una dulzura que no olvidaba que un día fueron manos de concertista. El otro día me tembló el ceño al escuchar el tema principal de la banda sonora de Bailando con Lobos. Ese fragmento que suena mientras viaja Kevin Costner por las praderas, sonando los violines y las trompas. Dos aliados perfectos: lo natural con lo emocionante. No podía ser casualidad. Otro tema que me encanta es el tema principal de la banda sonora de Conan. Es perfecta para el enfrentamiento, da imagen a ese momento previo de darlo todo. A la lucha. En esos momentos duros de escribir la tesis doctoral, cuando en el despacho se me veía flaquear, mis compañeros encendían el altavoz a todo volumen para recordar con esos timbales que aun quedaba mucho camino que pelear, pero que se iba a pelear. Y la música actuaba. El tema de La danza de los Caballeros, de Prokovief, para mi es la definición del mal. Hay un rostro con ojos negros escondido tras una esquina, con piernas largas y vestido con gabardina. Con la espalda encorvada, y un sombrero tapando una sonrisa maliciosa. Un personaje de una película expresionista alemana, que encarna con esa mudez de palabras, la perfecta maldad.
En fin, la música emociona y nos hace imaginar. Y sigo sin entender por qué. Quizá, el mayor legado que podamos dar a la humanidad esté escrito en el lenguaje de la música, un lenguaje único y entendido por todos, como torre de Babel inmaterial, pero real. Lenguaje que todos entendemos y que recoge todos los sueños y las emociones de nuestra alma. Pero, ¿y la ciencia?. ¿La ciencia necesita música?, ¿La ciencia necesita comunicarse con el alma de forma directa?. ¿Cuál es el alma en ciencia?.
Precisamente ayer me enteré de que el premio Cervantes de este año se lo han dado a Nicanor Parra, poeta chileno, pero también físico y matemático. Enseguida me recordó a Ernesto Sábato, escritor, pero también físico. La poesía quizá es la escritura más parecida a la música, incluso existe la poesía fonética, que, más allá que contar, canta. Pero la música no es parcela aparte. Sabemos, por ejemplo, de la afición de muchos científicos a la música. Planck y Einstein tocaban piano y violín. También está el caso de Alexander Borodin, un químico ruso de alta reputación, pero que se le conoce mejor por su faceta de compositor. ¿Qué extraño, no?. Algunos científicos buscan el alma fuera de la ciencia, porque, obviamente, más que científicos somos personas. Pero, esa búsqueda, ¿no es sinónimo de algo?, ¿tener aptitudes musicales, o incluso sensibilidad musical, no mejorara nuestra percepción científica?. Yo no lo sé, pero cuando veo esas praderas de Bailando con lobos, buscando la caza del bisonte, reconozco que la música me transporta al lugar. Y en el laboratorio, siempre que puedo, enchufo el altavoz, y subo el volumen.
3 comentarios
Ewa dice:
29 abr 2012
Guillermo, ¿has montado alguna vez un vídeo, una película, un corto? Cuando las imágenes y los diálogos están desnudos… no son nada. Lo digo bajito no sea que alguién me mire mal. La música, de orquesta o de tan solo un instrumento solista, es la que viste y le da sentimiento a las imágenes. Parece mentira pero a unas mismas imágenes si les pones una u otra música puedes pasar de una película de terror a una romántica. Sí.
¿Cuál es la música de la ciencia? Pues hay muchos aspectos de la ciencia, pero si nos viéramos haciendo ciencia con una música de fondo seguro que le veríamos mucha más poesía a lo que hacemos. Y es que a veces nos hartamos, nos damos de bruces contra la pared, entramos en una espiral de pensamientos y dejaríamos la ciencia. Pero de repente le pones una música trepidante a un fagocito haciendo su trabajo, una techno un púlsar o una relajante a un timelapse de un western blot y todo cambia.
A veces pienso que si la poesía inundara y se entremezclase entre la ciencia que hacemos día a día quizás todo fuera diferente. Pero es lo que dices, no todos tenemos la misma sensibilidad a lo mismo. Ojalá pudiera volver a unir mis dos yos y no tener que aparcar el complementario dentro del armario.
Guillermo Muñoz Matutano dice:
29 abr 2012
Hola Ewa (que nombres más raros os poneis).
Antes que nada, muchas gracias por responder. La verdad es que me encanta discutir sobre estos temas, y sin respuestas la discusión no existe. Y agradezco no solo que respondas, sino que te mojes.
Pues nunca he montado un video, pero creo que entiendo lo que dices. Tienes razón, la música conforma, o da forma a lo que sentimos. Pero no creo que sea manipulativamente (aunque es posible. La peli “la naranja mecánica” es un ejemplo perfecto). O sea, creo que la música nos ayuda a sacar cosas de la imagen. Mejor dicho y más preciso: La música potencia nuestra mirada. No sé si actúa sobre nuestros recuerdos, o si nos confunde en un estado algo receptivo, de forma que podemos construir sobre, por ejemplo, en el caso de una peli, lo que vemos. Eso es algo común, que a todos nos encanta experimentar los domingos de lluvia con un bol de palomitas. Pero en el caso de la ciencia, dices que “si nos viéramos haciendo ciencia con una música de fondo seguro que le veríamos mucha más poesía a lo que hacemos”. Pero ¿eso es efecto de la música?, o la música, por medio de nuestros propias emociones y recuerdos, actuando sobre lo que estamos mirando, nos está ayudando a rescatar esa poesía que permanece en la ciencia. Para mi tu frase podría ser una demostración de la existencia de la poesía en la ciencia, sacada a la luz por la música. Realmente es inevitable, la poesía es terreno humano, y la ciencia también. Pero, además de rescatar esa poesía, ¿qué podemos hacer con ella?
Me encanta también lo que dices sobre la dificultad del trabajo diario en ciencia. Es un trabajo que tiene que ser rutinario, minucioso, muchísimas veces repetitivo. Si le ponemos música esa imagen, se podría rescatar algo del motivo por el que estamos ahí. Ya sea una causa poética, como la búsqueda por conocer, u otra más poética aun, la intención de poder sobrevivir investigando, pagar un alquiler, intentar progresar personalmente y a la vez intentar que tu trabajo te siga emocionando lo suficiente como para seguir al pie del cañón, y no lo digo irónicamente. Me parece humanamente más poético lo segundo.
Pero hay que hablar también de beneficios. Victor Puntes, que, por cierto, ayer salió en Informe Semanal, me contó que él usaba el arte para hacer más rica su experiencia en el laboratorio. Esto es parecido a lo que comentas. No me lo dijo con esas palabras, pero lo que me quería decir era que el arte le hacía estar más tiempo en el laboratorio, y, probablemente, un tiempo más placentero y más completo, por lo que le ayudaba a ser mejor investigador. Ese es un beneficio importante, pero creo que no es el único. Como he dicho antes, la música potencia nuestra mirada. Creo que se podría decir de una forma más general como “lo poético potencia nuestra mirada”. La creación reside en lo poético. Creo, sinceramente, que la ciencia es tan creativa o expresiva como el arte o la música. Quizá el objetivo científico no sea expresar emociones, pero las emociones son una faceta humana, y como faceta humana jugará un papel en el trabajo científico. De una u otra forma, pero juegan papel. Se puede hacer una ciencia más o menos creativa. O sea, más o menos rompedora. Más o menos innovadora. Es precisamente ahí donde lo poético puede ayudar a lo racional: en la innovación, en la potencialización de nuevos pensamientos. O sea, en proponer ciencia más creativa y más rompedora. Y no solo en eso, también en la representación de esos pensamientos o incluso fenómenos. Que es una ventaja, podría decirse, incluso técnica o tecnológica.
Creo que esto a veces se entiende mal. En ciencia, y más profundamente, en España, se necesita dinero, infraestructura, becas, contratos, instalaciones, cohesión, colaboraciones, y un larguísimo etcétera. Es de suma importancia, quizá tan importante que no valga la pena mirar a otro lado, porque más que importante es casi trágico. Y hoy en día elevado exponencialmente. Pero mi opinión, quizá arriesgada, es que no solo hay que poner el ojo en esa dirección, sino que también hay que situarla en el terreno cultural. Es una apreciación que, para los días que corren, quizá es demasiado vulgar. Pero si me parece importante es principalmente por una cuestión de eficiencia y de eficacia. Una ciencia activa en el terreno cultural, es una ciencia viva, que genera nuevas propuestas, abierta al intercambio y a la asimilación de nuevas ideas. Y, claro, si cambiamos “cultura” por “nuestra cultura”, el beneficio es todavía mayor.
Sin pretender irme demasiado de tu respuesta. Me da pena que los científicos tengamos que, con tus palabras, “apartar nuestros otros yos”. Creo que, así, todos estamos perdiendo mucho. Tu frase simplemente me parece genial. Todos tenemos nuestras múltiples facetas, ya está bien de decir que somos físicos o biólogos, si lo que somos es físicos de profesión. A ver si ahora los 5 años de universidad van a definir nuestra identidad de esta forma tan cerrada y ciega. Vamos a hacer una cosa, vamos a mirar al revés. Mi hermano es músico profesional. Si comparo el trabajo conceptual y la dedicación en tiempo de su aprendizaje, no podría decir que el científico se esfuerce más, o su trabajo sea más rutinario o necesario de una elaboración extra. De hecho, quizá tendría que decir justo lo contrario. O sea, el músico necesita controlar una técnica, un lenguaje, dominarlo conceptualmente y experimentalmente. Te diría una cosa, creo que en música siento que puede ser más importante la técnica que incluso la expresión. La expresión es importante, pero sin técnica nada de nada. En esa técnica hay conceptos, hay usos, hay protocolos. En el lenguaje hay una estructura objetiva. De hecho, una partitura es la materialización de esa objetividad. Y dominar esa objetividad cuesta muchos años. Pero el elemento emocional está, y cuando este es tan potente como el técnico aparecen casos, por ejemplo, como Paco de Lucia. Ojo, y este ejemplo no es gratuito. Es un ejemplo de gran técnico, gran artista, hecho desde una cultura: la nuestra. Incluso una cultura con visión de entender culturas ajenas, pero desde la propia.
El objeto del científico es distinto, no es emocionar. Aunque entender emociona. Sin intentar entender cual es el objeto del científico (cosa que haría que nos extendiésemos hasta el infinito y más allá), creo que se podría decir eso, que el objetivo del científico no es recrear emociones, aunque seguro que si le damos unas vueltas y pensamientos seguro que se puede matizar. Pero, sin embargo, el trabajo del científico, métodos aparte, comparte cosas con el del músico, o el del artista. ¿Por qué no pensar que el científico pueda sacar cosas positivas de la expresividad?. ¿qué cosas podría potenciar?: capacidad de representación, imaginación, verbalización y comunicación, síntesis, y una fuente creativa más completa. A parte de una experiencia personal más general. Para los escépticos solo hay que recordarles las épocas de las academias clásicas, el renacimiento o las vanguardias históricas del principios del s.XX, por ejemplo. O mejor, dejo este enlace a una serie de videos de una conferencia estupenda de Pau Alsina invitado al Máster de Artes Visuales y Multimedia de la UPV:
http://avm.webs.upv.es/index.php/profesores-invitados/54-video-pau-alsina
Pues eso, que la música, emociona, pero nos hace imaginar, y esa potencia de la música seguro que tiene ventajas para un científico. De hecho ¿música y musas no están relacionadas?.
Bueno Ewa, siento enrollarme como una persiana. De hecho no sé cómo no hacerlo. Pero ante todo, muchas gracias por leernos y compartir tus pensamientos.
Nivel 1. Música. Ficción saludable. | Blog de piratas de la ciencia dice:
2 ago 2017
[…] propias emociones para hacer que emane la música desde ellas. Ya hablamos de todo esto en un post anterior . La música genera un espacio sonoro, un espacio de ficción, pero que nos afecta directamente, […]