¡Qué es eso de metáforas en la ciencia!
Tags: Borges, cultura científica, Filosofía de la ciencia, Mary B. Hesse, Max Black, metáforas, Nietzsche
30 may 2012 Javier 7 Comments
La metáfora es en general el tropo del parecido y de la semejanza. Concretando algo más, es la transposición del nombre de una cosa a otra distinta. El ejemplo dónde queda más patente es la propia metáfora; no se puede hablar de lo que es sin incurrir en ellas.
Con las metáforas se pueden conseguir efectos poéticos, aunque también humorísticos (miremos los chistes si no), sin dejar de lado los de tipo intelectual, relacionados con el conocimiento y comprensión del mundo. Aunque hasta hace muy poco tiempo el lugar propio para hablar de la metáfora era el de la creación artística, especialmente la literaria, hoy se reconoce la presencia de aquélla en cualquier ámbito de la actividad humana, incluida la ciencia. No obstante, esta presencia es muchas cosas menos homogénea, lo cual es comprensible si tenemos en cuenta lo que, por ejemplo, nos advierte la filósofa italiana E. Montuschi: «una metáfora no es simplemente una palabra, una expresión o incluso una oración», sino algo más difuso que da lugar a una red de asociaciones y referencias. En consecuencia, lo metafórico se halla presente en la ciencia a través de una variedad de formas como pueden ser los modelos, las analogías, o las situaciones concretas que sirven de inspiración o iluminación a los científicos.
Los siguientes casos podrían ilustrar lo que acabamos de señalar. Arquímedes resolvió, mientras estaba tomando un baño, el problema de determinar la cantidad de oro que los orfebres habían usado en la corona de Herón, rey de Siracusa. Los científicos modernos de los siglos XVII y XVIII concebían el universo como un inmenso artefacto de relojería. En las ciencias naturales, tanto Charles Darwin como Alfred R. Wallace llegaron a la idea de la evolución por selección natural inspirándose en las prácticas ganaderas de selección, pero también en las ideas que relacionaban recursos y población humana contenidas en el Ensayo sobre la población del economista Thomas Malthus. Rudolf Virchow, fundador de la patología celular, recurrió a conceptos y términos políticos para hablar sobre el cuerpo y la infección. La teoría ondulatoria de la luz le vino sugerida al físico Christian Huyghens por la comparación con las olas del mar, y la teoría atómica de la materia se le ocurrió a Niels Bohr por analogía con el sistema planetario. En biología molecular, se trata del ADN en términos propios de la teoría de la información, empleándose términos como «código» e «información genética». Asimismo, en psicología e inteligencia artificial nuestro cerebro es un «procesador de información» y el ordenador es una máquina que tiene «memoria» y que “piensa». Y por no extenderme más, en el terreno de la ciencia económica, un concepto clave como es el de «mercado» es un término claramente metafórico, como lo son muchos de los que se acuñan en el ámbito de las tecnologías emergentes, como puede ser el caso de la nanotecnología. “Nanotijeras”, “nanoagujas”, “nanohilos”, “nanopuntos” o “nanopinzas», por señalar un grupo de términos pertenecientes a un mismo campo semántico. Es fácil adivinar cuál es ese campo, ¿no?
En su diversidad, éstos sólo son algunos de los muchos casos y ejemplos que pueden citarse. Podríamos, pues, pensar, con Jorge Luis Borges, y siguiendo la estela de Nietzsche, en la posibilidad de que la historia universal no sea más que la historia de un puñado de metáforas. Sin embargo, a pesar de la intuición del escritor argentino, en el ámbito de la ciencia han existido desde siempre graves dudas a la hora de reconocerle un rol sustantivo a la metáfora en su función representacional de la realidad. Cuando, a principios de la década de los cincuenta, el filósofo Max Black se decidió a tratar el tema de la metáfora en la ciencia, el sentimiento generalizado en el mundo filosófico y científico era que aquélla estaba reñida con el pensamiento serio. Esa situación, no obstante, varió radicalmente a partir de la década de los sesenta gracias a los trabajos de la también filosofa Mary B. Hesse y los del propio Black.
Parece estar claro que la metáfora puede funcionar como acicate o catalizador del pensamiento en el cometido de conocer cómo es la realidad. Más claro aún está el hecho de que tiene una función pedagógica, ya que muchas veces la metáfora, como analogía, se usa para acercar y facilitar la comprensión pública de determinados conceptos o realidades, sobre todo a los no científicos. Luego están los términos o conceptos científicos mismos; la mayoría son metáforas cuyo significado común desconocemos o pasamos por alto. ¿Pero todo queda ahí? ¿Existe una componente estética detrás de ello? Las metáforas científicas, ¿reflejan la realidad? Si así es, ¿simplemente la reflejan de manera neutra? ¿O también la recrean?
7 comentarios
microRNAmatrix, la trama y el desenlace « Blog de piratas de la ciencia dice:
29 ago 2012
[…] puede interesarte la entrada de Javier ¡Qué es eso de metáfora en la ciencia! Bookmark on Delicious Digg this post Recommend on Facebook Share on Linkedin share via Reddit […]
violeta dice:
6 feb 2013
que onda con eso de las metaforas no creen que eso es loco o que onda con los cientificos
violeta dice:
6 feb 2013
yo me pregunto que onda con las metaforas cientificas
Javier dice:
6 feb 2013
De entrada puede sorprender y chocar, pero a medida que uno va mirando la ciencia y el funcionamiento de los mecanismos con los que pensamos nos damos cuenta de que utilizamos recursos e ideas de otros campos y ámbitos. La cuestión controvertida es cuando nos salimos de madre y se asimila la ciencia a una especie de poética o la poesía a una especie de ciencia.
Saitam dice:
17 jul 2016
Opino que la metáfora es simplemente un recurso argumentativo, y para nada un componente lógico del razonamiento. La ciencia no puede valerse de la metáfora para explicar el mundo, sólo a través del razonamiento lo hace.
El hecho de que una vez explicado tal o cual fenómeno a través de un razonamiento se lo quiera representar mediante una metáfora para darle un vuelo didáctico, no quiere decir que haya sido la misma metáfora la que dio origen al conocimiento.
Cuando la metáfora es usada en textos de divulgación científica para explicar hechos que de por sí ya cuentan con verdadero sustento científico, empírico o teórico, es sumamente interesante y útil. Pero cuando es usada para defender tal o cual «verdad» sin más argumentación que la metáfora misma, sólo me despierta la sospecha de ser la manifestación de un grupo cuyos intereses nada tienen que ver con la búsqueda de la verdad.
J dice:
17 jul 2016
A mis alumnos, cuando les explico qué eso de la ciencia y cómo funciona realm (no ideal ni ideológica ni religiosamente), les pongo estos cinco ejemplos.
1) Un estudi científic detecta la presència de planàries exòtiques d’origen tropical a la península Ibèrica.
2) Astrónomos han descubierto un exoplaneta en tránsito con el año más largo conocido. Kepler-421b rodea a su estrella una vez cada 704 días.
3) Se ha demostrado el teorema de Fermat de que no existe un número z que cumpla la siguiente igualdad xn+ yn =zn
4) Científics valencians descriuen un material laminar híbrid ambpropietats magnètiques i fotoactives.
5) Tras casi una década de meticulosas observaciones, un equipo internacional de astrónomos ha medido, con mayor precisión que nunca, la distancia a nuestra galaxia vecina, la Gran Nube de Magallanes. Y resulta que se encuentra a 163.000 años luz.
¿Son estos casos de ciencia explicativa a través del razonamiento? ¿Son casos de divulgación científica?
mariagladysls dice:
15 mar 2021
opino que, en tanto la ciencia investiga, descubre, encuentra algo nuevo, cuando tiene que explicarlo no tiene más remedio que recurrir a la metáfora, simplemente porque eso que antes no existía por lógica tampoco tenía nombre, y eso pasa desde que «el sol sale por oriente» y «se pone en occidente». Pero -he ahí el problema- el científico sabe que lo que dice es una metáfora, en cambio el niño o el ser humano común cree que «es» lo que significa el nombre. Esto tiene que ver con los procesos cognitivos. Decimos: «la lluvia moja la tierra», lo que puede considerarse como una metáfora animista, y eso se ve como una acción de la lluvia, pero no es así: el agua de la nube en un momento, por su peso o su estado, es atraída y cae sobre la superficie terrestre, y el suelo, si es poroso, la absorbe. Pensemos en la cuestión de género: masculino – femenino, la asociamos a determinados rasgos que, por ejemplo, no tienen las plantas, y sin embargo hacemos esa diferencia en ciertos árboles y en las flores. Las flores se asocian siempre a la mujer pero, sorprendentemente, esa belleza exhibicionista y atrapante como la de esas vedettes que estamos acostumbrados a ver, no nos engañemos, tiene tanto elementos femeninos como masculinos. Bueno, pero todo esto es juego de palabras, a mí lo que más me intriga es otra cosa: los agujeros negros ¿son realmente agujeros negros? Me suena a metáfora pero la siento no muy adecuada, porque no puedo dejar de asociarla a los agujeros del techo de mi casa. Sería distinto si usara ‘abismos’ o alguna otra más trágica. Y algo parecido me pasa con el ‘virus’, etimológicamente ‘veneno’, que en principio se imagina como un bichito pero más chiquito y que sorprende cuando nos habíamos acostumbrado a hablar de los virus de internet y de que algún hecho se viralizó y convirtió en famoso -o sea, en dios o semidiós- a alguien que hasta ese momento era un cualquiera como yo.